Mostrando entradas con la etiqueta aleteia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta aleteia. Mostrar todas las entradas

jueves, 22 de enero de 2015

Miguel Hernández, el poeta que al fin fue perdonado y perdonó (y II)

Dibujjo realizado por Antonio Buero Vallejo durante
una visita a Miguel Hernández en la prisión

   Ante el anuncio de que su mujer y su hijo estaban en la miseria, la impotencia del poeta se plasmó en Nanas de la cebolla. Pero a esta impotencia, se iba a unir otra: Se agravó una tuberculosis que padecía Miguel con anterioridad.
   El penal de Alicante, que era una institución de último rango, disponía de una enfermería, que no reunía las condiciones para atender a un enfermo grave. En el corazón del poeta, el rencor estaba reclamando su protagonismo.
   Enseña el Catecismo de la Iglesia que “Sólo Dios perdona los pecados” (CEC 1441). Y que si pedimos perdón por los nuestros, debemos también perdonar a los que nos han ofendido, porque “el Amor, como el Cuerpo de Cristo, es indivisible” (2840). Con la ayuda de Dios, el poeta tenía que perdonar y también, pedir perdón. Pero la evolución de su enfermedad estaba apremiando el final.
   Después de “Nanas de la cebolla”, que completaba un libro de encuadernación rudimentaria, los poemas de la cárcel posteriores fueron difíciles de ordenar para los estudiosos. Miguel los escribía en notas sueltas y salían de la prisión con las visitas más colaboradoras.
Casa museo en Orihuela
Uno de estos poemas, posiblemente el último, tiene por título “Eterna sombra”. Este poema es el resultado de un ejercicio introspectivo, para el que tenía tiempo en prisión.
   Como resultado de este ejercicio, observa en su alma la oscuridad más desolada.
   Yo que creí que la luz era mía / precipitado en la sombra me veo.
   En su interior sólo ve dientes. Para el poeta, como hemos visto, son símbolos del arma de un soldado. Introduce otra imagen: Las manos cerradas, los puños apretados representan la rabia.
   
   Sólo el fulgor de los puños cerrados,/ resplandor de los dientes que acechan.
   Dientes y puños de todos los lados
Miguel en la plaza de Ramón Sijé
en Orihuela en 1936
   Y los dos últimos versos de su vida, si no en orden cronológico, por la dificultad que señalábamos, sí en un orden lógico, dan a los acontecimientos un giro de 180 grados.
    ... en la lucha, una luz
   Pero hay un rayo de sol en la lucha / que siempre deja la sombra vencida.
  De estos versos se desprende la existencia de un perdón generador de paz para el poeta. Así su alma, ayudada por la irrupción de alguien que desprende luz, “por un rayo de sol en la lucha”, acabó con todos los rencores. Y luego vino la paz. Y después de la paz, el poeta falleció. Esto ocurrió según el certificado médico, como consecuencia de la tuberculosis que padecía.
   Los primeros pasos de Miguel y Josefina como novios, primero, y luego, como matrimonio, Ramón Sijé los había protegido en gran medida. Pero las amistades en el Cielo tienen algo de misterio: a qué intercesor debemos atribuir un favor o una gracia. En cualquier caso eran dos compañeros de escuela que habían prometido volver a verse.
   El momento había llegado.

miércoles, 21 de enero de 2015

Miguel Hernández, el poeta que al fin fue perdonado y perdonó (I)


 Y volverás a mi huerto y a mi higuera:

Por los altos andamios de las flores    

pajareará tu alma colmenera                

  Miguel Hernández (1935)                      

En Madrid en 1935
   Por su trabajo de pastor, tan vinculado a la tierra, Miguel tenía pronta la queja. Así en su juventud, llevaba tres heridas:
   … la de la muerte, la del amor, la de la vida.
   Y ante ellas su determinación era clara: No perdonaba al Universo que confabulaba para arrancar a sus seres queridos.
    Por esto sus heridas nos sitúan en el tema del perdón. Este artículo tiene como objeto realizar un recorrido por estas heridas a través de sus poesías más conocidas. Y su reto es saber si el poeta perdonó y pidió perdón en el umbral de su vida. Pero para saber su fin, antes debemos comenzar por el principio.
   Una niñez pobre
    El poeta nació en una familia de pastores de Orihuela. Pese a su origen humilde, pudo estudiar en el colegio de los jesuitas con una ayuda por su consideración de “niño de bolsillo pobre”.
    Pese a tener facilidad para aprender, tempranamente tuvo que dejar el colegio. Y lo hizo para unirse a sus hermanos, realizando el trabajo de pastor. Al dejar el colegio de los jesuitas, conservó la amistad con otro niño: Ramón Sijé.
   En su juventud, sorprendía a quien le conocía su carácter alegre y generoso. “Donde había un dolor, allí él estaba”, dirá más tarde Aleixandre. Entonces conoció a Josefina, una costurera cinco años más joven que él, pero en la práctica más adulta.
   El trabajo de pastor cobra factura al joven poeta
  Después de conocer a su novia, Miguel Hernández se descubre de carácter tosco e influenciable. Este carácter se iba a resolver en la tragedia de su vida.
   Miguel decidió trasladarse a Madrid para darse a conocer como poeta. En la capital residían Neruda, Alberti  y más tarde Aleixandre.
    En este ambiente, frecuentó las fiestas y el romance fugaz. Y finalmente, dejó de practicar su Fe.
Ramón Sijé en Orihuela
   Pero en su pueblo permanecía su novia, Josefina, a quien le seguían llegando noticias por medio de otras personas. También había quedado el amigo del colegio, Ramón Sijé, quien por carta le llamaba la atención sobre su conducta, tan alejada de sus intenciones iniciales. 
   Ramón le precedió en la muerte. En el poema “Elegía a Ramón Sijé” el poeta expresa la profundidad del dolor por la pérdida del amigo:
   … que por doler me duele hasta el aliento.
   Y se despide de él, al modo que lo hacen los escolares a fin de curso; con esa intensidad del momento, pero conscientes de volverse a ver:
 … que tenemos que hablar de muchas cosas/ compañero del alma compañero.

