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miércoles, 18 de marzo de 2015

Coming soon

Miguel Biada Bunyol
(1789-1948)
   Todo empezó en uno de mis recientes viajes por Sudamérica. Mientras me reponía de la jornada con un café, se me acercó  un anciano, ofreciéndome unas baratijas. Ante mi negativa, dejó silenciosamente junto a mi cartera, un objeto voluminoso. Era un sobre que se encontraba muy deteriorado. Por esto las letras eran ilegibles.

  Abrí  el sobre. Este contenía una carta y también un cuaderno. La tinta no era de apariencia grasa, sino líquida, como la de las antiguas plumillas. Tembloroso por la intuición, observé que el trazo no era uniforme, sino que la tinta se había estriado, por lo que en seguida deduje que era aquella carta había recorrido un notable intervalo de la Historia.

   Leí su contenido con ansia, pues para un escritor en horas bajas, este tipo de acontecimientos se convierten rápido en un buen motivo. Y este me empujaba a un destino inevitable.

  Un proyecto literario siempre es una buena noticia. En este caso, el proyecto es la la biografía de Miguel Biada, el artífice del primer ferrocarril de la península, que realizó el trayecto de Barcelona a Mataró.

   Es un honor, amigo, haberte servido esta confidencia.

  La única que me está permitida por ahora.

martes, 17 de marzo de 2015

Jorge Luis Borges entrevistado a fondo

   El periodista de RTVE Joaquín Soler Serrano realizó una entrevista al más internacional de los escritores argentinos. El programa se grabó con ocasión de la presencia en España de Borges para recoger el premio Cervantes de 1980. Este documento videográfico es esencial para conocer la personalidad profunda del representante del realismo mágico.
   Borges siempre se había mostrado hermético por su inclinación a la ironía y a los juegos de palabras. La habilidad del periodista en la gestión de los tiempos y de los silencios crean un clima íntimo. Este clima permite que aflore con naturalidad la psicología del genial escritor.
   De su contenido destaca las palabras de admiración a su madre, recién fallecida, y su reconocimiento de que, a pesar de ser un sabio, no había sido feliz.

jueves, 22 de enero de 2015

Miguel Hernández, el poeta que al fin fue perdonado y perdonó (y II)

Dibujjo realizado por Antonio Buero Vallejo durante
una visita a Miguel Hernández en la prisión

   Ante el anuncio de que su mujer y su hijo estaban en la miseria, la impotencia del poeta se plasmó en Nanas de la cebolla. Pero a esta impotencia, se iba a unir otra: Se agravó una tuberculosis que padecía Miguel con anterioridad.
   El penal de Alicante, que era una institución de último rango, disponía de una enfermería, que no reunía las condiciones para atender a un enfermo grave. En el corazón del poeta, el rencor estaba reclamando su protagonismo.
   Enseña el Catecismo de la Iglesia que “Sólo Dios perdona los pecados” (CEC 1441). Y que si pedimos perdón por los nuestros, debemos también perdonar a los que nos han ofendido, porque “el Amor, como el Cuerpo de Cristo, es indivisible” (2840). Con la ayuda de Dios, el poeta tenía que perdonar y también, pedir perdón. Pero la evolución de su enfermedad estaba apremiando el final.
   Después de “Nanas de la cebolla”, que completaba un libro de encuadernación rudimentaria, los poemas de la cárcel posteriores fueron difíciles de ordenar para los estudiosos. Miguel los escribía en notas sueltas y salían de la prisión con las visitas más colaboradoras.
Casa museo en Orihuela
Uno de estos poemas, posiblemente el último, tiene por título “Eterna sombra”. Este poema es el resultado de un ejercicio introspectivo, para el que tenía tiempo en prisión.
   Como resultado de este ejercicio, observa en su alma la oscuridad más desolada.
   Yo que creí que la luz era mía / precipitado en la sombra me veo.
   En su interior sólo ve dientes. Para el poeta, como hemos visto, son símbolos del arma de un soldado. Introduce otra imagen: Las manos cerradas, los puños apretados representan la rabia.
   
   Sólo el fulgor de los puños cerrados,/ resplandor de los dientes que acechan.
   Dientes y puños de todos los lados
Miguel en la plaza de Ramón Sijé
en Orihuela en 1936
   Y los dos últimos versos de su vida, si no en orden cronológico, por la dificultad que señalábamos, sí en un orden lógico, dan a los acontecimientos un giro de 180 grados.
    ... en la lucha, una luz
   Pero hay un rayo de sol en la lucha / que siempre deja la sombra vencida.
  De estos versos se desprende la existencia de un perdón generador de paz para el poeta. Así su alma, ayudada por la irrupción de alguien que desprende luz, “por un rayo de sol en la lucha”, acabó con todos los rencores. Y luego vino la paz. Y después de la paz, el poeta falleció. Esto ocurrió según el certificado médico, como consecuencia de la tuberculosis que padecía.
   Los primeros pasos de Miguel y Josefina como novios, primero, y luego, como matrimonio, Ramón Sijé los había protegido en gran medida. Pero las amistades en el Cielo tienen algo de misterio: a qué intercesor debemos atribuir un favor o una gracia. En cualquier caso eran dos compañeros de escuela que habían prometido volver a verse.
   El momento había llegado.

miércoles, 21 de enero de 2015

Miguel Hernández, el poeta que al fin fue perdonado y perdonó (I)


 Y volverás a mi huerto y a mi higuera:

Por los altos andamios de las flores    

pajareará tu alma colmenera                

  Miguel Hernández (1935)                      

