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jueves, 22 de enero de 2015

Miguel Hernández, el poeta que al fin fue perdonado y perdonó (y II)

Dibujjo realizado por Antonio Buero Vallejo durante
una visita a Miguel Hernández en la prisión

   Ante el anuncio de que su mujer y su hijo estaban en la miseria, la impotencia del poeta se plasmó en Nanas de la cebolla. Pero a esta impotencia, se iba a unir otra: Se agravó una tuberculosis que padecía Miguel con anterioridad.
   El penal de Alicante, que era una institución de último rango, disponía de una enfermería, que no reunía las condiciones para atender a un enfermo grave. En el corazón del poeta, el rencor estaba reclamando su protagonismo.
   Enseña el Catecismo de la Iglesia que “Sólo Dios perdona los pecados” (CEC 1441). Y que si pedimos perdón por los nuestros, debemos también perdonar a los que nos han ofendido, porque “el Amor, como el Cuerpo de Cristo, es indivisible” (2840). Con la ayuda de Dios, el poeta tenía que perdonar y también, pedir perdón. Pero la evolución de su enfermedad estaba apremiando el final.
   Después de “Nanas de la cebolla”, que completaba un libro de encuadernación rudimentaria, los poemas de la cárcel posteriores fueron difíciles de ordenar para los estudiosos. Miguel los escribía en notas sueltas y salían de la prisión con las visitas más colaboradoras.
Casa museo en Orihuela
Uno de estos poemas, posiblemente el último, tiene por título “Eterna sombra”. Este poema es el resultado de un ejercicio introspectivo, para el que tenía tiempo en prisión.
   Como resultado de este ejercicio, observa en su alma la oscuridad más desolada.
   Yo que creí que la luz era mía / precipitado en la sombra me veo.
   En su interior sólo ve dientes. Para el poeta, como hemos visto, son símbolos del arma de un soldado. Introduce otra imagen: Las manos cerradas, los puños apretados representan la rabia.
   
   Sólo el fulgor de los puños cerrados,/ resplandor de los dientes que acechan.
   Dientes y puños de todos los lados
Miguel en la plaza de Ramón Sijé
en Orihuela en 1936
   Y los dos últimos versos de su vida, si no en orden cronológico, por la dificultad que señalábamos, sí en un orden lógico, dan a los acontecimientos un giro de 180 grados.
    ... en la lucha, una luz
   Pero hay un rayo de sol en la lucha / que siempre deja la sombra vencida.
  De estos versos se desprende la existencia de un perdón generador de paz para el poeta. Así su alma, ayudada por la irrupción de alguien que desprende luz, “por un rayo de sol en la lucha”, acabó con todos los rencores. Y luego vino la paz. Y después de la paz, el poeta falleció. Esto ocurrió según el certificado médico, como consecuencia de la tuberculosis que padecía.
   Los primeros pasos de Miguel y Josefina como novios, primero, y luego, como matrimonio, Ramón Sijé los había protegido en gran medida. Pero las amistades en el Cielo tienen algo de misterio: a qué intercesor debemos atribuir un favor o una gracia. En cualquier caso eran dos compañeros de escuela que habían prometido volver a verse.
   El momento había llegado.

miércoles, 21 de enero de 2015

Miguel Hernández, el poeta que al fin fue perdonado y perdonó (I)


 Y volverás a mi huerto y a mi higuera:

Por los altos andamios de las flores    

pajareará tu alma colmenera                

  Miguel Hernández (1935)                      

En Madrid en 1935
   Por su trabajo de pastor, tan vinculado a la tierra, Miguel tenía pronta la queja. Así en su juventud, llevaba tres heridas:
   … la de la muerte, la del amor, la de la vida.
   Y ante ellas su determinación era clara: No perdonaba al Universo que confabulaba para arrancar a sus seres queridos.
    Por esto sus heridas nos sitúan en el tema del perdón. Este artículo tiene como objeto realizar un recorrido por estas heridas a través de sus poesías más conocidas. Y su reto es saber si el poeta perdonó y pidió perdón en el umbral de su vida. Pero para saber su fin, antes debemos comenzar por el principio.
   Una niñez pobre
    El poeta nació en una familia de pastores de Orihuela. Pese a su origen humilde, pudo estudiar en el colegio de los jesuitas con una ayuda por su consideración de “niño de bolsillo pobre”.
    Pese a tener facilidad para aprender, tempranamente tuvo que dejar el colegio. Y lo hizo para unirse a sus hermanos, realizando el trabajo de pastor. Al dejar el colegio de los jesuitas, conservó la amistad con otro niño: Ramón Sijé.
   En su juventud, sorprendía a quien le conocía su carácter alegre y generoso. “Donde había un dolor, allí él estaba”, dirá más tarde Aleixandre. Entonces conoció a Josefina, una costurera cinco años más joven que él, pero en la práctica más adulta.
   El trabajo de pastor cobra factura al joven poeta
  Después de conocer a su novia, Miguel Hernández se descubre de carácter tosco e influenciable. Este carácter se iba a resolver en la tragedia de su vida.
   Miguel decidió trasladarse a Madrid para darse a conocer como poeta. En la capital residían Neruda, Alberti  y más tarde Aleixandre.
    En este ambiente, frecuentó las fiestas y el romance fugaz. Y finalmente, dejó de practicar su Fe.
Ramón Sijé en Orihuela
   Pero en su pueblo permanecía su novia, Josefina, a quien le seguían llegando noticias por medio de otras personas. También había quedado el amigo del colegio, Ramón Sijé, quien por carta le llamaba la atención sobre su conducta, tan alejada de sus intenciones iniciales. 
   Ramón le precedió en la muerte. En el poema “Elegía a Ramón Sijé” el poeta expresa la profundidad del dolor por la pérdida del amigo:
   … que por doler me duele hasta el aliento.
   Y se despide de él, al modo que lo hacen los escolares a fin de curso; con esa intensidad del momento, pero conscientes de volverse a ver:
 … que tenemos que hablar de muchas cosas/ compañero del alma compañero.