    La guerra civil
    Llama la atención que el poeta muestra mayor dolor, no por los peligros de la guerra que amenazan a sus compañeros que han quedado en Madrid, sino por la muerte de su amigo de la infancia, quien en las cartas le decía las verdades, sin ninguna adulación.
Miguel y Josefina Manresa en Jaén en 1937
   Además de este amor por su amigo, al poeta le caracteriza una fuerte preocupación social. Esta inquietud la canalizó alistándose en el ejército republicano, en el que luchó durante toda la guerra. Aunque realizó una breve interrupción para casarse con Josefina y tener su primogénito, que falleció a los pocos meses.
    Un pastor en la cárcel
  Terminada la contienda, poco después de nacer su segundo hijo, Miguel fue apresado y encarcelado. El motivo, atravesar clandestinamente la frontera de Portugal. Recibió entonces la carta de Josefina en que le decía que apenas podía amamantar a su hijo porque sólo comía pan y cebolla, lo que dará lugar a una nueva composición.
   Los dientes es un arma
   Así cuando en “Nanas de la cebolla” se refiere a los dientes, se refiere al arma que lleva en la guerra el soldado, las “ferocidades” del soldado. Y cuando la dentadura está cerrada, está indicando odio, rabia, “frontera de los besos”.
    Al octavo mes ríes /con cinco azahares.
   Con cinco diminutas / ferocidades…
   A estas heridas espirituales, se iban a unir ahora las físicas. De hecho, nos estamos alejando del final soñado para cualquier hombre pero, como se preguntaba un Obispo francés de su época: Tanta belleza, ¿podía estar tan alejada de Dios?
Publicado en Aleteia, 14-1-201

martes, 20 de enero de 2015

Platero y yo: La búsqueda por Juan Ramón Jiménez del origen de la belleza observada




   Platero, el tierno burro que vive en la memoria de muchos escolares hoy adultos, cumple cien años. Tal día como hoy del año 1914, el libro del poeta andaluz Juan Ramón Jiménez vio la luz en una pequeña imprenta madrileña. Pese al tiempo transcurrido, Platero y yo continúa rebelándose como una auténtica puerta entre culturas de lengua española pues varias de sus generaciones han aprendido a leer con él.
  Sin embargo, considerando este relato como una puerta, su autor no accedió a ella desde un conocimiento cristiano de las cosas. Porque tan sólo oculto en ellas, en la naturaleza, Juan Ramón descubría a su dios. Un “dios” con minúscula. El objeto de este artículo es saber si, observando la naturaleza, el autor de Platero y yo consiguió la meta de todo ser humano: conocer a Dios. Por tanto el reto será si Juan Ramón pudo al fin cambiar la ortografía del nombre buscado, “el nombre de todos los nombres”.
   Los caminos del poeta siempre van en una dirección: de la naturaleza observada hasta el origen de su belleza. Ciertamente se puede argumentar que para conocer a Dios, otro camino hubiera resultado más corto y directo: el de las enseñanzas de la Iglesia. Pero Juan Ramón no tuvo la fortuna de otros niños que reciben la formación cristiana de sus padres, de catequistas o de algún buen amigo.
   Por esto tuvo que ir por caminos inciertos y expuestos a peligros como, en su caso, las emboscadas de la melancolía. Para combatirla, el poeta camina con un compañero. Uno dócil, manso y suave. Sin embargo, tiene un problema: al ser peludo, no hay quien le invite adentro de las casas. Esto nos lleva a un episodio del libro.
     En la naturaleza cada cosa tiene su origen…           
   En la cena infantil de Moguer, los niños se divierten. Al pensarse solos, adoptan el papel de adultos. “Las niñas comían como mujeres; los niños discutían como algunos hombres”. Las madres están alrededor charlando. Una de las niñas sale como un rayo a los brazos de su madre. Los otros niños al punto, rompen a gritar y a correr. Todos a los brazos de sus respectivas madres. En la ventana asoma el rostro de Platero, que sólo quería unirse a la fiesta, sin asustar.
   De esta forma muestra el poeta a las madres. Son brazos tranquilos, de pureza; mansos para los niños después de aventurarse.
   Pero no son sólo brazos. También son pechos que alimentan, incluso en ocasiones sin saber de qué, de forma que con sólo unos zapatos y un vestido ya tienen príncipes.
   Y aún así, algunas de ellas son heroicidad. Por ejemplo, las que en Moguer tienen niños tontos por la meningitis, “a quienes no llega nunca el don de la palabra”, abandonadas por los maridos, se los han quedado sólo para ellas, para las madres.
   Y al igual que los hijos proceden de las madres, en Moguer el agua del río viene de “fuente vieja”. De esta fuente mana la “pureza que une tierra y cielo en un solo cristal de esplendor”. Es decir, en la superficie del agua se reflejan las figuras que están más arriba: los tristes burros de carga, las personas que pasan.
   … sus objetos reflejan el Cielo
Juan Ramón en Puerto Rico el día que le
concedieron el Nobel de Literatura
   Cuando el poeta dice que “Platero se bebe cada noche dos cubos de estrellas”, nos está diciendo que se bebe dos cubos de agua. En el fondo del cubo se refleja el cielo nocturno. De hecho Juan Ramón Jiménez no es un idealista, sino al contrario. Pues un hombre que mira estrellas en el fondo de cubos de agua, en realidad busca cielos, y quien busca cielos, se mire por donde se mire, busca a Dios.
   … Y el sol atrae todas las cosas
   En ocasiones, en el Platero la naturaleza cambia, se transfigura. Así el Sol de otoño se hace sagrado a la vista del poeta. El sol en Poniente se muestra grande, dios que se hace visible y se hunde en la raya de mar que trasciende todo el mundo conocido, pues está detrás de Huelva, y va “más allá de Moguer, de su campo tú y yo, Platero”.
   Y a lo sagrado que representa el sol, todo le rinde el silencio como homenaje, y cuando está en el Poniente, todas las cosas le son atraídas como en éxtasis. Y esta atracción en realidad se dirige a alguien.
    De hecho también a Cristo se le ha atribuido este símbolo, Sol de Justicia, que recapitulará todas las cosas al final conforme  rebela el Nuevo Testamento (Efesios 1,10). Pero más cerca que este Sol están los niños.  
   El Cielo es un mundo de niños
   Es difícil encontrar fotografías de Juan Ramón sonriente, salvo cuando aparece con algún pequeño. Por ejemplo en la escuela de Puerto Rico donde acudía para leer a los niños ciegos. En Moguer los pequeños van a la miga, a la guardería. Y lo hacen para desasnarse. Y el poeta está empeñado en matricular a su ignorante compañero: “Si tú vinieras, Platero, con los demás niños, a la miga, aprenderías el a, b, c, y escribirías palotes”.
Juan Ramón en una escuela de Puerto Rico en 1957
   En cuanto al poeta, siempre sigue este lema: lo mejor, para los niños. Así el cielo también está reservado para ellos. Como “el niño tonto, que desde la calle de San José se fue al cielo”. El Cielo pues, se diría que es “un mundo de niños, que le está rezando a la tierra un encendido rosario- así define Juan Ramón a las estrellas- de amor ideal”. O la joven tísica cansada de caminar y que, al subirse a Platero, parecía un ángel “camino del Cielo”. Y la pregunta que se hace ante los niños: “¿habrá un paraíso de los pájaros? ¿Habrá un vergel verde sobre el cielo azul?”. La respuesta a preguntas como estas iban a llegarle pronto.
   Una vivencia sobrenatural
   La esposa del poeta, Zenobia Camprubí, había traducido al español más de cincuenta títulos de Rabindranah Tagore. Por esto, la cercanía con este místico oriental presagiaba en Juan Ramón un encuentro especial en el otoño de su vida. Así durante un viaje en barco desde los Estados Unidos hasta Argentina, el poeta andaluz tiene una vivencia arrebatadora.
    En una carta explica Juan Ramón como “de pronto, al poner el pie en el estribo del coche …, lo sentí, es decir lo vi, lo oí, lo gusté, lo toqué. Y lo dije, lo canté en el verso que él me dictó.”
   Si se trató de una experiencia mística, o una previsible aproximación a la Fe, o como ha dicho la crítica racionalista, un encuentro consigo mismo, con su conciencia de existir, poco podemos afirmar. El poeta es de rico mundo interior, pero de temperamento hermético, por lo que no comparte las circunstancias de esta vivencia. Sin embargo, tenemos algunas certezas. Entre ellas, que fue una experiencia gozosa:
   “… dios deseado y deseante, el dios de la belleza, de lo hermoso, conciencia mía de lo hermoso”.
   El mismo relato de Platero y yo es la esperanza de su nuevo amigo
   En este encuentro descubrió que toda su poesía anterior es como un mundo que le ha ido preparando a esa otra persona. Y esta vivencia arrebatadora se presagia por tanto en el Platero, por ejemplo en la transfiguración de Moguer en rosas que caen a la hora del ángelus:
   “Parece, Platero, mientras suena el Ángelus, que esta vida nuestra pierde su fuerza cotidiana, y que otra fuerza de adentro, más altiva, más constante y más pura, hace que todo, como en surtidores de gracia, suba a las estrellas, que se encienden ya entre las rosas… más rosas”.
   Sin duda la intuición del lector resolverá los flecos que el poeta no quiso explicar.
   Pues dice Ortega que todo estilo estético implica una opción ética y, según Fernández Berrocal, la de Juan Ramón fue la dejar eternidades, “constancias del alma humana”, haciendo del escribir del poeta, como de su vivir, un poema.
   Y no fue su vida un poema sólo buscado o intentado, sino que al final, su vida resultó un poema conseguido. Por ello, pudo escribir su verso con D mayúscula:
   El Dios. El nombre conseguido de los nombres.



