En busca de la belleza del modelo de familia
Chesterton contestó los ataques
contra la familia provenientes de intelectuales de su tiempo (Nietzche, Bernard
Shaw, Conan Doyle) en sus obras Herejes (1905) y La
superstición del Divorcio (1918). Nos encontramos casi un siglo después a
las puertas de un Sínodo que versa sobre la pastoral de la familia en la
evangelización. Pese al tiempo transcurrido, esa institución no deja de
suscitar cuestiones. El
presente artículo tiene como objeto presentar el pensamiento de Chesterton
sobre la familia.
Chesterton afirma de forma
taxativa que los que atacan a la familia se equivocan. Pero también dice que los
que defendemos ese concepto porque pensamos que es pacífico, agradable y
unánime, también nos equivocamos. “Hay otra defensa de la familia que es
posible” y para él evidente: “esa defensa es que la familia no es pacífica ni
agradable ni unánime”.
El
momento en que nos encontramos a la familia por accidente
En la vida hay momentos en que
tenemos el control. Nosotros hacemos nuestros amigos. También nosotros elegimos
nuestros enemigos. Pero la familia nos viene dada al azar. De ahí, la riqueza y
diversidad de esta, pero también las
divergencias entre los miembros.
De esta forma nuestro hermano
George no está interesado en nuestras preocupaciones religiosas, sino que todo
su mundo es el Trocadero Beach Club. Eso nos hace pacientes, viendo en George,
lo que le preocupa a toda la Humanidad.
Nuestra hermana Sara quiere ser actriz.
Esta actitud de Sara sigue poniendo a nuestra familia dentro de la Humanidad.
Nuestro tío Henry no aprueba las
ambiciones de Sara. También tío Henry hace que esta familia se parezca a la
Humanidad.
De ese modo las familias son
desagradables. Los familiares- insiste - son cargantes por los mismos motivos
que la Humanidad es cargante. George es superficial igual que la Humanidad.
Sarah es soñadora y poco práctica, igual que la Humanidad. El tío Henry es
estúpido, como la Humanidad … y viejo, igual que la Humanidad.
Las
favoritas de G.K.C.
Durante su vida Chesterton dirige
su afecto especialmente a las familias víctimas de las injusticias del capitalismo.
Porque ve que tienen defectos, es decir, porque verdaderamente tienen razón los
que atacan a la familia, es por lo que Chesterton la considera la institución perfecta.
Orgullosos
de nuestra familia
Para que, quienes vivimos en una
familia no pacífica, divergente o desagradable, elevando la autoestima pasemos
a vernos – no es necesario transformarla- como la perfecta familia, el consejo
de Chesterton, seamos adultos o niños, seamos la parte fuerte o la parte débil,
es la siguiente operación:
1. ceder el control, renunciar
uno a su parte y
2. cambiar el punto de vista al del
más vulnerable.
Si has
vivido, lector, en una familia y persistes, ya conoces la operación –
renunciar, ceder, adoptar el punto de vista de otro, abandonar el control. En
definitiva, se trata de hacer de nuestra vida no un libro de metafísica, sino
una novela o mejor, un cuento de hadas. Y si la receta de Chesterton funciona,
deberíamos terminar en ese cuento.
La
trama de toda novela sobre la familia siempre empieza con un romance. Pero al flirtear ejercemos un cierto control. Eso
depende de nosotros, por ello la aventura suprema viene a ser …
Nacer,
algo verdaderamente nuevo
Aquí tenemos algo que no
habíamos soñado: Nuestro padre y nuestra madre están al acecho y no nos dejan
ni llorar tranquilos (“qué tendrá”, “es hambre”, “qué le pasará”, “está destapado”, “tiene frío”, “tendrá sed”,
“es propio de tu familia”) y saltan
sobre nosotros, como los bandidos de entre el boscaje. Acto seguido vemos por
primera vez al tío George. Y nuestra tía Sara parece, toda nervio, un rayo
sobre el papel azul oscuro de la habitación. Y sobre ese azul veremos cambiarse
el sol ¡cada día!, porque “oh mundo de los mundos”, ese sol volverá mañana y
por eso graba en el verde oscuro con letras de fuego ¡See you tomorrow! De eso,
Chesterton tiene una buena explicación: “Cuando ingresamos en la familia por el
acto de nacer, ingresamos en un mundo que es incalculable, un mundo que podía
vivir sin nosotros, un mundo que no hicimos nosotros.” Y esto, lector, es la
definición exacta de cuento de hadas.
Es en este cuento que no
escribimos y cuyo orden no dispusimos, que nos sorprendemos sin tener el
control. Habiéndolo abandonado,
aceptamos la familia que nos tocó al azar. Y la que ya no era pacífica, sino
desagradable y divergente, ahora es la familia más perfecta que pudiera existir:
la tuya. Y nos sentimos orgullosos de ella.
* * *
En el próximo Sínodo
Extraordinario sobre la pastoral de la Iglesia en el contexto de la
evangelización reflexionaremos sobre la familia. Nos preguntamos si es
aplicable el pensamiento de Chesterton. La respuesta depende en si podemos ver
la Iglesia como una familia. Y en caso afirmativo, ¿es una familia agradable,
pacífica y unánime – tal como a veces nos gusta presentarla?, ¿cuándo nacimos en
ella, habíamos dispuesto nosotros su orden? Abandonar el control del entorno y
la necesidad de elevar la mirada son las recetas de Chesterton. Y la del
redactor es ir a la fuente: leer a Chesterton. Esta es una de las mejores
recomendaciones que les puedo ofrecer.
Publicado en Aleteia, 15-10-14.
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