    La guerra civil
    Llama la atención que el poeta muestra mayor dolor, no por los peligros de la guerra que amenazan a sus compañeros que han quedado en Madrid, sino por la muerte de su amigo de la infancia, quien en las cartas le decía las verdades, sin ninguna adulación.
Miguel y Josefina Manresa en Jaén en 1937
   Además de este amor por su amigo, al poeta le caracteriza una fuerte preocupación social. Esta inquietud la canalizó alistándose en el ejército republicano, en el que luchó durante toda la guerra. Aunque realizó una breve interrupción para casarse con Josefina y tener su primogénito, que falleció a los pocos meses.
    Un pastor en la cárcel
  Terminada la contienda, poco después de nacer su segundo hijo, Miguel fue apresado y encarcelado. El motivo, atravesar clandestinamente la frontera de Portugal. Recibió entonces la carta de Josefina en que le decía que apenas podía amamantar a su hijo porque sólo comía pan y cebolla, lo que dará lugar a una nueva composición.
   Los dientes es un arma
   Así cuando en “Nanas de la cebolla” se refiere a los dientes, se refiere al arma que lleva en la guerra el soldado, las “ferocidades” del soldado. Y cuando la dentadura está cerrada, está indicando odio, rabia, “frontera de los besos”.
    Al octavo mes ríes /con cinco azahares.
   Con cinco diminutas / ferocidades…
   A estas heridas espirituales, se iban a unir ahora las físicas. De hecho, nos estamos alejando del final soñado para cualquier hombre pero, como se preguntaba un Obispo francés de su época: Tanta belleza, ¿podía estar tan alejada de Dios?
Publicado en Aleteia, 14-1-201

Serrat canta a Miguel Hernández

    El poeta de Orihuela compuso a su hijo recién nacido las Nanas de la cebolla, una de las canciones de cuna más bella de todos los tiempos. Pero también, una de las más reivindicativas. Si no la que más.
    Joan Manuel Serrat la cantó, no sin cierta provocación, sin un mínimo de la cual la comunicación entre el artista y el espectador sería imposible, recorriendo las principales dictaduras militares de los 80.
     Por cierto, si decimos de Unamuno que es "el escritor vasco" y no "del país vasco", ¿por qué decimos de Miguel Hernández,  el "poeta de Orihuela" y no el "poeta oriolano"?. 
   

   Por cierto, ¿Saben a que generación literaria perteneció Miguel Hernández? 
   Nos vemos pronto.

domingo, 14 de diciembre de 2014

"Los cuatro amores"

   Este artículo se publicó recientemente en aleteia. Y en esta prestigiosa web dio sus primeros pasos. Ahora es un honor presentarles en este blog:

   “Los cuatro amores” de C. S. Lewis
   Los tipos de amores, del más bajo al más alto, explicados por un escritor converso
   Los amores tienen cada uno una forma. Se levanta cada uno sobre la base de un amor más básico. La forma de uno será sillar del siguiente. Y así sucesivamente. El amor en su forma es análogo al modo con que las palabras se hilvanan unas con otras hasta formar las frases de un libro.
   Y cuando se trata de uno de C. S. Lewis, sabemos de antemano que versará sobre lo que anuncia. No tiene trampa, ni cartón: Todo está a la vista. En Los cuatro amores, la palabra amor, por ejemplo, aparece nada menos que  1.001 veces. El vocablo afecto lo hace en 242 ocasiones. Y amistad o amigo, en 466. Este ensayo, por tanto, hace honor a la honestidad de su autor.
    La virtud irlandesa de Lewis
    Junto con las Confesiones de San Agustín, Los cuatro amores es la obra más incisiva que haya escrito un converso. Aunque se bautizara en la Iglesia de Inglaterra, C. S. Lewis tiene la hospitalidad característica de su tierra. Por esto en sus páginas se sienten como en casa los cristianos de todas las confesiones.
     Del defensor de la Fe …
    La gran aportación de Los cuatro amores, la podemos hallar en la evolución de Lewis como escritor. Al hacerse cristiano, inicialmente escribió como apologista: buscó la demostración de las verdades divinas desde sus primeros principios.
    Si su vida fuera un banquete, después le llegaron los platos fuertes. Así, las amistades, que en su caso siempre fueron hombres, porque no creía en la amistad entre hombre y mujer.
   Aunque sí en el amor matrimonial. De hecho el fallecimiento de su mujer, tras una larga enfermedad, le provocó un inusualmente largo proceso de duelo. Pero este duelo, aunque ya se hallaba próximo al atardecer, no consiguió estancar su vida.              
    … al escritor del Amor
    Conforme evolucionaba la vida de Lewis, también experimentaba un cambio en los motivos literarios: De aquella primigenia demostración de las verdades de la Fe se desplazó a la exposición del Amor.
    El mérito de Los cuatro amores, más allá de su literalidad y peculiaridades, es precisamente situarnos en la centralidad del Amor en el mensaje cristiano.
   Carta de amores
   Esta centralidad hace que los amores vayan en ascenso, en un sentido de la criatura al Creador.
   También en este artículo lo abordaremos en el mismo orden que lo hace el autor y, de esta forma, llegaremos al final hasta al Amor de Dios. Pero en el festín de la vida comenzaremos por el primer plato.
                                                                          Afecto
El amor de las madres necesita dar y ser necesitado.
   Es principalmente el amor de los padres por su prole. Lo tenemos en común con los animales, lo cual por sí mismo no implica nada bueno ni malo, tomando en cuenta la distancia, claro. Está allí donde hay calor, lametones y olor a vida nueva. Así la madre que cuida al bebé. También la perra o la gata, a sus cachorros.
   Lewis se detiene en el amor de las madres. Este sigue un determinado principio. Es un amor que da, que necesita dar. No se agota sin embargo en ese dar, sino que precisa ser necesitado. Y cuando deja de ser necesitado, el planeta está lleno de madres que dicen que sus hijos no van a verlas o que no las llaman… Y esto porque es el más expansivo de los amores.
   Y es el más expansivo, porque es el más común de ellos. Por esto se extiende más allá de las relaciones maternofiliales. Y nos acerca a multitud de personas. Es el paradigma de amor que hace compañeros.                              
    En contraste, los otros amores son más selectivos.
                                         
                                             Amistad
La amistad, un plato fuerte en el
banquete de la vida

   Es el que surge entre los compañeros. Nace entre personas que realizan la misma actividad. Así entre los que desempeñan la misma profesión o entre los que tienen un pasatiempo en común. Pero no todos serán amigos, ¡gracias a Dios! Sólo lo serán, de entre los compañeros, quienes compartan una visión común o cuando en aquel grupo, se descubra una persona a la otra.
   Aunque es un amor selectivo, no somos nosotros los que elegimos a nuestros amigos. Es la Providencia la que lo ha hecho desde el amanecer de los tiempos. Por esto la amistad es un instrumento mediante el cual Dios revela a cada uno, como en un festín, las bellezas de todos los demás. En el festín es Él quien ha preparado la mesa. Luego ha elegido los invitados. Y es Él, en fin, a quien deberíamos permitir siempre que lo presidiera.
   De este festín tan espiritual y desinteresado, del que los griegos llegaron a entender que era el más parecido al divino, pasaremos a otro más corpóreo y sexualmente definido.
                                                      Eros
Eros, el amor de los que
están enamorados
   Es el amor entre el hombre y la mujer, concretamente la clase en que se encuentran los que se dice comúnmente que están enamorados.
   En este amor particular nos encontramos con los pasajes más opacos de Lewis. Hemos visto que cuando murió su mujer, experimentó un largo proceso de pérdida. Esto se debe a que pensaba que no la volvería a ver más.
   Y no la iba a ver de nuevo por el propio convencimiento de Lewis en el sistema propuesto en Los cuatro amores. En esta escala, el amor Caridad provoca, al asumirlos, que se extingan todos los amores inferiores. Esto incluye el amor matrimonial o eros.
   Por esto cualquier despedida es definitiva siempre. De ahí lo oneroso del duelo de su mujer. Y este es el motivo también por el que ve un cierto elemento trágico, de destino, en el desarrollo de los amores inferiores.
   Por tanto para Lewis, eros es una tragedia. Y lo es en el sentido de que se dirige a un destino inevitable: O bien se convierte en demonio, en cuyo caso los enamorados se van agrediendo hasta destruirse; o bien lo dirigimos a Dios y, entonces, eros es absorbido por un Amor superior.