En Madrid en 1935
   Por su trabajo de pastor, tan vinculado a la tierra, Miguel tenía pronta la queja. Así en su juventud, llevaba tres heridas:
   … la de la muerte, la del amor, la de la vida.
   Y ante ellas su determinación era clara: No perdonaba al Universo que confabulaba para arrancar a sus seres queridos.
    Por esto sus heridas nos sitúan en el tema del perdón. Este artículo tiene como objeto realizar un recorrido por estas heridas a través de sus poesías más conocidas. Y su reto es saber si el poeta perdonó y pidió perdón en el umbral de su vida. Pero para saber su fin, antes debemos comenzar por el principio.
   Una niñez pobre
    El poeta nació en una familia de pastores de Orihuela. Pese a su origen humilde, pudo estudiar en el colegio de los jesuitas con una ayuda por su consideración de “niño de bolsillo pobre”.
    Pese a tener facilidad para aprender, tempranamente tuvo que dejar el colegio. Y lo hizo para unirse a sus hermanos, realizando el trabajo de pastor. Al dejar el colegio de los jesuitas, conservó la amistad con otro niño: Ramón Sijé.
   En su juventud, sorprendía a quien le conocía su carácter alegre y generoso. “Donde había un dolor, allí él estaba”, dirá más tarde Aleixandre. Entonces conoció a Josefina, una costurera cinco años más joven que él, pero en la práctica más adulta.
   El trabajo de pastor cobra factura al joven poeta
  Después de conocer a su novia, Miguel Hernández se descubre de carácter tosco e influenciable. Este carácter se iba a resolver en la tragedia de su vida.
   Miguel decidió trasladarse a Madrid para darse a conocer como poeta. En la capital residían Neruda, Alberti  y más tarde Aleixandre.
    En este ambiente, frecuentó las fiestas y el romance fugaz. Y finalmente, dejó de practicar su Fe.
Ramón Sijé en Orihuela
   Pero en su pueblo permanecía su novia, Josefina, a quien le seguían llegando noticias por medio de otras personas. También había quedado el amigo del colegio, Ramón Sijé, quien por carta le llamaba la atención sobre su conducta, tan alejada de sus intenciones iniciales. 
   Ramón le precedió en la muerte. En el poema “Elegía a Ramón Sijé” el poeta expresa la profundidad del dolor por la pérdida del amigo:
   … que por doler me duele hasta el aliento.
   Y se despide de él, al modo que lo hacen los escolares a fin de curso; con esa intensidad del momento, pero conscientes de volverse a ver:
 … que tenemos que hablar de muchas cosas/ compañero del alma compañero.

    La guerra civil
    Llama la atención que el poeta muestra mayor dolor, no por los peligros de la guerra que amenazan a sus compañeros que han quedado en Madrid, sino por la muerte de su amigo de la infancia, quien en las cartas le decía las verdades, sin ninguna adulación.
Miguel y Josefina Manresa en Jaén en 1937
   Además de este amor por su amigo, al poeta le caracteriza una fuerte preocupación social. Esta inquietud la canalizó alistándose en el ejército republicano, en el que luchó durante toda la guerra. Aunque realizó una breve interrupción para casarse con Josefina y tener su primogénito, que falleció a los pocos meses.
    Un pastor en la cárcel
  Terminada la contienda, poco después de nacer su segundo hijo, Miguel fue apresado y encarcelado. El motivo, atravesar clandestinamente la frontera de Portugal. Recibió entonces la carta de Josefina en que le decía que apenas podía amamantar a su hijo porque sólo comía pan y cebolla, lo que dará lugar a una nueva composición.
   Los dientes es un arma
   Así cuando en “Nanas de la cebolla” se refiere a los dientes, se refiere al arma que lleva en la guerra el soldado, las “ferocidades” del soldado. Y cuando la dentadura está cerrada, está indicando odio, rabia, “frontera de los besos”.
    Al octavo mes ríes /con cinco azahares.
   Con cinco diminutas / ferocidades…
   A estas heridas espirituales, se iban a unir ahora las físicas. De hecho, nos estamos alejando del final soñado para cualquier hombre pero, como se preguntaba un Obispo francés de su época: Tanta belleza, ¿podía estar tan alejada de Dios?
Publicado en Aleteia, 14-1-201

Serrat canta a Miguel Hernández

    El poeta de Orihuela compuso a su hijo recién nacido las Nanas de la cebolla, una de las canciones de cuna más bella de todos los tiempos. Pero también, una de las más reivindicativas. Si no la que más.
    Joan Manuel Serrat la cantó, no sin cierta provocación, sin un mínimo de la cual la comunicación entre el artista y el espectador sería imposible, recorriendo las principales dictaduras militares de los 80.
     Por cierto, si decimos de Unamuno que es "el escritor vasco" y no "del país vasco", ¿por qué decimos de Miguel Hernández,  el "poeta de Orihuela" y no el "poeta oriolano"?. 
   

   Por cierto, ¿Saben a que generación literaria perteneció Miguel Hernández? 
   Nos vemos pronto.

martes, 20 de enero de 2015

Platero y yo: La búsqueda por Juan Ramón Jiménez del origen de la belleza observada