                 

sábado, 18 de octubre de 2014

Chesterton: Nacer en una familia es un cuento de hadas


En busca de la belleza del modelo de familia
   Chesterton contestó los ataques contra la familia provenientes de intelectuales de su tiempo (Nietzche, Bernard Shaw, Conan Doyle) en sus obras Herejes  (1905) y La superstición del Divorcio (1918). Nos encontramos casi un siglo después a las puertas de un Sínodo que versa sobre la pastoral de la familia en la evangelización. Pese al tiempo transcurrido, esa institución no deja de suscitar cuestiones.  El presente artículo tiene como objeto presentar el pensamiento de Chesterton sobre la familia.
    Chesterton afirma de forma taxativa que los que atacan a la familia se equivocan. Pero también dice que los que defendemos ese concepto porque pensamos que es pacífico, agradable y unánime, también nos equivocamos. “Hay otra defensa de la familia que es posible” y para él evidente: “esa defensa es que la familia no es pacífica ni agradable ni unánime”.
   El momento en que nos encontramos a la familia por accidente
   En la vida hay momentos en que tenemos el control. Nosotros hacemos nuestros amigos. También nosotros elegimos nuestros enemigos. Pero la familia nos viene dada al azar. De ahí, la riqueza y diversidad de esta, pero también  las divergencias entre los miembros.
   De esta forma nuestro hermano George no está interesado en nuestras preocupaciones religiosas, sino que todo su mundo es el Trocadero Beach Club. Eso nos hace pacientes, viendo en George, lo que le preocupa a toda la Humanidad.
    Nuestra hermana Sara quiere ser actriz. Esta actitud de Sara sigue poniendo a nuestra familia dentro de la Humanidad.
   Nuestro tío Henry no aprueba las ambiciones de Sara. También tío Henry hace que esta familia se parezca a la Humanidad.
   De ese modo las familias son desagradables. Los familiares- insiste - son cargantes por los mismos motivos que la Humanidad es cargante. George es superficial igual que la Humanidad. Sarah es soñadora y poco práctica, igual que la Humanidad. El tío Henry es estúpido, como la Humanidad … y viejo, igual que la Humanidad.
   Las favoritas de G.K.C.
   Durante su vida Chesterton dirige su afecto especialmente a las familias víctimas de las injusticias del capitalismo. Porque ve que tienen defectos, es decir, porque verdaderamente tienen razón los que atacan a la familia, es por lo que Chesterton la considera la institución perfecta.
   Orgullosos de nuestra familia
   Para que, quienes vivimos en una familia no pacífica, divergente o desagradable, elevando la autoestima pasemos a vernos – no es necesario transformarla- como la perfecta familia, el consejo de Chesterton, seamos adultos o niños, seamos la parte fuerte o la parte débil, es la siguiente operación:
    1. ceder el control, renunciar uno a su parte y
    2. cambiar el punto de vista al del más vulnerable.
   Si has vivido, lector, en una familia y persistes, ya conoces la operación – renunciar, ceder, adoptar el punto de vista de otro, abandonar el control. En definitiva, se trata de hacer de nuestra vida no un libro de metafísica, sino una novela o mejor, un cuento de hadas. Y si la receta de Chesterton funciona, deberíamos terminar en ese cuento.
   La trama de toda novela sobre la familia siempre empieza con un romance. Pero al flirtear ejercemos un cierto control. Eso depende de nosotros, por ello la aventura suprema viene a ser …
    Nacer, algo verdaderamente nuevo  
    Aquí tenemos algo que no habíamos soñado: Nuestro padre y nuestra madre están al acecho y no nos dejan ni llorar tranquilos (“qué tendrá”, “es hambre”, “qué le pasará”,  “está destapado”, “tiene frío”, “tendrá sed”, “es propio de tu familia”)  y saltan sobre nosotros, como los bandidos de entre el boscaje. Acto seguido vemos por primera vez al tío George. Y nuestra tía Sara parece, toda nervio, un rayo sobre el papel azul oscuro de la habitación. Y sobre ese azul veremos cambiarse el sol ¡cada día!, porque “oh mundo de los mundos”, ese sol volverá mañana y por eso graba en el verde oscuro con letras de fuego ¡See you tomorrow! De eso, Chesterton tiene una buena explicación: “Cuando ingresamos en la familia por el acto de nacer, ingresamos en un mundo que es incalculable, un mundo que podía vivir sin nosotros, un mundo que no hicimos nosotros.” Y esto, lector, es la definición exacta de cuento de hadas.
    Es en este cuento que no escribimos y cuyo orden no dispusimos, que nos sorprendemos sin tener el control. Habiéndolo abandonado, aceptamos la familia que nos tocó al azar. Y la que ya no era pacífica, sino desagradable y divergente, ahora es la familia más perfecta que pudiera existir: la tuya. Y nos sentimos orgullosos de ella.
*   *   *