 Caridad

    Es la misma sustancia de Dios, de la que la Escritura dice: Dios es Amor. Es el único que podemos decir, al menos sin perder la decencia, que con este Amor basta.
   En este sentido, San Agustín escribió: Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti. Por esto entre todos ellos, este es el Amor suficiente.
   Y al ser suficiente sale al rescate de los otros amores cuando fallan, especialmente en el caso de eros, y los absorbe y ordena, haciéndolos perdurar.
La Caridad es escasa en este mundo
   Debemos precisar aquí qué entiende Lewis por Caridad. Para él se trata de un concepto muy sustancial. Sus primicias no son lo que entendemos por rezar, estar en su presencia o quererle. Para Lewis la Caridad es estar en la plenitud de comunión con la sustancia divina. Es estar en el Cielo. Sus anticipos son algunos trances místicos. Por esto se trata de un amor muy escaso.
   Es tan escaso que desconocemos si lo hemos degustado en nuestra vida. Por tanto mientras haya tiempo, nuestra tarea será hacernos conscientes de su ausencia. Con lo cual tenemos un defecto y una ventaja: Al hacernos conscientes de algo, por ejemplo cuando recordamos un sueño, nos damos cuenta de que estábamos un poco despiertos.
   Pero si tuvieran interés en ser más informados de este Festín, deberán Vds. dirigirse a C. S. Lewis y los invitados que están en vela.
Publicado en aleteia el 10-12-2014

lunes, 3 de noviembre de 2014

Unamuno, el hombre roto al que la oración condujo al amor

   Es coetáneo de la Generación del 98, aunque se individualizó pronto en este grupo literario. Entre los escritores de esta generación, fue el mayor receptor de influencias extranjeras. Así recibió la secularización del racionalismo europeo, siendo importante para él la influencia de Hegel. También muestra su personalidad en los temas. Para sus coetáneos, tras la pérdida de las últimas colonias de la nación, la cuestión de referencia era la de España. Pero en Unamuno no se daba este interrogante porque tenía muy claro que España es su religión … hasta mi Cielo es español. En este artículo veremos cuál era la percepción que tenía Unamuno de las cosas desde su sentido religioso.

   Literariamente se encontraba más cerca de Calderón, que de sus congéneres. Con el poeta compartía la idea de que la vida es un sueño. En Niebla (1914), el protagonista Augusto Pérez va a visitarle porque es su creador y le dice que, al igual que el personaje es un ser soñado, también el escritor existe porque es un sueño de otro. Por esto morirá en cuanto Dios despierte. De igual manera dice Augusto que nosotros, los lectores, existimos porque alguien nos está soñando.
   Ciertamente tenía peculiaridades, las cuales han dado lugar a un adjetivo que incluso está incorporado al Diccionario: unamuniano. Sin embargo en su juventud tenía los mismos sueños y anhelos que cualquier otro ser humano.
   Al principio, cuando era feliz
   Amarlo todo, comprenderlo todo. Este es el lema de su juventud, que refleja un sentimiento típico de Castilla. Esta visión práctica le llevaba por ejemplo a opositar cuando tenía necesidad de aposentarse socialmente. Así lo relata un amigo de la infancia: Al comparecer ante el tribunal respetable, sacaba sin turbarse la papeleta de la suerte. Y rompía a hablar: “Sobre esto, fulano dice … y mengano añade”… Cuando el éxito era indudable, cuando le bastaba callar para haber vencido,… añadía imperturbable: “Y yo digo…”. ¡Lo que decía él!... Los sabios profesores se decían confidencialmente: “¡Sabe más que nosotros!”. El resultado … era siempre el mismo: una calificación que proclamaba su sabiduría pero lo excluía de la cátedra. Ganó la cátedra de griego en la Universidad de Salamanca, diciendo la resolución: Ninguno de los candidatos sabe realmente griego, pero sólo uno, Unamuno, tiene capacidad para aprenderlo. Con esta cátedra pudo casarse y establecer su hogar en la ciudad helmántica. Fueron tiempos de gran felicidad: En los ojos de mis hijos hay esplendor de alegría y de vida.
Comenzó a opositar para
para fundar una familia
   Unamuno tenía grandes cualidades humanas, empezando por la inteligencia, el pensamiento práctico, valorar la familia. Las virtudes sobrenaturales, como la fe, son una añadidura, por lo que para sostenerse, precisan de aquellas. Pero esta humanidad puede fallar, romperse. Para Unamuno eran momentos de gran felicidad familiar. Sin mencionarlos sería imposible comprender el alcance de la crisis que se avecinaba.
   Un familiar recuerda que cuando estaba dando clases, si un alumno se encontraba distraído, en el momento que menos se lo esperaba le hacía la pregunta:
   -¿Está Vd. preparado para la muerte?
   El descenso empezó con el pensamiento de la muerte. De ahí pasó, a girar todo en torno a esa idea. Finalmente, la fe no se sostuvo en un temperamento tan escrupuloso.
   Los períodos intermitentes de fe
   El especialista Charles Moeller, atribuye estas crisis al efecto nocivo de las abundantes lecturas escogidas arbitrariamente y lo ilustra con un dato: tras su muerte, se contaron en su biblioteca hasta ocho mil volúmenes, además de ellos casi todos estaban anotados. Él mismo reconoció “la cantidad ingente de filosofía que me engullí”, que le provocó un desorden, no sólo en la fe, sino en las tendencias psicológicas profundas. De ahí que se alternaran en Unamuno períodos de creencia, con otros de incredulidad.               
   En España, había alguna de las orientaciones de la catequesis escolar en que se primaba la moral respecto a otros aspectos de la religión, lo cual impedía a los muchachos aceptarse como imperfectos, perdonarse sus limitaciones. De esta forma, las ideas de condenación se convirtieron también en obsesión temprana. Este tipo de enseñanza de la religión, unida a la predisposición de su psicología escrupulosa, hicieron que Unamuno viera otro don volatilizarse.
   Una esperanza desesperanzada
   La esperanza cristiana se ha ilustrado como un puente que se apoya sobre dos pilares: uno es la llamada de Dios al ser humano y el otro, la promesa de salvarlo. Pero la de Unamuno es un puente tendido en el vacío, se apoya únicamente en saber que va a morir.
La obra se publicó en la
revista La novela de hoy
   Este aspecto lo explica en una breve novela, San Manuel Bueno Mártir (1931). Su protagonista, Manuel Bueno es un sacerdote rural.  Sólo le distingue una cosa de los otros sacerdotes: Manuel Bueno no tiene Esperanza. Cuando en la misa dominical reza el Credo, en la parte donde dice en la resurrección de los muertos, él calla.
   Don Manuel Bueno, es el alter ego de Unamuno. Con la misma actitud del personaje, Unamuno pone su esperanza constantemente a prueba. No carece de esta virtud, pero en ocasiones se ofusca y pierde la conexión con las referencias permanentes: Dios y la resurrección y el Cielo que promete.
   Llama la atención que, a pesar de estas faltas de fe y esperanza, Unamuno no renuncie a la religión que heredó de su madre, practicó en una parroquia de un barrio popular y maduró en reuniones juveniles de los jesuitas en Bilbao. Este contraste amontana las preguntas: ¿De dónde sacó las fuerzas Unamuno para continuar con la religiosidad que aún le quedaba? Y también, ¿ a qué ámbitos dirigió su virtud?
   Y a través de la oración
   Sus plegarias son líneas de diálogo que ascienden verticalmente hasta el Cielo. Y estas tienen su comienzo siempre en su ciudad: Salamanca.
   Esta ciudad alimentará su oración. Recibirá las palabras del sol “que ha dorado las piedras de sus torres, sus templos y sus palacios”. Al ser Salamanca una ciudad de luz, también es umbría. De ahí que le viniera la costumbre de mirar su propia sombra y, al caminar por los campos, le preguntaba a Dios: “si él era algo más que una sombra, si era un hombre real, un hombre de carne y hueso”. Esta pregunta, en que cuestiona la propia existencia, era recurrente entre los racionalistas. Es el pienso luego existo de Descartes. No es ajena a la naturaleza humana e incluso, puede resultar agradable a la razón. Y el hombre siempre busca lo agradable, pero acaba compadeciendo a quien sufre.
   Unamuno tenía predilección por los Cristos realistas, sangrantes de la piedad popular. Estas figuras las observaba  en las semanas santas de Bilbao y Salamanca. La atracción que sentía por ellas pone de manifiesto que la fuente de su oración es la Cruz de Cristo. Y este dolor de la humanidad del Crucificado es la que alimentaba su caridad. 
   … al Amor al pueblo que le había sido dado
Unamuno en los campos de Salamanca
   Al ver a Cristo con la Cruz, para Unamuno la actividad de amar sólo se realiza cuando hay dolor. Por esto el amor es compadecer, sufrir-con. Las penas personales, las de cada uno, las debe tragar el corazón, porque nuestro dolor sólo sirve de algo cuando se une al del pueblo: “Sólo el dolor del pueblo santifica”.
   El enamorado vive para su pueblo, para perpetuarlo y perpetuarse. Por esto el hombre cuando se incorpora a un pueblo, se une al espíritu de este y así, se eterniza. Esta noción la defiende en Del sentimiento trágico de la vida, ensayo que fue incluido en el hoy derogado Índice de Libros Prohibidos. Pese a que la idea de unirse el hombre a una sustancia espiritual para perdurar tiene la apariencia de herejía gnóstica, el rector de Salamanca no iba desencaminado, siempre que se le sepa entender, porque la incorporación al pueblo que peregrina, a la Iglesia, es lo que da la Vida.
   Unamuno tuvo diversos pueblos: sus alumnos de Salamanca, las gentes de su tierra vasca, cuya lengua apoyó en su tesis doctoral, y su matrimonio, del que tuvo nueve hijos.