   Platero, el tierno burro que vive en la memoria de muchos escolares hoy adultos, cumple cien años. Tal día como hoy del año 1914, el libro del poeta andaluz Juan Ramón Jiménez vio la luz en una pequeña imprenta madrileña. Pese al tiempo transcurrido, Platero y yo continúa rebelándose como una auténtica puerta entre culturas de lengua española pues varias de sus generaciones han aprendido a leer con él.
  Sin embargo, considerando este relato como una puerta, su autor no accedió a ella desde un conocimiento cristiano de las cosas. Porque tan sólo oculto en ellas, en la naturaleza, Juan Ramón descubría a su dios. Un “dios” con minúscula. El objeto de este artículo es saber si, observando la naturaleza, el autor de Platero y yo consiguió la meta de todo ser humano: conocer a Dios. Por tanto el reto será si Juan Ramón pudo al fin cambiar la ortografía del nombre buscado, “el nombre de todos los nombres”.
   Los caminos del poeta siempre van en una dirección: de la naturaleza observada hasta el origen de su belleza. Ciertamente se puede argumentar que para conocer a Dios, otro camino hubiera resultado más corto y directo: el de las enseñanzas de la Iglesia. Pero Juan Ramón no tuvo la fortuna de otros niños que reciben la formación cristiana de sus padres, de catequistas o de algún buen amigo.
   Por esto tuvo que ir por caminos inciertos y expuestos a peligros como, en su caso, las emboscadas de la melancolía. Para combatirla, el poeta camina con un compañero. Uno dócil, manso y suave. Sin embargo, tiene un problema: al ser peludo, no hay quien le invite adentro de las casas. Esto nos lleva a un episodio del libro.
     En la naturaleza cada cosa tiene su origen…           
   En la cena infantil de Moguer, los niños se divierten. Al pensarse solos, adoptan el papel de adultos. “Las niñas comían como mujeres; los niños discutían como algunos hombres”. Las madres están alrededor charlando. Una de las niñas sale como un rayo a los brazos de su madre. Los otros niños al punto, rompen a gritar y a correr. Todos a los brazos de sus respectivas madres. En la ventana asoma el rostro de Platero, que sólo quería unirse a la fiesta, sin asustar.
   De esta forma muestra el poeta a las madres. Son brazos tranquilos, de pureza; mansos para los niños después de aventurarse.
   Pero no son sólo brazos. También son pechos que alimentan, incluso en ocasiones sin saber de qué, de forma que con sólo unos zapatos y un vestido ya tienen príncipes.
   Y aún así, algunas de ellas son heroicidad. Por ejemplo, las que en Moguer tienen niños tontos por la meningitis, “a quienes no llega nunca el don de la palabra”, abandonadas por los maridos, se los han quedado sólo para ellas, para las madres.
   Y al igual que los hijos proceden de las madres, en Moguer el agua del río viene de “fuente vieja”. De esta fuente mana la “pureza que une tierra y cielo en un solo cristal de esplendor”. Es decir, en la superficie del agua se reflejan las figuras que están más arriba: los tristes burros de carga, las personas que pasan.
   … sus objetos reflejan el Cielo
Juan Ramón en Puerto Rico el día que le
concedieron el Nobel de Literatura
   Cuando el poeta dice que “Platero se bebe cada noche dos cubos de estrellas”, nos está diciendo que se bebe dos cubos de agua. En el fondo del cubo se refleja el cielo nocturno. De hecho Juan Ramón Jiménez no es un idealista, sino al contrario. Pues un hombre que mira estrellas en el fondo de cubos de agua, en realidad busca cielos, y quien busca cielos, se mire por donde se mire, busca a Dios.
   … Y el sol atrae todas las cosas
   En ocasiones, en el Platero la naturaleza cambia, se transfigura. Así el Sol de otoño se hace sagrado a la vista del poeta. El sol en Poniente se muestra grande, dios que se hace visible y se hunde en la raya de mar que trasciende todo el mundo conocido, pues está detrás de Huelva, y va “más allá de Moguer, de su campo tú y yo, Platero”.
   Y a lo sagrado que representa el sol, todo le rinde el silencio como homenaje, y cuando está en el Poniente, todas las cosas le son atraídas como en éxtasis. Y esta atracción en realidad se dirige a alguien.
    De hecho también a Cristo se le ha atribuido este símbolo, Sol de Justicia, que recapitulará todas las cosas al final conforme  rebela el Nuevo Testamento (Efesios 1,10). Pero más cerca que este Sol están los niños.  
   El Cielo es un mundo de niños
   Es difícil encontrar fotografías de Juan Ramón sonriente, salvo cuando aparece con algún pequeño. Por ejemplo en la escuela de Puerto Rico donde acudía para leer a los niños ciegos. En Moguer los pequeños van a la miga, a la guardería. Y lo hacen para desasnarse. Y el poeta está empeñado en matricular a su ignorante compañero: “Si tú vinieras, Platero, con los demás niños, a la miga, aprenderías el a, b, c, y escribirías palotes”.
Juan Ramón en una escuela de Puerto Rico en 1957
   En cuanto al poeta, siempre sigue este lema: lo mejor, para los niños. Así el cielo también está reservado para ellos. Como “el niño tonto, que desde la calle de San José se fue al cielo”. El Cielo pues, se diría que es “un mundo de niños, que le está rezando a la tierra un encendido rosario- así define Juan Ramón a las estrellas- de amor ideal”. O la joven tísica cansada de caminar y que, al subirse a Platero, parecía un ángel “camino del Cielo”. Y la pregunta que se hace ante los niños: “¿habrá un paraíso de los pájaros? ¿Habrá un vergel verde sobre el cielo azul?”. La respuesta a preguntas como estas iban a llegarle pronto.
   Una vivencia sobrenatural
   La esposa del poeta, Zenobia Camprubí, había traducido al español más de cincuenta títulos de Rabindranah Tagore. Por esto, la cercanía con este místico oriental presagiaba en Juan Ramón un encuentro especial en el otoño de su vida. Así durante un viaje en barco desde los Estados Unidos hasta Argentina, el poeta andaluz tiene una vivencia arrebatadora.
    En una carta explica Juan Ramón como “de pronto, al poner el pie en el estribo del coche …, lo sentí, es decir lo vi, lo oí, lo gusté, lo toqué. Y lo dije, lo canté en el verso que él me dictó.”
   Si se trató de una experiencia mística, o una previsible aproximación a la Fe, o como ha dicho la crítica racionalista, un encuentro consigo mismo, con su conciencia de existir, poco podemos afirmar. El poeta es de rico mundo interior, pero de temperamento hermético, por lo que no comparte las circunstancias de esta vivencia. Sin embargo, tenemos algunas certezas. Entre ellas, que fue una experiencia gozosa:
   “… dios deseado y deseante, el dios de la belleza, de lo hermoso, conciencia mía de lo hermoso”.
   El mismo relato de Platero y yo es la esperanza de su nuevo amigo
   En este encuentro descubrió que toda su poesía anterior es como un mundo que le ha ido preparando a esa otra persona. Y esta vivencia arrebatadora se presagia por tanto en el Platero, por ejemplo en la transfiguración de Moguer en rosas que caen a la hora del ángelus:
   “Parece, Platero, mientras suena el Ángelus, que esta vida nuestra pierde su fuerza cotidiana, y que otra fuerza de adentro, más altiva, más constante y más pura, hace que todo, como en surtidores de gracia, suba a las estrellas, que se encienden ya entre las rosas… más rosas”.
   Sin duda la intuición del lector resolverá los flecos que el poeta no quiso explicar.
   Pues dice Ortega que todo estilo estético implica una opción ética y, según Fernández Berrocal, la de Juan Ramón fue la dejar eternidades, “constancias del alma humana”, haciendo del escribir del poeta, como de su vivir, un poema.
   Y no fue su vida un poema sólo buscado o intentado, sino que al final, su vida resultó un poema conseguido. Por ello, pudo escribir su verso con D mayúscula:
   El Dios. El nombre conseguido de los nombres.



                 

domingo, 14 de diciembre de 2014

"Los cuatro amores"

   Este artículo se publicó recientemente en aleteia. Y en esta prestigiosa web dio sus primeros pasos. Ahora es un honor presentarles en este blog:

   “Los cuatro amores” de C. S. Lewis
   Los tipos de amores, del más bajo al más alto, explicados por un escritor converso
   Los amores tienen cada uno una forma. Se levanta cada uno sobre la base de un amor más básico. La forma de uno será sillar del siguiente. Y así sucesivamente. El amor en su forma es análogo al modo con que las palabras se hilvanan unas con otras hasta formar las frases de un libro.
   Y cuando se trata de uno de C. S. Lewis, sabemos de antemano que versará sobre lo que anuncia. No tiene trampa, ni cartón: Todo está a la vista. En Los cuatro amores, la palabra amor, por ejemplo, aparece nada menos que  1.001 veces. El vocablo afecto lo hace en 242 ocasiones. Y amistad o amigo, en 466. Este ensayo, por tanto, hace honor a la honestidad de su autor.
    La virtud irlandesa de Lewis
    Junto con las Confesiones de San Agustín, Los cuatro amores es la obra más incisiva que haya escrito un converso. Aunque se bautizara en la Iglesia de Inglaterra, C. S. Lewis tiene la hospitalidad característica de su tierra. Por esto en sus páginas se sienten como en casa los cristianos de todas las confesiones.
     Del defensor de la Fe …
    La gran aportación de Los cuatro amores, la podemos hallar en la evolución de Lewis como escritor. Al hacerse cristiano, inicialmente escribió como apologista: buscó la demostración de las verdades divinas desde sus primeros principios.
    Si su vida fuera un banquete, después le llegaron los platos fuertes. Así, las amistades, que en su caso siempre fueron hombres, porque no creía en la amistad entre hombre y mujer.
   Aunque sí en el amor matrimonial. De hecho el fallecimiento de su mujer, tras una larga enfermedad, le provocó un inusualmente largo proceso de duelo. Pero este duelo, aunque ya se hallaba próximo al atardecer, no consiguió estancar su vida.              
    … al escritor del Amor
    Conforme evolucionaba la vida de Lewis, también experimentaba un cambio en los motivos literarios: De aquella primigenia demostración de las verdades de la Fe se desplazó a la exposición del Amor.
    El mérito de Los cuatro amores, más allá de su literalidad y peculiaridades, es precisamente situarnos en la centralidad del Amor en el mensaje cristiano.
   Carta de amores
   Esta centralidad hace que los amores vayan en ascenso, en un sentido de la criatura al Creador.
   También en este artículo lo abordaremos en el mismo orden que lo hace el autor y, de esta forma, llegaremos al final hasta al Amor de Dios. Pero en el festín de la vida comenzaremos por el primer plato.
                                                                          Afecto
El amor de las madres necesita dar y ser necesitado.
   Es principalmente el amor de los padres por su prole. Lo tenemos en común con los animales, lo cual por sí mismo no implica nada bueno ni malo, tomando en cuenta la distancia, claro. Está allí donde hay calor, lametones y olor a vida nueva. Así la madre que cuida al bebé. También la perra o la gata, a sus cachorros.
   Lewis se detiene en el amor de las madres. Este sigue un determinado principio. Es un amor que da, que necesita dar. No se agota sin embargo en ese dar, sino que precisa ser necesitado. Y cuando deja de ser necesitado, el planeta está lleno de madres que dicen que sus hijos no van a verlas o que no las llaman… Y esto porque es el más expansivo de los amores.
   Y es el más expansivo, porque es el más común de ellos. Por esto se extiende más allá de las relaciones maternofiliales. Y nos acerca a multitud de personas. Es el paradigma de amor que hace compañeros.                              
    En contraste, los otros amores son más selectivos.
                                         
                                             Amistad
La amistad, un plato fuerte en el
banquete de la vida

   Es el que surge entre los compañeros. Nace entre personas que realizan la misma actividad. Así entre los que desempeñan la misma profesión o entre los que tienen un pasatiempo en común. Pero no todos serán amigos, ¡gracias a Dios! Sólo lo serán, de entre los compañeros, quienes compartan una visión común o cuando en aquel grupo, se descubra una persona a la otra.
   Aunque es un amor selectivo, no somos nosotros los que elegimos a nuestros amigos. Es la Providencia la que lo ha hecho desde el amanecer de los tiempos. Por esto la amistad es un instrumento mediante el cual Dios revela a cada uno, como en un festín, las bellezas de todos los demás. En el festín es Él quien ha preparado la mesa. Luego ha elegido los invitados. Y es Él, en fin, a quien deberíamos permitir siempre que lo presidiera.
   De este festín tan espiritual y desinteresado, del que los griegos llegaron a entender que era el más parecido al divino, pasaremos a otro más corpóreo y sexualmente definido.
                                                      Eros
Eros, el amor de los que
están enamorados
   Es el amor entre el hombre y la mujer, concretamente la clase en que se encuentran los que se dice comúnmente que están enamorados.
   En este amor particular nos encontramos con los pasajes más opacos de Lewis. Hemos visto que cuando murió su mujer, experimentó un largo proceso de pérdida. Esto se debe a que pensaba que no la volvería a ver más.
   Y no la iba a ver de nuevo por el propio convencimiento de Lewis en el sistema propuesto en Los cuatro amores. En esta escala, el amor Caridad provoca, al asumirlos, que se extingan todos los amores inferiores. Esto incluye el amor matrimonial o eros.
   Por esto cualquier despedida es definitiva siempre. De ahí lo oneroso del duelo de su mujer. Y este es el motivo también por el que ve un cierto elemento trágico, de destino, en el desarrollo de los amores inferiores.
   Por tanto para Lewis, eros es una tragedia. Y lo es en el sentido de que se dirige a un destino inevitable: O bien se convierte en demonio, en cuyo caso los enamorados se van agrediendo hasta destruirse; o bien lo dirigimos a Dios y, entonces, eros es absorbido por un Amor superior.

 Caridad

    Es la misma sustancia de Dios, de la que la Escritura dice: Dios es Amor. Es el único que podemos decir, al menos sin perder la decencia, que con este Amor basta.
   En este sentido, San Agustín escribió: Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti. Por esto entre todos ellos, este es el Amor suficiente.
   Y al ser suficiente sale al rescate de los otros amores cuando fallan, especialmente en el caso de eros, y los absorbe y ordena, haciéndolos perdurar.
La Caridad es escasa en este mundo
   Debemos precisar aquí qué entiende Lewis por Caridad. Para él se trata de un concepto muy sustancial. Sus primicias no son lo que entendemos por rezar, estar en su presencia o quererle. Para Lewis la Caridad es estar en la plenitud de comunión con la sustancia divina. Es estar en el Cielo. Sus anticipos son algunos trances místicos. Por esto se trata de un amor muy escaso.
   Es tan escaso que desconocemos si lo hemos degustado en nuestra vida. Por tanto mientras haya tiempo, nuestra tarea será hacernos conscientes de su ausencia. Con lo cual tenemos un defecto y una ventaja: Al hacernos conscientes de algo, por ejemplo cuando recordamos un sueño, nos damos cuenta de que estábamos un poco despiertos.
   Pero si tuvieran interés en ser más informados de este Festín, deberán Vds. dirigirse a C. S. Lewis y los invitados que están en vela.
Publicado en aleteia el 10-12-2014

viernes, 14 de noviembre de 2014

La tía Tula

Aurora Bautista en un fotograma del film
   Basada en la novela homónima de Miguel de Unamuno, la adaptación fue dirigida por Miguel Picazo en el año 1964. La película cuenta con las interpretaciones de Carlos Estrada y de Aurora Bautista, quienes todavía hoy identifican con sus rasgos, los personajes que encarnaron.

  Comenzamos el visionado sabiendo que Tula no se quiere casar. De hecho, rechazó la propuesta de matrimonio de un antiguo novio. Y ello porque prometió en vida a su tío que se haría responsable de su hermana Rosa. Después de la boda de su hermana, esta tiene dos hijos. Pero cae enferma y para atenderla, Tula, se instala en la casa. Rosa muere y entonces Tula extiende su dedicación a todo el hogar fraterno: al marido, los trabajos de la casa y la crianza de los sobrinos. Recibirá entonces una nueva propuesta de matrimonio de Ramiro, quien ve normal el matrimonio: "Es lógico, vivimos juntos". Esta proposición también es rechaza por Tula. Para airearse, la familia realiza un viaje al campo. Allí aparecerá una joven, de aspecto desaliñado y asilvestrado. De esta criatura Ramiro se encaprichará, produciéndose un desenlace que precipitará la separación de Tula de sus sobrinos. 