    En el próximo Sínodo Extraordinario sobre la pastoral de la Iglesia en el contexto de la evangelización reflexionaremos sobre la familia. Nos preguntamos si es aplicable el pensamiento de Chesterton. La respuesta depende en si podemos ver la Iglesia como una familia. Y en caso afirmativo, ¿es una familia agradable, pacífica y unánime – tal como a veces nos gusta presentarla?, ¿cuándo nacimos en ella, habíamos dispuesto nosotros su orden? Abandonar el control del entorno y la necesidad de elevar la mirada son las recetas de Chesterton. Y la del redactor es ir a la fuente: leer a Chesterton. Esta es una de las mejores recomendaciones que les puedo ofrecer.
Publicado en Aleteia, 15-10-14.

viernes, 17 de octubre de 2014

Chesterton, la función de educar a los hijos

Que nadie usurpe esa función


  El escritor inglés Gilbert K. Chesterton (1874-1936) trató en diversos ensayos sobre la familia. En la actualidad, la Iglesia ha convocado un Sínodo Extraordinario cuyo objeto es la pastoral en ese campo. Estamos publicando en aleteia una serie de artículos sobre el pensamiento de Chesterton acerca del modelo familiar. El presente versa sobre los niños en la familia.    
   Tras la I guerra mundial hubo un tiempo de escasez en Europa. En ese marco de pobreza, a Chesterton no le parece rentable que para el trabajo que queda sin hacer, se contrate a otras personas. Ese es el mecanismo de una costumbre arraigada en las familias inglesas, el cual consiste en incorporar a la casa diversas profesionales: asistentas, planchadoras, niñeras.
   Las sustituciones sucesivas
   Para el trabajo del hogar se contrata una asistenta, plantea Chesterton. Esta a su vez debe pagar a alguien para que haga esa labor en su casa. Y así sucesivamente. De esta forma se satisface el viejo sueño capitalista de un infinito acopio de asistentas.
  También está la planchadora. Lo intolerable, dice Chesterton, es que acabemos haciendo la colada de otros, sobretodo si visten delantal.
   Y la niñera. Lo gracioso de esta profesión es su gramática. Niñ- es un genérico que tiene regusto a “colectivos de niños intercambiables”.
   Pero el niño no precisa tanto de una niñera, sino de la más individual atención de los individuales padres al individual niño.
  Sólo las cosas destruibles y partibles se pueden intercambiar. A nadie se le ocurre ir a una escuela y decir “Póngame veinte centímetros de niño”. Posiblemente saldría en todos los periódicos. Además de la ignorancia que supone no saber dónde empieza y termina un niño. Por ello a la par que individual, el niño es indivisible. Y su educación es la función menos intercambiable de la familia.
   La familia es insustituible
   Pero ese principio corre peligro. En la educación temprana los padres son amateurs, con un conocimiento basado en las experiencias. A continuación aparece el oficialismo de los padres, muy rígido en la acción y más amoroso en el propósito.
   Después llega la escolarización. La educación moderna está basada en que un padre tiene más posibilidades de ser cruel con su hijo que cualquier otra persona.
   Así una madre no es siempre sensata en cuanto a la dieta de su hijo, así que la escuela lo entrega al doctor Crippen. Se opina que un padre no enseña a sus hijos la moralidad más pura, así que lo pone bajo la tutela de Eugene Aram.
   Debemos hacer una breve explicación. Chesterton acaba de poner a cada niño en manos de sendos delincuentes conocidos en su época. Hawley Harvey Crippen, el dietista, era un homeópata americano que fue ahorcado por el asesinato de su esposa. El encargado de la moral del niño, Eugene Aran, fue un maestro sospechoso de fraude, que además mató a su cómplice, siendo por ello ejecutado.
   Esto nos sitúa en un escenario de mal pronóstico: Se presume que son más crueles los padres que aquellos conocidos criminales. Y eso es como pensar que, al robar unos lobeznos, la loba no los defenderá. Por ello cuando el principio coercitivo complete su proceso, cualquiera será considerado bueno para educar a nuestros hijos, cualquiera…  menos sus padres.
  Pero Chesterton, como el conejo que el mago saca de la chistera, nos sorprende con una generosa cantidad de optimismo. Para ello hace un giro de 180 º y nos remite a un modelo de familia, siendo una, en la que Dios fue educado, creciendo en estatura, sabiduría y Gracia.
   La solución se ve al revés
   Cuando una imagen la han girado, entonces hay que hacer la operación inversa. Eso es lo que sucedió con la familia en la civilización pagana. El Cristianismo- dice Chesterton-  es la revolución más asombrosa que se haya imaginado nunca. Pero esa gran fuerza no destruyó el mundo pagano. Sólo lo invirtió. Es decir, “no negó la tríada de
1. padre,   2. madre e  3. hijo;
simplemente la leyó al revés, convirtiéndola en
3. hijo, 2. madre y 1. padre.
    Eso no se llama ya familia, sino la Sagrada Familia”.
   ¿Qué enseñanza aprendemos de Chesterton para la educación de nuestros hijos? Más que enseñanza es una actitud: mirar arriba, sea en la postura que sea, porque muchas cosas se vuelven sagradas al darles la vuelta patas arriba. Y María, que guardaba aquellas cosas en su corazón, tendrá la mirada puesta en la Iglesia.

   Ese reflexionar sobre la belleza y los valores de la familia, junto con llegar a aquellas que están pasando situaciones difíciles, ha motivado al Papa a convocar el Sínodo Extraordinario en la Iglesia. Con esta serie de artículos, queremos acompañarles en ese camino. Es ambicioso, pero creemos que vale la pena: Chesterton conoce su oficio y … ya empezamos a ver las cosas.
 Publicado en Aleteia, 5-10-14, con el título
Chesterton: ¿Cómo el Cristianismo salvó la familia? ¡Dándole la vuelta! 