   El pueblo que había recibido fue su amor. Y servirlo, su vocación.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Diálogo de carmelitas: Cómo Bernanos realizó de una estampa, una obra cumbre de la Literatura

   En el V centenario de Santa Teresa de Jesús, hemos querido presentar un libro que guarda especial relación con la santa reformadora, al narrar el martirio de unas carmelitas que habitaban un convento de Francia. Hasta aquellas tierras había resuelto extender las fundaciones por el dolor que experimentó, según explica en Camino de Perfección, al ver el daño que habían ocasionado los luteranos entre los franceses. Cuatro siglos después otro francés, George Bernanos, narró en Diálogo de Carmelitas la historia de las dieciséis hijas de Santa Teresa del convento de Compiègne martirizadas durante la Revolución francesa el 17 de julio de 1794.
   Dice la Historia que estas dieciséis carmelitas recibieron un juicio sumario y, el mismo día, no sin sorpresa de los testigos, subieron a la guillotina por su propio pie cantando el Veni creator. Fueron beatificadas por Pio X el 27 de mayo de 1906. El relato de Bernanos no es sencillo encontrarlo en castellano, por esto indicamos que existe una edición en papel y otra en e-book en Ed. Monte Carmelo.
   Como el relato se refiere a hechos históricos que se encuentran documentados han sido diversas las versiones y adaptaciones que se han realizado del martirio de las carmelitas de Compiègne. Esta diversidad ha sido importante para la difusión de estos hechos porque de no ser por la brillantez narrativa de los escritores que se fijaron en ellos, únicamente habría quedado constancia en las hagiografías de los breviarios. Existe una versión con el título de La última del patíbulo de la alemana Gertrud Von Le Fort. Bernanos conocía el texto alemán, pero no lo tenía consigo mientras escribía sus Diálogos en Túnez.
   Este es el testamento literario Bernanos pues, gravamente enfermo y con fiebres altas, quiso alternar su Vida de Cristo con la escritura de estos diálogos, cuyo último manuscrito, ya con una deficiente caligrafía, tuvo que ser descifrado por su voluntariosa secretaria. Bernanos, el Profeta, el escritor que nos transporta a lo eterno, encontró en el martirio de las carmelitas de Compiègne la historia que se ajustaba a su cadencia temática. La clave de Bernanos es siempre el misterio pascual: el paso de la muerte a la vida. De esta forma introduce su visión religiosa de una lucha entre Dios y el diablo, que no es dualista ni equilibrada, sino que se rige por el lema de que Todo es gracia. Para esta lucha contra las fuerzas del mal, la adolescente Blanca de la Force sólo cuenta con su espíritu de infancia, que es la bienaventuranza de los que se despertarán en el hombro de Cristo, la de los niños humillados, situación que denunció incansablemente Bernanos por Europa. También aporta el escritor a esta historia, sus personales giros narrativos, los cuales se aprecian desde el comienzo.
    El título responde a una premisa: Un grupo de personas que han decidido morir por una  causa, sin descender de momento a cuál sea esta, ¿de qué hablarán?, ¿utilizarán palabras convencionales y oportunas, quizás políticamente correctas?, ¿esconderán sus miedos, guardarán para sí los sentimientos? Con un lenguaje directo, sin reservas de realidad y descendiendo hasta el límite de cada pensamiento, la obra expresa con realismo naturalista la capacidad de entrega del ser humano y su superación del límite con la Gracia.
Mártires carmelitas de Compiègne.
Estampa de devoción popular.
   Bernanos logró sustentar los diálogos en una estructura narrativa sin fisuras, a pesar de las lagunas que se desprenden de la documentación histórica. Blanca de la Force, una joven de alta cuna, pide a su padre que la lleve al convento de Compiègne porque se siente llamada por Dios para entrar en el Carmelo. La priora entiende que en realidad no tiene vocación, sino el capricho de niña malcriada. Por esto impide que Blanca pueda realizar los votos. La priora también solicita a la comunidad y a su anciano capellán que, tras su tránsito, tampoco ellos le permitan entrar en la orden. Al final fallece la priora, tras una agonía recostada en el pecho de Blanca, sin que esto le abra las puertas. Pero Blanca, auténtico corazón de carmelita,  no abandona. La fama de ilusa y despistada que le crean las otras novicias no le favorece a sus intenciones de entrar en el Carmelo, para lo cual sólo requeriría al anciano capellán como testigo de sus promesas. Pero una tarde, el Comité revolucionario irrumpe en la clausura del convento para comunicar que el edificio y las tierras pasan a pertenecer al pueblo revolucionario. También les anuncia que las religiosas dentro de un plazo, han de integrarse al resto de la población, dejando de vestir sus hábitos y viviendo en grupos de no más de dos personas, bajo la pena de guillotina en caso de no cumplirlo. Y para acabar, el Comité indica que Blanca, dejando entrever que ha habido una gestión familiar, al no haber realizado aún sus votos, puede regresar con su padre. Los diálogos de gran belleza sobre el valor de la entrega de sí mismas se suceden. Aprovechando una ausencia de la priora, quien no quiere que sus hijas asuman más compromisos, las religiosas se reúnen. En la asamblea deciden no sólo no renunciar, sino realizar un voto más, la del martirio. Blanca se encuentra presente y, pese a realizar un ademán de esconderse, también realiza el voto. Llegado el tiempo, los revolucionarios asaltan el convento y las religiosas son apresadas, salvo Blanca, que se ha fugado, vertiendo la vergüenza de su cobardía sobre toda la orden. Las religiosas son juzgadas y condenadas a muerte. Inician la subida una a una al Cadalso, uniéndose cada una al himno entonado por la precedente, y silenciado respectivamente, del Veni creator. De la comunidad primigenia parecen haberse librado de la guillotina el anciano capellán y la joven Blanca. Este es el punto en que debemos remitirnos a la lectura del libro reseñado.
   Vale la pena no desperdiciar la oportunidad de disfrutarla al menos una vez en la vida, aunque con una reserva: Si es Vd. joven y su preocupación es la del siglo, no lo haga ahora. Haría bien en esperar unos años. La razón es que los diálogos de este libro se construyen sobre la base de conceptos indeterminados, conceptos en blanco referidos al valor de las cosas que se entregan, que se renuncian, etc., conceptos que se han de llenar con las propias experiencias vitales. Por esto a partir de la edad madura podrá leerlo con frutos. En caso de que tenga gran interés, la solución está en leerlo en más de una ocasión. Si lo hace, comprobará que ninguna lectura es igual. ¡Cuánto cambiamos mientras existe el tiempo!