    Esta dolorosa separación de los niños, pone de manifiesto el contraste entre su vocación de cuidar ellos y su decisión de no casarse. Y esta paradoja es la cuestión central del personaje de Tula: ¿Qué mueve internamente a la  tía?, ¿qué trata de denunciar la historia? Las respuestas no resultan unívocas.

  La historia de la tía Tula sigue estando vigente casi un siglo después de ser escrita en el libro. Su planteamiento de la trama, desnuda de circunstancias, que podría desarrollarse en cualquier ciudad o en otros tiempos, hace de Tula, un arquetipo.
    Esta abertura hace necesarias opiniones de mujer que complementen las del escritor, quien la escribió con ojos de hombre, según aparece la protagonista ya en su primera descripción:
   "Y bien miradas y de cerca aún despertaba más Gertrudis el ansia de goce. Mientras su hermana Rosa abría espléndidamente a todo viento y toda luz la flor de su encarnadura, ella era como un cofre cerrado y sellado en que se adivina un tesoro de ternuras y delicias secretas".
Miguel Picazo, izda., con el premio San
Sebastián 1964 a la mejor dirección  

   La sobriedad y sencillez de la propuesta cinematográfica prolongaban la línea narrativa de Unamuno. De ahí que su realizador, Picazo, explique que la cuestión central de la cinta son los valores domésticos que también existían en 1920 cuando se publicó la novela:
   "Conecté con la idea de Unamuno a la hora de escribir la obra, él decía que aparte de la fraternidad como valor existía la sonoridad que era la dedicación de la mujer a la familia. Esos valores de Unamuno seguían de actualidad en los años sesenta y los trasladé".
    Pero el realismo social del arte de los 60 fue decayendo. Y encontramos la siguiente opinión que procede de la Filosofía. Julián Marías pone el énfasis la adscripción de Unamuno al racionalismo. Por esto ve en La tía Tula básicamente sobre la cuestión racionalista de si nosotros mismos mismos somos reales, tal como iniciaba Descartes, otro racionalista, su discurso: "Pienso, luego existo". Así mientras vemos la película, dice el filósofo, los personajes de Rosa, Tula y Ramiro forman parte de nuestra vida pues vivimos al mismo tiempo que ellos. Pero al terminar, estas relaciones que hemos entablado se nos descubren falsas:
     "Por eso tiene tan hondo sentido la oración litúrgica Líbranos Señor de todos los males, pasados, presentes y futuros. Líbranos, habría que decir, de que el pasado se nos falsifique, de que la vida ya vivida se nos vuelva inauténtica". 
   La ya familiar Tula del cine queda indefinida en el tiempo y en el espacio. No es una película eterna. Es una, a destiempo. Por esto las sucesivas épocas encuentran en ella, como en un reflejo, las opiniones previas que tienen de sí mismas. En otras palabras, Tula entró en nuestra tradición cultural, como un visitante en la galería de los espejos. ¡Pero qué necesarios se nos descubren los espejos!

lunes, 3 de noviembre de 2014

Unamuno, el hombre roto al que la oración condujo al amor

   Es coetáneo de la Generación del 98, aunque se individualizó pronto en este grupo literario. Entre los escritores de esta generación, fue el mayor receptor de influencias extranjeras. Así recibió la secularización del racionalismo europeo, siendo importante para él la influencia de Hegel. También muestra su personalidad en los temas. Para sus coetáneos, tras la pérdida de las últimas colonias de la nación, la cuestión de referencia era la de España. Pero en Unamuno no se daba este interrogante porque tenía muy claro que España es su religión … hasta mi Cielo es español. En este artículo veremos cuál era la percepción que tenía Unamuno de las cosas desde su sentido religioso.