jueves, 16 de octubre de 2014

Familia: futuro imperfecto

Cómo contestó Chesterton a los que se oponían a la familia

A Jaume Vallcorba. In Memoriam
Gracias por haber editado con oficio a Chesterton en castellano
   Tras la I Guerra Mundial existía un descenso demográfico en toda Europa. Algunos partidos habían propuesto una ampliación del divorcio. Entonces Chesterton publicó el libro La superstición del divorcio (1918), que venía a desarrollar el esquema inicial de Herejes (1905). El objeto de este artículo es exponer su filosofía sobre la institución de la familia.
    Sostiene Chesterton que la variedad de miembros en la familia, supone una riqueza, pero también provoca divergencias.
   La discreta tendencia a evadirse
   En momentos de dificultad, imaginamos cómo sería nuestra vida de haber nacido en otra familia, o de habernos casado con otra persona. Pero no lo podremos saber nunca, a menos que sigamos su consejo: “bajar por la chimenea a cualquier casa, al azar”, y relacionarnos lo mejor que pudiéramos con la gente que hubiera en ella. Y esa es exactamente la definición de nacer.
   Intentamos seguir con nuestro plan de huida. Entonces lo llevamos a cabo volcando nuestro amor en personas que se hallan en el extremo opuesto del planeta, por ejemplo proporcionando alimentos a madres pobres de Africa. Esto nos dará algunas ventajas: aquellas personas no se enfadarán si llevamos una mancha en la corbata. Tampoco nos arruinarán el domingo con un plan inoportuno. De esta manera con ese plan de huida, uno sigue el principio de alejarse de su casa y tiene pronta la justificación: dice que huye de su familia porque es aburrida. Falso; huye de su familia porque es de largo muy excitante. Y es excitante porque es exigente. Y es exigente porque está viva.
   El divorcio no es solución
   Finalmente si del marido hablamos, tendrá dos posibles evasiones. El suicidio y el divorcio. Son los dos viejos consejeros que acompañan a todo desesperado. El divorcio libera del matrimonio y el suicidio ... también. Pero se distinguen estadísticamente, pues el fin de la vida sólo es uno, mientras que en los países con legislación divorcista, el amor muere cada día.
   Sin embargo, el fin del romance no tiene porqué hundir el barco, porque el matrimonio no se sustenta en ese sentimiento, sino en una promesa formal que hicieron marido y mujer. Por eso al hombre que se divorcia, no le acusa de romántico, sino de traidor, diciéndolo no porque el barco se haya hundido, sino porque lo ha abandonado uno de sus capitanes. Lo que se deshace el divorcio no sólo es esa promesa, sino también el corazón del que ha permanecido fiel a lo que prometió.
   Conscientes de lo que deshacen, quienes promueven el divorcio a la vez proponen una contramedida que compense las pérdidas y los alimentos. Eso supone un doble acto de fe: en el talonario y en un buen abogado. Y respecto a los que piensan que la traición y la tragedia se curan con dinero y un abogado, no pondríamos la mano en el fuego por  la honorabilidad de su pasado.
   El amor como sacrificio                                                                      
    Pero el escritor inglés considera desacertado el cliché romántico del amor como sentimiento. En realidad es algo más esforzado: A nuestra mujer la hemos de amar simplemente porque “está allí”, por el hecho “ser-nuestra-esposa”. A nuestro padre lo hemos de querer meramente por la razón “ser-nuestro-padre”. Y amando a la Humanidad que nos ha sido dada, lo hacemos a toda. Es decir, en familia vivimos el Evangelio. Por ello los ataques a la familia en realidad tratan de prevenir todo Cristianismo.

   Para buscar soluciones, cada una de sus palabras se dirige a elevar el ánimo, igual que cada árbol, aunque sus ramas vayan en diferentes direcciones, apunta al cielo. Por ello continuaremos presentando recetas familiares en la dirección que apunta.
 Publicado en Aleteia, http://www.aleteia.org, 30-9-14, con el título 
La familia según Chesterton: Futuro imperfecto.

domingo, 27 de abril de 2014

​Beato John H. Newman: La conciencia es una realidad amable.

            Su Carta al Duque de Norfolk, recientemente editada en español, un brindis por la conciencia



               El político liberal inglés William Gladstone publicó en octubre de 1874 un comentario en el diario Contemporary Review en el que acusaba a los católicos ingleses de no ser buenos ciudadanos británicos, al preferir obedecer al Papa antes que a la Corona británica y, por tanto, eran sospechosos de traicionar a su país.
            El católico Duque de Norfolk solicitó a John H. Newman, que no había sido todavía nombrado cardenal, que interviniera en el debate. Newman contestó con una carta que ha sido publicada recientemente en lengua española (Ed. Rialp, Madrid, 2013).
               Gladstone había topado con un hombre de pequeña envergadura, pero una de las plumas más brillantes de su tiempo: John H. Newman, quien propuso en respuesta un brindis por la conciencia.
                 John H. Newman era un converso. Por tanto, tenía ya en su vida una gran experiencia del amor salvífico de Dios. Siempre planteó la conciencia como una realidad amable.
                 Para Newman, ese carácter tan positivo no implica que debamos despreciar su voz, y destaca “la obediencia debida a la voz divina que habla en nosotros”.

                 En Newman, la conciencia no es como un triste contable de culpas. Él la sitúa en la creación: cuando Dios se hizo creador, puso la Ley de su Ser- que es Él mismo- en sus criaturas. La conciencia hace presente la verdad y es liberadora, es la mensajera de Dios. Los católicos no somos esclavos, ni siquiera del Papa, afirma Newman.

              ¿Sería un traidor un católico inglés en caso de un dilema entre seguir al Papa o a su conciencia?, pregunta equiparando conciencia a país. Y pone el ejemplo de los diputados católicos ingleses que se conjuraron para no admitir un rey de dinastía católica de otro país, a los que el Papa les ordenó romper el juramento.
               Aquella gran confianza en la bondad de Dios le llevó a la sorprendente conclusión, que tanto llamó la atención a la opinión pública inglesa, de que el católico ha de seguir a la conciencia.
               Y concluye el Padre Newman: “En caso de verse obligado a hacer un brindis después de una comida – cosa muy improbable-, beberé “¡por el Papa!, con mucho gusto”, pero primero “¡por la conciencia!”, después “¡por el Papa!”.
              El Catecismo de la Iglesia Católica, para definir la conciencia utiliza y cita esta Carta al Duque de Norfok:  “La conciencia es la mensajera … La conciencia es el primero de todos los vicarios de Cristo” (C.I.C. 1778).
             Tres años después de esta controversia, en 1879, el Padre Newman fue nombrado cardenal por el Papa León XIII. El cardenal Newman falleció en 1890 en la ciudad de Birmingham.
                 Un siglo después de la controversia, esta obra de Newman seguía siendo de interés. Un cardenal alemán dio una conferencia acerca de Newman y la conciencia en Dallas en 1978. El apellido del cardenal era Ratzinger. La Providencia había decidido que tendrían ambos cardenales una cita en esa ciudad de Birmingham. No sólo eso, la Providencia había decidido que el alemán iría en representación de toda la Iglesia.
                 La beatificación del cardenal Newman
               El Papa Benedicto XVI celebró la ceremonia de beatificación del cardenal Newman el día 19 septiembre del 2010, en la explanada de Cofton Park de la ciudad de Birmingham.
              El día había amanecido lluvioso. La cadena de TV Vaticana (CTV) ofrecía un plano “desde el aire”, tomado en un helicóptero, en que aparecía una gran muchedumbre. El plano se iba abriendo y se veía más y más gente. En tomas más cerradas, desde el suelo, pequeñas banderas blancas y amarillas se agitaban como olas.
           Muchos jóvenes prolongaban la vigilia de oración con sonrisas y guitarras. Los muchachos corrían junto al papamóvil en aquel prado tan verde, lleno de arbustos y setos. Benedicto XVI ordenó detener el vehículo para bendecir y besar a unos niños pequeños.
             Iniciada la ceremonia, el Santo Padre bendijo a la personas del Oratorio de San Felipe Neri, que habían trabajado recopilando correspondencia de Newman y testimonios para el proceso canónico de beatificación. También bendijo a algunos voluntarios. Los fieles empatizaban y se emocianaban con aquellos que habían trabajado para que llegara ese momento.
              Sin duda, había llegado el momento. Benedicto XVI anunció al pueblo inglés y al resto del mundo que la Iglesia tenía un nuevo beato: John H. Newman.