lunes, 27 de octubre de 2014

El juez


  
 Hank Palmer, un abogado de Nueva York que está en pleno triunfo de su carrera, le comunican que ha muerto su madre. Regresará al sur, a una pequeña localidad de Indiana, donde encontrará a su padre, Joseph Palmer, que ejerce de Juez en la población, con quien no se habla desde hace veinte años, a sus hermanos y a una antigua novia que le lleva esperando, no literal, sino sentimentalmente, todo ese período. La misma noche del funeral, el padre es acusado de asesinato de un joven al que había juzgado. Hank será el encargado de defenderle.
   Para este drama judicial, la Warner Bross ha realizado un esfuerzo con el que encara el disparo de salida para los premios de la Academia. Para ello tiene entre sus intérpretes, a dos galardonados con la estatuilla. Robert Duvall (Gracias y favores, 1983) en el papel de juez, y Billy Bob Thornton (guión adaptado de Sling Blade, 1996) que hace el papel de fiscal.
  En este film se nos muestra como a incomunicación hace que una familia que un día fue feliz, levante témpanos de hielo entre sus miembros. La historia de relaciones personales en un pequeño pueblo del sur es compleja pero los distintos ritmos narrativos permiten asimilarla con sentido. El guión, desde la trepidación del trhiller, transita hasta la contemplación del drama en el que, están avisados, hay quien precisa pañuelos.

sábado, 18 de octubre de 2014

Chesterton: Nacer en una familia es un cuento de hadas


En busca de la belleza del modelo de familia
   Chesterton contestó los ataques contra la familia provenientes de intelectuales de su tiempo (Nietzche, Bernard Shaw, Conan Doyle) en sus obras Herejes  (1905) y La superstición del Divorcio (1918). Nos encontramos casi un siglo después a las puertas de un Sínodo que versa sobre la pastoral de la familia en la evangelización. Pese al tiempo transcurrido, esa institución no deja de suscitar cuestiones.  El presente artículo tiene como objeto presentar el pensamiento de Chesterton sobre la familia.
    Chesterton afirma de forma taxativa que los que atacan a la familia se equivocan. Pero también dice que los que defendemos ese concepto porque pensamos que es pacífico, agradable y unánime, también nos equivocamos. “Hay otra defensa de la familia que es posible” y para él evidente: “esa defensa es que la familia no es pacífica ni agradable ni unánime”.
   El momento en que nos encontramos a la familia por accidente
   En la vida hay momentos en que tenemos el control. Nosotros hacemos nuestros amigos. También nosotros elegimos nuestros enemigos. Pero la familia nos viene dada al azar. De ahí, la riqueza y diversidad de esta, pero también  las divergencias entre los miembros.
   De esta forma nuestro hermano George no está interesado en nuestras preocupaciones religiosas, sino que todo su mundo es el Trocadero Beach Club. Eso nos hace pacientes, viendo en George, lo que le preocupa a toda la Humanidad.
    Nuestra hermana Sara quiere ser actriz. Esta actitud de Sara sigue poniendo a nuestra familia dentro de la Humanidad.
   Nuestro tío Henry no aprueba las ambiciones de Sara. También tío Henry hace que esta familia se parezca a la Humanidad.
   De ese modo las familias son desagradables. Los familiares- insiste - son cargantes por los mismos motivos que la Humanidad es cargante. George es superficial igual que la Humanidad. Sarah es soñadora y poco práctica, igual que la Humanidad. El tío Henry es estúpido, como la Humanidad … y viejo, igual que la Humanidad.
   Las favoritas de G.K.C.
   Durante su vida Chesterton dirige su afecto especialmente a las familias víctimas de las injusticias del capitalismo. Porque ve que tienen defectos, es decir, porque verdaderamente tienen razón los que atacan a la familia, es por lo que Chesterton la considera la institución perfecta.
   Orgullosos de nuestra familia
   Para que, quienes vivimos en una familia no pacífica, divergente o desagradable, elevando la autoestima pasemos a vernos – no es necesario transformarla- como la perfecta familia, el consejo de Chesterton, seamos adultos o niños, seamos la parte fuerte o la parte débil, es la siguiente operación:
    1. ceder el control, renunciar uno a su parte y
    2. cambiar el punto de vista al del más vulnerable.
   Si has vivido, lector, en una familia y persistes, ya conoces la operación – renunciar, ceder, adoptar el punto de vista de otro, abandonar el control. En definitiva, se trata de hacer de nuestra vida no un libro de metafísica, sino una novela o mejor, un cuento de hadas. Y si la receta de Chesterton funciona, deberíamos terminar en ese cuento.
   La trama de toda novela sobre la familia siempre empieza con un romance. Pero al flirtear ejercemos un cierto control. Eso depende de nosotros, por ello la aventura suprema viene a ser …
    Nacer, algo verdaderamente nuevo  
    Aquí tenemos algo que no habíamos soñado: Nuestro padre y nuestra madre están al acecho y no nos dejan ni llorar tranquilos (“qué tendrá”, “es hambre”, “qué le pasará”,  “está destapado”, “tiene frío”, “tendrá sed”, “es propio de tu familia”)  y saltan sobre nosotros, como los bandidos de entre el boscaje. Acto seguido vemos por primera vez al tío George. Y nuestra tía Sara parece, toda nervio, un rayo sobre el papel azul oscuro de la habitación. Y sobre ese azul veremos cambiarse el sol ¡cada día!, porque “oh mundo de los mundos”, ese sol volverá mañana y por eso graba en el verde oscuro con letras de fuego ¡See you tomorrow! De eso, Chesterton tiene una buena explicación: “Cuando ingresamos en la familia por el acto de nacer, ingresamos en un mundo que es incalculable, un mundo que podía vivir sin nosotros, un mundo que no hicimos nosotros.” Y esto, lector, es la definición exacta de cuento de hadas.
    Es en este cuento que no escribimos y cuyo orden no dispusimos, que nos sorprendemos sin tener el control. Habiéndolo abandonado, aceptamos la familia que nos tocó al azar. Y la que ya no era pacífica, sino desagradable y divergente, ahora es la familia más perfecta que pudiera existir: la tuya. Y nos sentimos orgullosos de ella.
*   *   *