   Literariamente se encontraba más cerca de Calderón, que de sus congéneres. Con el poeta compartía la idea de que la vida es un sueño. En Niebla (1914), el protagonista Augusto Pérez va a visitarle porque es su creador y le dice que, al igual que el personaje es un ser soñado, también el escritor existe porque es un sueño de otro. Por esto morirá en cuanto Dios despierte. De igual manera dice Augusto que nosotros, los lectores, existimos porque alguien nos está soñando.
   Ciertamente tenía peculiaridades, las cuales han dado lugar a un adjetivo que incluso está incorporado al Diccionario: unamuniano. Sin embargo en su juventud tenía los mismos sueños y anhelos que cualquier otro ser humano.
   Al principio, cuando era feliz
   Amarlo todo, comprenderlo todo. Este es el lema de su juventud, que refleja un sentimiento típico de Castilla. Esta visión práctica le llevaba por ejemplo a opositar cuando tenía necesidad de aposentarse socialmente. Así lo relata un amigo de la infancia: Al comparecer ante el tribunal respetable, sacaba sin turbarse la papeleta de la suerte. Y rompía a hablar: “Sobre esto, fulano dice … y mengano añade”… Cuando el éxito era indudable, cuando le bastaba callar para haber vencido,… añadía imperturbable: “Y yo digo…”. ¡Lo que decía él!... Los sabios profesores se decían confidencialmente: “¡Sabe más que nosotros!”. El resultado … era siempre el mismo: una calificación que proclamaba su sabiduría pero lo excluía de la cátedra. Ganó la cátedra de griego en la Universidad de Salamanca, diciendo la resolución: Ninguno de los candidatos sabe realmente griego, pero sólo uno, Unamuno, tiene capacidad para aprenderlo. Con esta cátedra pudo casarse y establecer su hogar en la ciudad helmántica. Fueron tiempos de gran felicidad: En los ojos de mis hijos hay esplendor de alegría y de vida.
Comenzó a opositar para
para fundar una familia
   Unamuno tenía grandes cualidades humanas, empezando por la inteligencia, el pensamiento práctico, valorar la familia. Las virtudes sobrenaturales, como la fe, son una añadidura, por lo que para sostenerse, precisan de aquellas. Pero esta humanidad puede fallar, romperse. Para Unamuno eran momentos de gran felicidad familiar. Sin mencionarlos sería imposible comprender el alcance de la crisis que se avecinaba.
   Un familiar recuerda que cuando estaba dando clases, si un alumno se encontraba distraído, en el momento que menos se lo esperaba le hacía la pregunta:
   -¿Está Vd. preparado para la muerte?
   El descenso empezó con el pensamiento de la muerte. De ahí pasó, a girar todo en torno a esa idea. Finalmente, la fe no se sostuvo en un temperamento tan escrupuloso.
   Los períodos intermitentes de fe
   El especialista Charles Moeller, atribuye estas crisis al efecto nocivo de las abundantes lecturas escogidas arbitrariamente y lo ilustra con un dato: tras su muerte, se contaron en su biblioteca hasta ocho mil volúmenes, además de ellos casi todos estaban anotados. Él mismo reconoció “la cantidad ingente de filosofía que me engullí”, que le provocó un desorden, no sólo en la fe, sino en las tendencias psicológicas profundas. De ahí que se alternaran en Unamuno períodos de creencia, con otros de incredulidad.               
   En España, había alguna de las orientaciones de la catequesis escolar en que se primaba la moral respecto a otros aspectos de la religión, lo cual impedía a los muchachos aceptarse como imperfectos, perdonarse sus limitaciones. De esta forma, las ideas de condenación se convirtieron también en obsesión temprana. Este tipo de enseñanza de la religión, unida a la predisposición de su psicología escrupulosa, hicieron que Unamuno viera otro don volatilizarse.
   Una esperanza desesperanzada
   La esperanza cristiana se ha ilustrado como un puente que se apoya sobre dos pilares: uno es la llamada de Dios al ser humano y el otro, la promesa de salvarlo. Pero la de Unamuno es un puente tendido en el vacío, se apoya únicamente en saber que va a morir.
La obra se publicó en la
revista La novela de hoy
   Este aspecto lo explica en una breve novela, San Manuel Bueno Mártir (1931). Su protagonista, Manuel Bueno es un sacerdote rural.  Sólo le distingue una cosa de los otros sacerdotes: Manuel Bueno no tiene Esperanza. Cuando en la misa dominical reza el Credo, en la parte donde dice en la resurrección de los muertos, él calla.
   Don Manuel Bueno, es el alter ego de Unamuno. Con la misma actitud del personaje, Unamuno pone su esperanza constantemente a prueba. No carece de esta virtud, pero en ocasiones se ofusca y pierde la conexión con las referencias permanentes: Dios y la resurrección y el Cielo que promete.
   Llama la atención que, a pesar de estas faltas de fe y esperanza, Unamuno no renuncie a la religión que heredó de su madre, practicó en una parroquia de un barrio popular y maduró en reuniones juveniles de los jesuitas en Bilbao. Este contraste amontana las preguntas: ¿De dónde sacó las fuerzas Unamuno para continuar con la religiosidad que aún le quedaba? Y también, ¿ a qué ámbitos dirigió su virtud?
   Y a través de la oración
   Sus plegarias son líneas de diálogo que ascienden verticalmente hasta el Cielo. Y estas tienen su comienzo siempre en su ciudad: Salamanca.
   Esta ciudad alimentará su oración. Recibirá las palabras del sol “que ha dorado las piedras de sus torres, sus templos y sus palacios”. Al ser Salamanca una ciudad de luz, también es umbría. De ahí que le viniera la costumbre de mirar su propia sombra y, al caminar por los campos, le preguntaba a Dios: “si él era algo más que una sombra, si era un hombre real, un hombre de carne y hueso”. Esta pregunta, en que cuestiona la propia existencia, era recurrente entre los racionalistas. Es el pienso luego existo de Descartes. No es ajena a la naturaleza humana e incluso, puede resultar agradable a la razón. Y el hombre siempre busca lo agradable, pero acaba compadeciendo a quien sufre.
   Unamuno tenía predilección por los Cristos realistas, sangrantes de la piedad popular. Estas figuras las observaba  en las semanas santas de Bilbao y Salamanca. La atracción que sentía por ellas pone de manifiesto que la fuente de su oración es la Cruz de Cristo. Y este dolor de la humanidad del Crucificado es la que alimentaba su caridad. 
   … al Amor al pueblo que le había sido dado
Unamuno en los campos de Salamanca
   Al ver a Cristo con la Cruz, para Unamuno la actividad de amar sólo se realiza cuando hay dolor. Por esto el amor es compadecer, sufrir-con. Las penas personales, las de cada uno, las debe tragar el corazón, porque nuestro dolor sólo sirve de algo cuando se une al del pueblo: “Sólo el dolor del pueblo santifica”.
   El enamorado vive para su pueblo, para perpetuarlo y perpetuarse. Por esto el hombre cuando se incorpora a un pueblo, se une al espíritu de este y así, se eterniza. Esta noción la defiende en Del sentimiento trágico de la vida, ensayo que fue incluido en el hoy derogado Índice de Libros Prohibidos. Pese a que la idea de unirse el hombre a una sustancia espiritual para perdurar tiene la apariencia de herejía gnóstica, el rector de Salamanca no iba desencaminado, siempre que se le sepa entender, porque la incorporación al pueblo que peregrina, a la Iglesia, es lo que da la Vida.
   Unamuno tuvo diversos pueblos: sus alumnos de Salamanca, las gentes de su tierra vasca, cuya lengua apoyó en su tesis doctoral, y su matrimonio, del que tuvo nueve hijos.

   El pueblo que había recibido fue su amor. Y servirlo, su vocación.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Diálogo de carmelitas: Cómo Bernanos realizó de una estampa, una obra cumbre de la Literatura