             El Papa inició así aquella homilía: “Es el día del Señor, el Domingo, el día en que el Señor Jesucristo resucitó de entre los muertos y cambió para siempre el curso de la historia humana”. Hay quien sostiene que de estos acontecimientos hubo muchos frutos para los cristianos católicos y anglicanos del Reino Unido. Pero eso será objeto de otro artículo.
Publicado en Aleteia, 3-4-2014.

viernes, 25 de abril de 2014

C.S. Lewis: Una conversión con forma de obra de teatro.


 
     C. S. Lewis es uno de los escritores del siglo XX que con más ingenio transmitió la existencia de Dios a las personas ateas. No la existencia de un dios en general, sino de este-Dios-en-concreto, a quien conocemos porque quiso revelarse a su pueblo.
El escritor británico se convirtió al cristianismo, pero no llegó a incorporarse a la Iglesia de Roma. Tras acoger la fe cristiana, se incorporó a la Iglesia de Inglaterra.
         
No quería dar consejos a los cristianos sobre cuál de las confesiones cristianas era la más acertada. De hecho, las citaba siempre en orden alfabético. “Esas aguas son demasiado profundas para mí, necesito más ser ayudado que ayudar”, dijo en una intervención radiofónica.
            Lewis 
se convirtió desde planteamientos cientificistasLa exposición que hace el prolífico escritor del cientifismo toma la forma de una obra teatral:
            En el primer acto, por cierto, bastante austero, no hay nada, el vacío.
            En el segundo, por una larga cadena de casualidades de la materia en movimiento, surge un fermento diminuto de la vida. Después, también por casualidad,la vida se hace más compleja, hay vegetales, animales vertebrados.
            En el terceroun ser encorvado, no muy atractivo, tiembla, está lleno de miedo y soledad y es poco prometedor.
             En el cuarto, ese ser se ha erguido y puede utilizar las manos, coge objetos y descubre la propiedad y el hurto, ha salido de las cavernas y ha aprendido a dominar la naturaleza. Inventa el control de la natalidad, el psicoanálisis y el comunismo (sic.) con el fin de conservar aquellos privilegios del azar y de distraer la tristeza y el miedo.
             Bien, en este punto dejamos la parábola pues es suficiente para continuar (Lewis sigue hasta un nuevo repliegue de la materia).
             Nuestro autor se pregunta ¿por qué me piden que base mis creencias en la razón, si esta no tiene un fundamento en una razón mayor que la mía (habla de Razón Universal), sino que su base es la casualidad, el azar?
             Constata rápidamente la contradicción racionalista: me piden que acepte lo que me dice la razón y que la rechace al mismo tiempo, por ser su testimonio una casualidad. Si el universo entero no tiene sentido y no hay una Inteligencia previa, no puedo haber llegado nunca hasta aquí en mi razonamiento porque yo formo parte del universo y, por tanto, mi razón no tiene sentido.
              2. C.S. Lewis o cómo un escritor debe su estilo al contenido que trata

              “Si escribo sobre el cielo, cada frase ha de tener aroma a Cielo”, escribió el autor de Crónicas de Narnia.
              C.S. Lewis, el autor de Crónicas de Narnia, aceptó la fe cristiana sólo por asentimiento intelectual en un momento inicial, pero después experimentó un cambio más profundo y emprendió una intensa tarea de transmitir el Evangelio, intentando llegar al mayor número posible de personas.
              Cambió su estilo de escritura mediante el uso de un lenguaje más asequible para la mayoría. Pero según explicaba, tenía un cierto límite, pues cada estilo siempre lleva un determinado contenido. Forma y fondo son inseparables. “Si escribo sobre el Cielo, cada frase ha de tener aroma a Cielo”.
              Un buen ejemplo de las construcciones del escritor británico es la argumentación sobre la existencia de Dios y la esperanza del Cielo. Si nos planteamos que Dios existe y podemos ir al Cielo, es porque realmente existe y tenemos esa posibilidad, si no fuera así, no tendría sentido siquiera su planteamiento.
              Dicho de otra forma: si hay un debate entre ateos y cristianos sobre la existencia de Dios, es porque Dios existe, si no, ni habría ateos, ni cristianos … y mucho menos objeto del debate.
              Este argumento se recoge en diversas obras del escritor con pequeñas variaciones. En la recopilación de intervenciones radiofónicas de Lewis en la BBC que se publicó con el título 
Mero cristianismo (1942-1944), indica que si “un bebé tiene hambre es porque existe la comida. Un patito quiere nadar, existe una cosa que es el agua. Si yo descubro en mí un deseo que ninguna experiencia de este mundo puede satisfacer, la explicación más probable es que yo no pertenezca a este mundo.”
               Después de acoger la fe cristiana, algunos biógrafos del escritor británico explican que todo le pasó a ir muy bien, que escribía sin esfuerzo, que todas las cosas le eran … propicias. Sin embargo, el autor no expresa lo mismo.
               En su relato autobiográfico Una pena en observación,  llevada al cine por Richard Attemborough y estrenada en España como Tierras de Penumbra(Shadowlands, 1993), relata el dolor que padeció debido a una larga enfermedad de su esposa, Joy Davidman, una poetisa estadounidense. A partir del fallecimiento de su mujer, la salud de Lewis fue mermando de forma intensa y progresiva, hasta su muerte.
               En la persona del escritor destaca, además del celo por la transmisión del Evangelio, un carácter misericordioso con la persona con quien discrepaba. En los trabajos literarios y debates públicos Lewis no era beligerante, sino compasivo y paciente.
               Decía, con una de sus personales metáforas, “cuando hayas llegado a tu propia habitación, sé bondadoso con los que han escogido puertas diferentes y con los que todavía están en el vestíbulo. Si están en un error, necesitan en mayor grado tus oraciones; y si son tus enemigos, entonces se te ha ordenado rezar por ellos. Es una de las reglas comunes a toda la casa”. Resulta claro que, de esa casa, C.S. Lewis fue un buen huésped 
              3. La parábola del niño que conocía el mundo sólo a través de dibujos
              El cuento con el que C.S. Lewis explica la dificultad del hombre para conocer a Dios.
              Es difícil que Lewis retrocediera en su obra para reescribirla después del cambio que supuso en su vida su conversión al cristianismo. Esto lo hizo con 
una parábola destinada a explicar las dificultades que tenemos los hombres para conocer las verdades de Dios. La explicaba de la siguiente forma:
              Una mujer, embarazada, es puesta en prisión. La mujer da a luz durante su pena. El niño va creciendo. En la celda no hay más que una pequeña ventana, pero está muy elevada para el niño.
               La mujer había sido una artista y le han permitido tener una caja de lápices y un cuaderno. La mujer va dibujando las cosas que ve por la ventana, para mostrarlas al pequeño.
               Cuando el niño sale al mundo exterior, tiene una gran sorpresa: las figuras no tienen un contorno dibujado, las montañas no siguen las reglas de perspectiva del dibujo, sino que tienen otra dimensión, la profundidad, y el agua de los lagos no es el blanco del papel, sino que se siente deslumbrado por el brillo de la luz del sol reflejado en su superficie.
               Para conocer las verdades de Dios, los seres humanos tenemos dificultades y carencias análogas a las del pequeño que sale de la prisión. Conocemos la Revelación, lo que Dios ha creado, sus obras, pero carecemos del contacto directo con las verdades divinas y de la visión de Dios.
 