    En el próximo Sínodo Extraordinario sobre la pastoral de la Iglesia en el contexto de la evangelización reflexionaremos sobre la familia. Nos preguntamos si es aplicable el pensamiento de Chesterton. La respuesta depende en si podemos ver la Iglesia como una familia. Y en caso afirmativo, ¿es una familia agradable, pacífica y unánime – tal como a veces nos gusta presentarla?, ¿cuándo nacimos en ella, habíamos dispuesto nosotros su orden? Abandonar el control del entorno y la necesidad de elevar la mirada son las recetas de Chesterton. Y la del redactor es ir a la fuente: leer a Chesterton. Esta es una de las mejores recomendaciones que les puedo ofrecer.
Publicado en Aleteia, 15-10-14.

viernes, 17 de octubre de 2014

Chesterton, la función de educar a los hijos

Que nadie usurpe esa función


  El escritor inglés Gilbert K. Chesterton (1874-1936) trató en diversos ensayos sobre la familia. En la actualidad, la Iglesia ha convocado un Sínodo Extraordinario cuyo objeto es la pastoral en ese campo. Estamos publicando en aleteia una serie de artículos sobre el pensamiento de Chesterton acerca del modelo familiar. El presente versa sobre los niños en la familia.    
   Tras la I guerra mundial hubo un tiempo de escasez en Europa. En ese marco de pobreza, a Chesterton no le parece rentable que para el trabajo que queda sin hacer, se contrate a otras personas. Ese es el mecanismo de una costumbre arraigada en las familias inglesas, el cual consiste en incorporar a la casa diversas profesionales: asistentas, planchadoras, niñeras.
   Las sustituciones sucesivas
   Para el trabajo del hogar se contrata una asistenta, plantea Chesterton. Esta a su vez debe pagar a alguien para que haga esa labor en su casa. Y así sucesivamente. De esta forma se satisface el viejo sueño capitalista de un infinito acopio de asistentas.
  También está la planchadora. Lo intolerable, dice Chesterton, es que acabemos haciendo la colada de otros, sobretodo si visten delantal.
   Y la niñera. Lo gracioso de esta profesión es su gramática. Niñ- es un genérico que tiene regusto a “colectivos de niños intercambiables”.
   Pero el niño no precisa tanto de una niñera, sino de la más individual atención de los individuales padres al individual niño.
  Sólo las cosas destruibles y partibles se pueden intercambiar. A nadie se le ocurre ir a una escuela y decir “Póngame veinte centímetros de niño”. Posiblemente saldría en todos los periódicos. Además de la ignorancia que supone no saber dónde empieza y termina un niño. Por ello a la par que individual, el niño es indivisible. Y su educación es la función menos intercambiable de la familia.
   La familia es insustituible
   Pero ese principio corre peligro. En la educación temprana los padres son amateurs, con un conocimiento basado en las experiencias. A continuación aparece el oficialismo de los padres, muy rígido en la acción y más amoroso en el propósito.
   Después llega la escolarización. La educación moderna está basada en que un padre tiene más posibilidades de ser cruel con su hijo que cualquier otra persona.
   Así una madre no es siempre sensata en cuanto a la dieta de su hijo, así que la escuela lo entrega al doctor Crippen. Se opina que un padre no enseña a sus hijos la moralidad más pura, así que lo pone bajo la tutela de Eugene Aram.
   Debemos hacer una breve explicación. Chesterton acaba de poner a cada niño en manos de sendos delincuentes conocidos en su época. Hawley Harvey Crippen, el dietista, era un homeópata americano que fue ahorcado por el asesinato de su esposa. El encargado de la moral del niño, Eugene Aran, fue un maestro sospechoso de fraude, que además mató a su cómplice, siendo por ello ejecutado.
   Esto nos sitúa en un escenario de mal pronóstico: Se presume que son más crueles los padres que aquellos conocidos criminales. Y eso es como pensar que, al robar unos lobeznos, la loba no los defenderá. Por ello cuando el principio coercitivo complete su proceso, cualquiera será considerado bueno para educar a nuestros hijos, cualquiera…  menos sus padres.
  Pero Chesterton, como el conejo que el mago saca de la chistera, nos sorprende con una generosa cantidad de optimismo. Para ello hace un giro de 180 º y nos remite a un modelo de familia, siendo una, en la que Dios fue educado, creciendo en estatura, sabiduría y Gracia.
   La solución se ve al revés
   Cuando una imagen la han girado, entonces hay que hacer la operación inversa. Eso es lo que sucedió con la familia en la civilización pagana. El Cristianismo- dice Chesterton-  es la revolución más asombrosa que se haya imaginado nunca. Pero esa gran fuerza no destruyó el mundo pagano. Sólo lo invirtió. Es decir, “no negó la tríada de
1. padre,   2. madre e  3. hijo;
simplemente la leyó al revés, convirtiéndola en
3. hijo, 2. madre y 1. padre.
    Eso no se llama ya familia, sino la Sagrada Familia”.
   ¿Qué enseñanza aprendemos de Chesterton para la educación de nuestros hijos? Más que enseñanza es una actitud: mirar arriba, sea en la postura que sea, porque muchas cosas se vuelven sagradas al darles la vuelta patas arriba. Y María, que guardaba aquellas cosas en su corazón, tendrá la mirada puesta en la Iglesia.