   En el V centenario de Santa Teresa de Jesús, hemos querido presentar un libro que guarda especial relación con la santa reformadora, al narrar el martirio de unas carmelitas que habitaban un convento de Francia. Hasta aquellas tierras había resuelto extender las fundaciones por el dolor que experimentó, según explica en Camino de Perfección, al ver el daño que habían ocasionado los luteranos entre los franceses. Cuatro siglos después otro francés, George Bernanos, narró en Diálogo de Carmelitas la historia de las dieciséis hijas de Santa Teresa del convento de Compiègne martirizadas durante la Revolución francesa el 17 de julio de 1794.
   Dice la Historia que estas dieciséis carmelitas recibieron un juicio sumario y, el mismo día, no sin sorpresa de los testigos, subieron a la guillotina por su propio pie cantando el Veni creator. Fueron beatificadas por Pio X el 27 de mayo de 1906. El relato de Bernanos no es sencillo encontrarlo en castellano, por esto indicamos que existe una edición en papel y otra en e-book en Ed. Monte Carmelo.
   Como el relato se refiere a hechos históricos que se encuentran documentados han sido diversas las versiones y adaptaciones que se han realizado del martirio de las carmelitas de Compiègne. Esta diversidad ha sido importante para la difusión de estos hechos porque de no ser por la brillantez narrativa de los escritores que se fijaron en ellos, únicamente habría quedado constancia en las hagiografías de los breviarios. Existe una versión con el título de La última del patíbulo de la alemana Gertrud Von Le Fort. Bernanos conocía el texto alemán, pero no lo tenía consigo mientras escribía sus Diálogos en Túnez.
   Este es el testamento literario Bernanos pues, gravamente enfermo y con fiebres altas, quiso alternar su Vida de Cristo con la escritura de estos diálogos, cuyo último manuscrito, ya con una deficiente caligrafía, tuvo que ser descifrado por su voluntariosa secretaria. Bernanos, el Profeta, el escritor que nos transporta a lo eterno, encontró en el martirio de las carmelitas de Compiègne la historia que se ajustaba a su cadencia temática. La clave de Bernanos es siempre el misterio pascual: el paso de la muerte a la vida. De esta forma introduce su visión religiosa de una lucha entre Dios y el diablo, que no es dualista ni equilibrada, sino que se rige por el lema de que Todo es gracia. Para esta lucha contra las fuerzas del mal, la adolescente Blanca de la Force sólo cuenta con su espíritu de infancia, que es la bienaventuranza de los que se despertarán en el hombro de Cristo, la de los niños humillados, situación que denunció incansablemente Bernanos por Europa. También aporta el escritor a esta historia, sus personales giros narrativos, los cuales se aprecian desde el comienzo.
    El título responde a una premisa: Un grupo de personas que han decidido morir por una  causa, sin descender de momento a cuál sea esta, ¿de qué hablarán?, ¿utilizarán palabras convencionales y oportunas, quizás políticamente correctas?, ¿esconderán sus miedos, guardarán para sí los sentimientos? Con un lenguaje directo, sin reservas de realidad y descendiendo hasta el límite de cada pensamiento, la obra expresa con realismo naturalista la capacidad de entrega del ser humano y su superación del límite con la Gracia.
Mártires carmelitas de Compiègne.
Estampa de devoción popular.
   Bernanos logró sustentar los diálogos en una estructura narrativa sin fisuras, a pesar de las lagunas que se desprenden de la documentación histórica. Blanca de la Force, una joven de alta cuna, pide a su padre que la lleve al convento de Compiègne porque se siente llamada por Dios para entrar en el Carmelo. La priora entiende que en realidad no tiene vocación, sino el capricho de niña malcriada. Por esto impide que Blanca pueda realizar los votos. La priora también solicita a la comunidad y a su anciano capellán que, tras su tránsito, tampoco ellos le permitan entrar en la orden. Al final fallece la priora, tras una agonía recostada en el pecho de Blanca, sin que esto le abra las puertas. Pero Blanca, auténtico corazón de carmelita,  no abandona. La fama de ilusa y despistada que le crean las otras novicias no le favorece a sus intenciones de entrar en el Carmelo, para lo cual sólo requeriría al anciano capellán como testigo de sus promesas. Pero una tarde, el Comité revolucionario irrumpe en la clausura del convento para comunicar que el edificio y las tierras pasan a pertenecer al pueblo revolucionario. También les anuncia que las religiosas dentro de un plazo, han de integrarse al resto de la población, dejando de vestir sus hábitos y viviendo en grupos de no más de dos personas, bajo la pena de guillotina en caso de no cumplirlo. Y para acabar, el Comité indica que Blanca, dejando entrever que ha habido una gestión familiar, al no haber realizado aún sus votos, puede regresar con su padre. Los diálogos de gran belleza sobre el valor de la entrega de sí mismas se suceden. Aprovechando una ausencia de la priora, quien no quiere que sus hijas asuman más compromisos, las religiosas se reúnen. En la asamblea deciden no sólo no renunciar, sino realizar un voto más, la del martirio. Blanca se encuentra presente y, pese a realizar un ademán de esconderse, también realiza el voto. Llegado el tiempo, los revolucionarios asaltan el convento y las religiosas son apresadas, salvo Blanca, que se ha fugado, vertiendo la vergüenza de su cobardía sobre toda la orden. Las religiosas son juzgadas y condenadas a muerte. Inician la subida una a una al Cadalso, uniéndose cada una al himno entonado por la precedente, y silenciado respectivamente, del Veni creator. De la comunidad primigenia parecen haberse librado de la guillotina el anciano capellán y la joven Blanca. Este es el punto en que debemos remitirnos a la lectura del libro reseñado.
   Vale la pena no desperdiciar la oportunidad de disfrutarla al menos una vez en la vida, aunque con una reserva: Si es Vd. joven y su preocupación es la del siglo, no lo haga ahora. Haría bien en esperar unos años. La razón es que los diálogos de este libro se construyen sobre la base de conceptos indeterminados, conceptos en blanco referidos al valor de las cosas que se entregan, que se renuncian, etc., conceptos que se han de llenar con las propias experiencias vitales. Por esto a partir de la edad madura podrá leerlo con frutos. En caso de que tenga gran interés, la solución está en leerlo en más de una ocasión. Si lo hace, comprobará que ninguna lectura es igual. ¡Cuánto cambiamos mientras existe el tiempo!