Publicado en aleteia, 17-3-2014.

lunes, 14 de abril de 2014

La Pasión de Jesucristo en el cine.




         Las Pasiones de Nuestro Señor se encuentran como género con entidad propia desde los orígenes del cinematógrafo. Hay cintas con esta temática que, pese a las dificultades que conlleva toda adaptación, son fieles al Evangelio. Algunos cineastas, en cambio, han querido distanciarse de esa fuente y presentan un Jesús pretendidamente más contemporáneo, meramente humano, un revolucionario, un demente o, incluso, un hombre que muestra cualidades divinas, pero que a la hora de hacerse necesario, se desmorona como un mito. Una señal que habitualmente encontramos en las cintas que se ajustan a las Escrituras es la Resurrección del Señor, es decir, la Cruz no es la última palabra. Hay alguna excepción, pero como regla general nos servirá este criterio de “ortodoxia” para la somera exposición que realizamos a continuación.
         Las primeras producciones.
       Las primeras noticias de una adaptación cinematográfica de la vida de Cristo coincide con los mismos orígenes del cine. Junto con la llegada de trenes a estaciones, la salida de trabajadores de fábricas, la salida de Misas y las maniobras de regimientos militares; las Pasiones del Señor constituyen uno de los primeros géneros cimematográficos. Eugène Pirou, un fotógrafo de reyes y archiduquesas que tenía su elegante estudio en el corazón de París, asociado con su operador Léar, rueda La Passion de Christ en 1896. El lenguaje visual era muy primitivo, las composiciones de actores y decorados eran estáticas, recuerdan los cromos, debido a la falta de movilidad de la cámara (sólo se conocía la panorámica sobre el propio eje) y la falta de desarrollo del montaje. Sin embargo, en esta cinta el esfuerzo por rodar un guión exhaustivo sobre la vida de Cristo fue importante. Se rodó 250 mts. de película, lo que suponía ¡un cuarto de hora de proyección! Charles Pathé, primer productor con visión comercial de la nueva industria, asociado con un técnico todoterreno, Ferdinand Zecca, quien como observa Sadoul es el primer cineasta de cara al pueblo, rodó la película más ambiciosa en cualquier género que se había realizado hasta ese momento, La Passion de Jèsus-Christ, realizada en 1902. A esa cinta inicial, fueron añadiendo escenas para completar, no sólo la Pasión, sino toda la vida de Cristo, terminándose en 1905. La cinta muestra la Resurrección y termina con la Ascensión y Glorificación del Señor. Se había rodado 700 mts. de película, lo que equivalía a cuarenta minutos. Las vidas de Cristo que el pueblo demandaba tenían una  complejidad (multitud de actores, argumento relativamente complejo) que arrastraba a la industria del cine para progresar en el lenguaje narrativo. La Passion de Pathé-Zecca fue llevada por misioneros a Asia y África como herramienta para la evangelización.
           Hollywood se interesa en la temática de la Pasión.