   Ese reflexionar sobre la belleza y los valores de la familia, junto con llegar a aquellas que están pasando situaciones difíciles, ha motivado al Papa a convocar el Sínodo Extraordinario en la Iglesia. Con esta serie de artículos, queremos acompañarles en ese camino. Es ambicioso, pero creemos que vale la pena: Chesterton conoce su oficio y … ya empezamos a ver las cosas.
 Publicado en Aleteia, 5-10-14, con el título
Chesterton: ¿Cómo el Cristianismo salvó la familia? ¡Dándole la vuelta! 

jueves, 16 de octubre de 2014

Familia: futuro imperfecto

Cómo contestó Chesterton a los que se oponían a la familia

A Jaume Vallcorba. In Memoriam
Gracias por haber editado con oficio a Chesterton en castellano
   Tras la I Guerra Mundial existía un descenso demográfico en toda Europa. Algunos partidos habían propuesto una ampliación del divorcio. Entonces Chesterton publicó el libro La superstición del divorcio (1918), que venía a desarrollar el esquema inicial de Herejes (1905). El objeto de este artículo es exponer su filosofía sobre la institución de la familia.
    Sostiene Chesterton que la variedad de miembros en la familia, supone una riqueza, pero también provoca divergencias.
   La discreta tendencia a evadirse
   En momentos de dificultad, imaginamos cómo sería nuestra vida de haber nacido en otra familia, o de habernos casado con otra persona. Pero no lo podremos saber nunca, a menos que sigamos su consejo: “bajar por la chimenea a cualquier casa, al azar”, y relacionarnos lo mejor que pudiéramos con la gente que hubiera en ella. Y esa es exactamente la definición de nacer.
   Intentamos seguir con nuestro plan de huida. Entonces lo llevamos a cabo volcando nuestro amor en personas que se hallan en el extremo opuesto del planeta, por ejemplo proporcionando alimentos a madres pobres de Africa. Esto nos dará algunas ventajas: aquellas personas no se enfadarán si llevamos una mancha en la corbata. Tampoco nos arruinarán el domingo con un plan inoportuno. De esta manera con ese plan de huida, uno sigue el principio de alejarse de su casa y tiene pronta la justificación: dice que huye de su familia porque es aburrida. Falso; huye de su familia porque es de largo muy excitante. Y es excitante porque es exigente. Y es exigente porque está viva.
   El divorcio no es solución
   Finalmente si del marido hablamos, tendrá dos posibles evasiones. El suicidio y el divorcio. Son los dos viejos consejeros que acompañan a todo desesperado. El divorcio libera del matrimonio y el suicidio ... también. Pero se distinguen estadísticamente, pues el fin de la vida sólo es uno, mientras que en los países con legislación divorcista, el amor muere cada día.
   Sin embargo, el fin del romance no tiene porqué hundir el barco, porque el matrimonio no se sustenta en ese sentimiento, sino en una promesa formal que hicieron marido y mujer. Por eso al hombre que se divorcia, no le acusa de romántico, sino de traidor, diciéndolo no porque el barco se haya hundido, sino porque lo ha abandonado uno de sus capitanes. Lo que se deshace el divorcio no sólo es esa promesa, sino también el corazón del que ha permanecido fiel a lo que prometió.
   Conscientes de lo que deshacen, quienes promueven el divorcio a la vez proponen una contramedida que compense las pérdidas y los alimentos. Eso supone un doble acto de fe: en el talonario y en un buen abogado. Y respecto a los que piensan que la traición y la tragedia se curan con dinero y un abogado, no pondríamos la mano en el fuego por  la honorabilidad de su pasado.
   El amor como sacrificio                                                                      
    Pero el escritor inglés considera desacertado el cliché romántico del amor como sentimiento. En realidad es algo más esforzado: A nuestra mujer la hemos de amar simplemente porque “está allí”, por el hecho “ser-nuestra-esposa”. A nuestro padre lo hemos de querer meramente por la razón “ser-nuestro-padre”. Y amando a la Humanidad que nos ha sido dada, lo hacemos a toda. Es decir, en familia vivimos el Evangelio. Por ello los ataques a la familia en realidad tratan de prevenir todo Cristianismo.

   Para buscar soluciones, cada una de sus palabras se dirige a elevar el ánimo, igual que cada árbol, aunque sus ramas vayan en diferentes direcciones, apunta al cielo. Por ello continuaremos presentando recetas familiares en la dirección que apunta.
 Publicado en Aleteia, http://www.aleteia.org, 30-9-14, con el título 
La familia según Chesterton: Futuro imperfecto.

martes, 5 de agosto de 2014

EL OCTAVO SAMURAI (y II).