sábado, 18 de octubre de 2014

Chesterton: Nacer en una familia es un cuento de hadas


En busca de la belleza del modelo de familia
   Chesterton contestó los ataques contra la familia provenientes de intelectuales de su tiempo (Nietzche, Bernard Shaw, Conan Doyle) en sus obras Herejes  (1905) y La superstición del Divorcio (1918). Nos encontramos casi un siglo después a las puertas de un Sínodo que versa sobre la pastoral de la familia en la evangelización. Pese al tiempo transcurrido, esa institución no deja de suscitar cuestiones.  El presente artículo tiene como objeto presentar el pensamiento de Chesterton sobre la familia.
    Chesterton afirma de forma taxativa que los que atacan a la familia se equivocan. Pero también dice que los que defendemos ese concepto porque pensamos que es pacífico, agradable y unánime, también nos equivocamos. “Hay otra defensa de la familia que es posible” y para él evidente: “esa defensa es que la familia no es pacífica ni agradable ni unánime”.
   El momento en que nos encontramos a la familia por accidente
   En la vida hay momentos en que tenemos el control. Nosotros hacemos nuestros amigos. También nosotros elegimos nuestros enemigos. Pero la familia nos viene dada al azar. De ahí, la riqueza y diversidad de esta, pero también  las divergencias entre los miembros.
   De esta forma nuestro hermano George no está interesado en nuestras preocupaciones religiosas, sino que todo su mundo es el Trocadero Beach Club. Eso nos hace pacientes, viendo en George, lo que le preocupa a toda la Humanidad.
    Nuestra hermana Sara quiere ser actriz. Esta actitud de Sara sigue poniendo a nuestra familia dentro de la Humanidad.
   Nuestro tío Henry no aprueba las ambiciones de Sara. También tío Henry hace que esta familia se parezca a la Humanidad.
   De ese modo las familias son desagradables. Los familiares- insiste - son cargantes por los mismos motivos que la Humanidad es cargante. George es superficial igual que la Humanidad. Sarah es soñadora y poco práctica, igual que la Humanidad. El tío Henry es estúpido, como la Humanidad … y viejo, igual que la Humanidad.
   Las favoritas de G.K.C.
   Durante su vida Chesterton dirige su afecto especialmente a las familias víctimas de las injusticias del capitalismo. Porque ve que tienen defectos, es decir, porque verdaderamente tienen razón los que atacan a la familia, es por lo que Chesterton la considera la institución perfecta.
   Orgullosos de nuestra familia
   Para que, quienes vivimos en una familia no pacífica, divergente o desagradable, elevando la autoestima pasemos a vernos – no es necesario transformarla- como la perfecta familia, el consejo de Chesterton, seamos adultos o niños, seamos la parte fuerte o la parte débil, es la siguiente operación:
    1. ceder el control, renunciar uno a su parte y
    2. cambiar el punto de vista al del más vulnerable.
   Si has vivido, lector, en una familia y persistes, ya conoces la operación – renunciar, ceder, adoptar el punto de vista de otro, abandonar el control. En definitiva, se trata de hacer de nuestra vida no un libro de metafísica, sino una novela o mejor, un cuento de hadas. Y si la receta de Chesterton funciona, deberíamos terminar en ese cuento.
   La trama de toda novela sobre la familia siempre empieza con un romance. Pero al flirtear ejercemos un cierto control. Eso depende de nosotros, por ello la aventura suprema viene a ser …
    Nacer, algo verdaderamente nuevo  
    Aquí tenemos algo que no habíamos soñado: Nuestro padre y nuestra madre están al acecho y no nos dejan ni llorar tranquilos (“qué tendrá”, “es hambre”, “qué le pasará”,  “está destapado”, “tiene frío”, “tendrá sed”, “es propio de tu familia”)  y saltan sobre nosotros, como los bandidos de entre el boscaje. Acto seguido vemos por primera vez al tío George. Y nuestra tía Sara parece, toda nervio, un rayo sobre el papel azul oscuro de la habitación. Y sobre ese azul veremos cambiarse el sol ¡cada día!, porque “oh mundo de los mundos”, ese sol volverá mañana y por eso graba en el verde oscuro con letras de fuego ¡See you tomorrow! De eso, Chesterton tiene una buena explicación: “Cuando ingresamos en la familia por el acto de nacer, ingresamos en un mundo que es incalculable, un mundo que podía vivir sin nosotros, un mundo que no hicimos nosotros.” Y esto, lector, es la definición exacta de cuento de hadas.
    Es en este cuento que no escribimos y cuyo orden no dispusimos, que nos sorprendemos sin tener el control. Habiéndolo abandonado, aceptamos la familia que nos tocó al azar. Y la que ya no era pacífica, sino desagradable y divergente, ahora es la familia más perfecta que pudiera existir: la tuya. Y nos sentimos orgullosos de ella.
*   *   *

    En el próximo Sínodo Extraordinario sobre la pastoral de la Iglesia en el contexto de la evangelización reflexionaremos sobre la familia. Nos preguntamos si es aplicable el pensamiento de Chesterton. La respuesta depende en si podemos ver la Iglesia como una familia. Y en caso afirmativo, ¿es una familia agradable, pacífica y unánime – tal como a veces nos gusta presentarla?, ¿cuándo nacimos en ella, habíamos dispuesto nosotros su orden? Abandonar el control del entorno y la necesidad de elevar la mirada son las recetas de Chesterton. Y la del redactor es ir a la fuente: leer a Chesterton. Esta es una de las mejores recomendaciones que les puedo ofrecer.
Publicado en Aleteia, 15-10-14.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Julián Marías: El mayor error moral del s. XX ha sido ha sido la aceptación social del aborto.



    En el marco del centenario del nacimiento de Julián Marías presentamos este artículo, en que exponemos su pensamiento sobre el aborto y las ideas y acontecimientos que le condujeron a posicionarse públicamente a favor de la vida.
   Nadie puede permanecer indiferente ante las cosas. La filosofía de Marías es incompatible con el quietismo. Al hombre en general, le interesan las cosas porque está completamente arraigado en la Historia. Pero a los cristianos, nos afecta en particular, porque se nos ha rebelado que hay Vida después de la vida. La resurrección nos refiere la importancia de las cosas. Para el cristiano todo adquiere una importancia extraordinaria – decía en una entrevista- Si no tuviera tanta importancia esta vida nuestra, como proyecto, ¿no podría habernos colocado directamente Dios en la otra, en la perdurable?”.
    Como decía un santo coetáneo de Marías, el fundador del Opus Dei, la resurrección y el Cielo son la respuesta elocuente - no hacen falta más palabras- a la pregunta sobre el valor de las cosas y de las personas. 
    Este afán por conocer todo, le llevó a la Ciencia.
Jérôme Lejeune, médico parisino que descubrió
la etiología cromosómica del síndrome de Down.
    Por ello, mostró también curiosidad por lo científico. Para estudiar el aborto se asoció con el médico Jérôme Lejeune, uno de los padres de la genética moderna,  cuya colaboración fecunda se ha reflejado en el libro de Enrique González, Dejar vivir (Ed. Rialp, 2013).
El mayor error moral del siglo XX ha sido la aceptación social del aborto.
    Marías pronunció diversas conferencias sobre el aborto. Una fue particularmente emblemática. Se realizó en 1983 en la Universidad de Salamanca, con una asistencia multitudinaria y con repercusión también en los medios (ABC, Cuenta y Razón).
   Marías dice que respecto al aborto, se ha de separar la razón de las creencias religiosas, para alcanzar una solución universal. El enfoque religioso-cristiano es válido para los católicos, pero no exportable a los no creyentes. El punto de vista científico-biológico, sólo será vinculante a los que profesan la Ciencia como si fuera una Fe, a los cientifistas. Es necesario pues, construir un planteamiento antropológico que se fundamente en “ideas elementales”:
   1. El niño que va a nacer responde a las dicciones “quién”, “alguien”, porque es una persona. No le corresponde “qué”, “algo”. No es una cosa, es una persona.
    2. El niño por nacer es una realidad que irrumpe como novedad. Distinto a su padre y a su madre. No es parte de esta última, sino que el cuerpo del niño está alojado en la realidad corporal de la madre.
   3. El niño no nacido es una realidad viniente, un proyecto inacabado, una trama hacia su desenlace, como lo es cualquier otro ser humano, también el adulto. Y llegará, si no lo matamos por el camino.

   No expresaba que el aborto fuera algo malo en cuanto crimen, o  pecado. De hecho, sabía que descalificar el aborto como inmoral o ilegal, es tan poco como insinuar que son malos el homicidio, el asesinato o el infanticidio. Decía Julían Marías que la "monstruosidad" del s. xx había sido, respecto al aborto, su aceptación social.