         No tardaría Hollywood en llevar este género al cine. Intolerancia rodada en 1916 por D. W. Grifith refleja la lucha del amor frente al stablisment a través de las edades del hombre, dividida en cuatro cuadros, uno de ellos es la Pasión y Muerte de Cristo. La túnica sagrada dirigida por Henry Koster en 1953, otorga el poder de hacer milagros a una reliquia del Señor. A partir de estos momentos, las Pasiones se insertan en otro género: el cine histórico, en el que la Pasión aparecía sólo tangencialemente, siendo el protagonista algún personaje imaginario, el cual observaba la Pasión y la relataba. En Ben-Hur, rodada por William Wyler en 1959, aparece el ajusticiamiento del Señor. Barrabás, una producción de 1962, dirigida por Richard Fleischer, tiene un argumento interesante, aunque hipotético. Barrabás es indultado en lugar de Cristo, vuelve a su vida y un encuentro inopinado con un Apóstol, le lleva a la conversión. Es perseguido como cristiano y finalmente, crucificado. Una gran producción, Rey de reyes, rodada en España 1961, traza un paralelismo en la lucha de la resistencia contra los romanos entre Barrabás, rebelde y violento, y Cristo, pacífico. En esta película, se muestra a Jesús como un mero pacifista. En La historia más grande jamás contada, rodada por George Stevens en 1965, el proyecto nació con vocación de convertirse en la película definitiva sobre la vida de Jesucristo. Contó con un lujoso reparto y escenarios espectaculares.
           El Evangelio según San Mateo.
          Susanna, la madre de Passolini, una mujer piadosa, le pedía a su hijo cineasta que hiciese una película sobre Jesús. Este intelectual ateo y marxista hizo con esta película un tributo a su madre, a quien le reservó el papel de la Virgen en la escena de la Crucifixión. Realizada en 1964, aledaña al Concilio, la película se inicia con una dedicatoria "al recuerdo querido, alegre y familiar de Juan XXIII". Expone la vida del Señor muy fielmente al texto del primer libro del Evangelio. Los discípulos son unos jóvenes inseguros que siguen desconcertados a su líder en una revolución incierta. Utilizó actores no profesionales de las  poblaciones del Sur de Italia. El elenco lo forma tuertos, cojos, desdentados. No se puede negar que da realismo a las escenas con extras, por ejemplo en las curaciones de Cafarnaum, lo cual entendemos extraño, pero realista: ¿Acaso existía en la época de Jesús la asistencia sanitaria que conocemos hoy en el primer mundo? En esta cinta, se plasma la Resurrección del Señor. Recibió el premio de la Organización Católica Internacional para el Cine (OCIC), que se concede en el Festival de Venecia, invocando que se trataba de la mayor película cristiana realizada por un no cristiano y valorando como méritos que es “fiel al evangelio, supera con creces las películas anteriores sobre la vida de Cristo, representa las enseñanzas sociales de la Sagrada Escritura y puede suscitar un rico debate”.
       El fenómeno de la "película polémica".
    Jesucristo Superstar rodada en 1977 por Norman Jewison, venía de una producción musical originalmente de Suecia, estrenada también en Broadway y Londres. Sigue los últimos siete días de la vida de Jesús hasta la crucifixión desde el enfoque del discípulo Judas Iscariote. Se omite intencionadamente la Resurrección. Jesús es presentado como una gran estrella del espectáculo que administra bien su imagen ante los medios de comunicación. En el mismo sentido negatorio de la divinidad del Señor, se encuentra La última tentación de Cristo del año 1988, dirigida por Martin Scorsese. Se recuerda el enfrentamiento en la sala de prensa del Festival de Venecia entre Zeffirelli y Scorsese. El primero le atribuía al segundo ser un ignorante en temas de la Biblia. También que la película no tenía valores cinematográficos: "Me ha bastado ver retazos para darme cuenta de la película era mala". El citado experto Sr. Mendiz manifiesta que esta cinta además contiene una secuencia blasfema. Nos encontramos ante el fenómeno de la "polémica" en las películas sobre Cristo. ¿Por qué las vidas de Cristo en el cine son sistemáticamente controvertidas? La conservadora de la Filmoteca Vaticana nos ofrece una reflexión razonable. Según Claudia di Giovanni, en los inicios del cinematógrafo, las Pasiones de Cristo se representaban a menudo. Después la temática del Cristo ha continuado porque es actual. Hoy estamos acostumbrados a un Cristo muy cercano a la humanidad. El Cristo bíblico genera expectación y debate por cuanto, a pesar de ser cine histórico, a diferencia de otros ejemplos de ese género, su objeto es una Persona actual, presente. 
           Jesús de Nazaret.
        Realizada por Franco Zeffirelli en 1977. Es la más completa vida de Cristo hasta la fecha. Adapta transversalmente los cuatro libros del Evangelio, haciéndolo con solvencia. Tiene una planificación de las escenas muy cuidada, marca de la RAI, una televisión que realiza producciones de calidad en cine de temática religiosa. En alguna secuencia esta cinta alcanza la brillantez, como en la de la Visitación. Santa Isabel, a medida que va descendiendo por la escalera desde las estancias superiores de la casa para encontrar a su prima, en el patio interior, va intuyendo el Misterio del Verbo en el seno de María. La dirección artística se inspiró en pinturas renacentistas para algunas composiciones. También la juventud de la Virgen encuentra su antecedente artístico en el Renacimiento (piénsese en la juventud de la Pietà). Todo y que es una película fiel al Evangelio y presenta a Cristo como el Mesías, el equipo tuvo un serio inconveniente, pues se les acabó el tiempo de filmación, sin haber rodado la Resurrección. La escena fue sustituida por un corte de celuloide de una prueba que habían realizado de iluminación, vestuario y maquillaje. En ella se mostraba una secuencia posterior a la Resurrección, pero anterior a la Ascensión en la que Jesús promete: “Estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos”. En la cinta no aparece la Resurrección, pero expresa esa promesa evangélica que sí muestra a Cristo como Mesías, Hijo de Dios. La prueba está ligeramente “quemada” por un exceso de luz, pero no descartamos que no se trate de un error y que sea una opción creativa, o ambas cosas.
           La Pasión de Cristo.
         Es un Via Crucis que refleja una realidad dura, pero tal cual es. Su director Mel Gibson realizó en  2004 esta cinta de gran eficacia narrativa. Como su antecesor, Zeffirelli, delegó, inteligentemente al ser su primera realización, la dirección artística del filme, proponiendo únicamente una inspiración de las composiciones en las pinturas de Caravaggio. El especialista en cine religioso Alfonso Méndiz señala que el gran mérito de la cinta radica en poner ante nuestras conciencias, aquellas partes de la Pasión del Señor que nuestra psicología ha eliminado. 
       Ante el contenido tan realista de este filme nos preguntamos, si un cristiano quisiera explicar la persona de Jesús a otra persona a través del cine, ¿elegiría esta película?, es decir, ¿tiene esta cinta valor catequético? Padres y personas con experiencia en educación consultadas, son unánimes al desaconsejar esta cinta para los más pequeños. Para los jóvenes y los adultos hay más dudas sobre el valor mistagógico del film, el cual no descartamos a priori. Sí es más claro, en cambio, que esta película tiene mucho valor en espiritualidad. Los misterios de la Sagrada Pasión traen muchos frutos espirituales a quienes los meditan y  se unen a ellos. Un místico del s. XVI, Fray Luis de Granada, en su Vida de Jesucristo señalaba “Porque cuanto más conociéremos la acerbidad y grandeza de sus dolores, tanto más claro veremos cuánta fue la caridad que tanto padeció, y la bondad que a tanto se extendió, y la misericordia que tales miserias sobre sí tomó, y la justicia que tan rigurosamente castiga la culpa aun en su misma persona”.
         El Hombre que hacía milagros.
       Es una cinta de animación de Stanislav Sokolov estrenada en el 2000. Narra la vida pública del Señor desde los ojos de una niña, la hija de Jairo, jefe de la sinagoga de Cafarnaum, quien fue resucitada por Jesús. Se detiene particularmente en la Resurrección, narrándola desde el punto de vista de los testigos que vieron al Resucitado. Hemos de señalar que, si bien el cine tiene medios y efectos para “reconstruir” y hacernos ver una representación de la Resurrección en el momento justo de producirse, sin embargo de ese momento, no hay testigos en la Sagrada Escritura. Según Joseph Ratzinger en Jesús de Nazaret se trata de momento íntimo de la Stma. Trinidad. El Hombre que hacía milagros, no comparte la opción de la mayoría de las películas sobre la Pasión que sí muestran por medio de trucajes ese momento. Esta cinta en cambio, respeta fielmente el Evangelio y muestra sólo los testigos del sepulcro vacío y del Jesús ya resucitado.
   Publicado en aleteia, 18-4-2014, bajo el título "Por qué
 las vidas de Cristo en el cine son controvertidas"