UNA MIRADA OCCIDENTAL AL CINE DE KUROSAWA

   Recapitulación: Kurosawa aporta unos valores propios de la espiritualidad oriental en  Rashomon, Los siete samurais o Dersu Uzala, como es el respeto a los ancianos y a los progenitores. En Vivir muestra la necesidad del hombre de prepararse, ordenando la vida, cuando esta te acerca al umbral. A pesar de la profundidad de su mensaje, el elevado coste de las producciones de este director obstaculizaba encontrar productores, lo que le llevó a caer en una crisis creativa.
El ejército de uno de los hermanos en Ran. El color "rojo"
prefigura que es el del más sanguinario.   
   Steven Spielberg y George Lucas, admiradores del maestro japonés, viendo la crisis que atravesaba, apostaron por el director y produjeron los dos films siguientes. De hecho, Lucas se había inspirado en los samuráis de Kurosawa para el diseño de los guerreros de la saga Star Wars. Kurosawa ya era septuagenario al empezar su "aventura americana".
   Ran. La necesidad de examinar la conciencia.
   Ran (1985) es una recreación del drama  El rey Lear, de W. Shakespeare. En ella, el señor de la casa feudal Ichimonji, como consecuencia de un sueño premonitorio de futuras desgracias, decide repartir el reino entre sus hijos. Eso supondrá la guerra entre los hermanos por el reino recibido, lo que conducirá la locura del antiguo señor.
   Plantea cuestiones morales interesantes, sobre el ejemplo que los padres deberían dar a los hijos o si un rey está obligado dar piedad, ofrendas, a la Divinidad. Pero estas cuestiones ya se encuentran en el drama original de Shakespeare. Una de las peculiaridades del  film consiste en que los que defienden los intereses y pretensiones de los personajes no son los propios interesados, sino sus padres, demostrando el respeto oriental por la figura del cabeza de familia.
Tatsuya Nakaday en un fotograma de Ran
   El otro punto en que la cinta enriquece la obra shakespeariana radica en la concidencia en la ancianidad del rey y el cineasta. Kurosawa, con cierta percepción de su edad avanzada, viendo que podría hallarse ante su testamento cinematográfico, definió el relato como “una serie de acontecimientos humanos observados desde el Cielo”. De hecho, el valor que Ran aporta a la filmografía de Kurosawa es la constatación de la necesidad que observa en todas las gentes de todas las culturas, de hacer autocrítica, al aproximarse a determinados períodos de la vida (como ya hiciera con el Sr. Watanabe en Vivir). El anciano tipo del film de Kurosawa se examina de la coherencia de la propia vida; no una vida vista como una línea recta, como la vemos en Occidente, sino una circular: "la vida que acaba muriendo, de modo similar a como empezó, llorando".
   Finalmente, dirigió Sueños (Dreams, 1990), dividida en ocho episodios, de colores vivos y gran impulso visual.
   Como la acusación a los samuráis que habitan los fotogramas de Kurosawa, que son más duras cuando implican deshonor, que cuando conllevan prisión o muerte; así, al cineasta le llovieron las críticas por haberse vendido al capital de Hollywood, renunciando a su espiritualidad oriental, sin que quedara ningún resto en su cine póstumo. Si fuera así, deberíamos reconocer que su vida no fue coherente y haber elegido un personaje más edificante . Sin embargo, las imágenes que se conservan muestran otra cosa. 
   Kurosawa recibió su tercer Oscar en 1990, esta vez el Honorífico a toda una carrera. El auditorio se puso en pie para aplaudirle. Sin embargo, se produjeron unos segundos de desconcierto, pues el maestro no se levantaba de su asiento. El viejo permaneció sentado, a unos 50 cm. del suelo, contemplando a su alrededor. Un joven, desde el escenario, le hizo un ademán para que se acercara a recoger la estatuilla. El viejo Kurosawa posiblemente se preguntaba, ¿qué joven de aquella extraña familia de la Academia de Hollywood estaría reclamando su sabiduría, le estaría pidiendo consejo? En el escenario un jovencísimo Steven Spielberg continuaba gesticulando. El maestro, despacio, con esa lentitud como quienes tienen respeto, se levantó.

viernes, 1 de agosto de 2014

EL OCTAVO SAMURAI

UNA MIRADA OCCIDENTAL AL CINE  DE KUROSAWA

Durante el rodaje de Ran.
   No resulta familiar al espectador occidental el look de los films japoneses, lo cual tiene sus razones. En las reuniones de las familias japonesas se da mucha importancia a la opinión de los ancianos. Sin embargo, estos habitualmente se limitan a escuchar y observar. Sólo comparten su sabiduría cuando son interpelados por miembros más jóvenes de la familia. Los cineastas de la generación de Kurosawa, colocaban la cámara a tan sólo 50 cm. del suelo. Esa es la altura desde la que un anciano japonés contempla la realidad sentado sobre un tatami.
   Kurosawa ha sido el cineasta que mejor ha representado la sensibilidad oriental sobre el ser humano en el s. XX. Un especialista, J. Mª Caparrós, tiene razón en afirmar la imposibilidad de alcanzar la Verdad desde su posición Panteísta:
   “Pues Akira Kurosawa parece encerrarse en un Universo puramente humano, que no trasciende al Más Allá. Es una lástima, por tanto, que este maestro del cine no alcanzara (como tampoco otros humanistas de la pantalla: Orson Welles y, sobre todo, Ingmar Bergman) a captar la Verdad. Una verdad que él sólo supo descubrir en el cultivo del Arte y en la defensa de la Naturaleza” (El testamento Fílmico de Akira Kurosawa, FILMHISTORIA Online, Vol. XX, nº 2).    
   Sin embargo, la espiritualidad del cine de Kurosawa tiene valores comunes con la civilización occidental de raíces cristianas, incluso en algunos casos, valores que merecerían ser inculturizados, como el respeto a los ancianos, a los progenitores o la necesidad de examinar en el final de la vida la coherencia de esta, haciendo testamento y programando los últimos momentos, si fuese necesario para esa coherencia.
   Con Rashomon (1950), Kurosawa tuvo un debut prometedor al ganar el Oscar a la mejor película extranjera. En ella, diversos personajes explican las distintas versiones que han declarado a la policía acerca de un asesinato. La cuestión central gira en torno a la distinción entre la verdad y la mentira.
   Vivir. En busca de la Vida después de la vida.
Takashi Shimura en un fotograma de Vivir

   En Vivir, (Ikiru, 1952), el cine de Kurosawa alcanza su cumbre. El Sr. Watanabe, un funcionario gris y triste (Takashi Shimura), que ya en la introducción nos lo presentan “sin vida”, le diagnostican un cáncer de estómago. Sabe que le quedan pocos días. Después de una elipsis de cinco meses, se nos informa que Watanabe ha muerto. Acuden a su funeral los jefes de su empresa. Les ha nombrado albaceas de su última voluntad. Pero comienzan a excusarse, preguntándose si Watanabe estaba en sus cabales al hacer testamento, teniendo en cuenta el comportamiento infantil que había tenido los últimos meses. Watanabe había decidido que su patrimonio se destinaría a construir un parque para la comunidad. El film muestra un hombre en busca, no sólo de sentido, sino de la Vida misma. También aparece el gran respeto por la Vejez, común a toda la sensibilidad oriental, que tiene su causa en la admiración por la Sabiduría de los ancianos.
   En Los siete samuráis (Shichinin no Samurai, 1954), un pueblo de campesinos recibe cada año el pillaje de unos bandidos, que les roban la cosecha. Desesperados, toman la determinación de pedir ayuda a un samurai (Takashi Shimura). El samurái elegido reclutará a otros cinco. Más otro joven, que los campesinos hacen pasar por samurái (Toshiro Mifune). Los niños tienen a los samuráis como héroes. Esto expresa que se ha constituido una relación, en cierta manera espiritual, entre el pueblo y sus protectores.
Dersu Uzala, una gran producción rodada
en 70 mm.
 El cazador (Dersu Uzala, 1975). Con esta cinta, ganó la segunda estatuilla de la Academia, la de mejor película extranjera.
 Tras este film, Kurosawa cayó en desgracia en su país. No encontraba productores para sus películas. Por ello, tuvo que emigrar a la Unión Soviética, donde las autoridades produjeron un costosísimo film intimista sobre la amistad entre un topógrafo y un anciano cazador, situado en el escenario de la taiga rusa cercana a Mongolia, titulado
  A pesar de ello, Kurosawa seguía siendo considerado poco fiable para invertir dinero en su proyectos. Con el maestro en crisis creadora, su recuperación pasaría por la "occidentalización" de su Cine y por dos nombres propios: George Lucas y Steven Spielberg.