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miércoles, 14 de septiembre de 2016

Un poeta en la cárcel

El poeta español Miguel Hernández fue apresado recién terminada la guerra civil. Desde la cárcel, escribió unos versos que son un grito de libertad. Entre ellos, "Hijo de la luz y de la sombra" apacienta el dolor de la separación de su amada, con quien no llegó a casarse, pero que es calificada con el polisémico "esposa". El encadenamiento de metáforas da lugar a la imagen del desencuentro posiblemente más desconcertante de nuestra Literatura: "Tú eres la noche, esposa,/ y yo, el mediodía".
Este poema da nombre al trigésimo álbum de Joan Manuel Serrat, editado en el 2010 que era el centenario del nacimiento del poeta-pastor.

jueves, 22 de enero de 2015

Miguel Hernández, el poeta que al fin fue perdonado y perdonó (y II)

Dibujjo realizado por Antonio Buero Vallejo durante
una visita a Miguel Hernández en la prisión

   Ante el anuncio de que su mujer y su hijo estaban en la miseria, la impotencia del poeta se plasmó en Nanas de la cebolla. Pero a esta impotencia, se iba a unir otra: Se agravó una tuberculosis que padecía Miguel con anterioridad.
   El penal de Alicante, que era una institución de último rango, disponía de una enfermería, que no reunía las condiciones para atender a un enfermo grave. En el corazón del poeta, el rencor estaba reclamando su protagonismo.
   Enseña el Catecismo de la Iglesia que “Sólo Dios perdona los pecados” (CEC 1441). Y que si pedimos perdón por los nuestros, debemos también perdonar a los que nos han ofendido, porque “el Amor, como el Cuerpo de Cristo, es indivisible” (2840). Con la ayuda de Dios, el poeta tenía que perdonar y también, pedir perdón. Pero la evolución de su enfermedad estaba apremiando el final.
   Después de “Nanas de la cebolla”, que completaba un libro de encuadernación rudimentaria, los poemas de la cárcel posteriores fueron difíciles de ordenar para los estudiosos. Miguel los escribía en notas sueltas y salían de la prisión con las visitas más colaboradoras.
Casa museo en Orihuela
Uno de estos poemas, posiblemente el último, tiene por título “Eterna sombra”. Este poema es el resultado de un ejercicio introspectivo, para el que tenía tiempo en prisión.
   Como resultado de este ejercicio, observa en su alma la oscuridad más desolada.
   Yo que creí que la luz era mía / precipitado en la sombra me veo.
   En su interior sólo ve dientes. Para el poeta, como hemos visto, son símbolos del arma de un soldado. Introduce otra imagen: Las manos cerradas, los puños apretados representan la rabia.
   
   Sólo el fulgor de los puños cerrados,/ resplandor de los dientes que acechan.
   Dientes y puños de todos los lados
Miguel en la plaza de Ramón Sijé
en Orihuela en 1936
   Y los dos últimos versos de su vida, si no en orden cronológico, por la dificultad que señalábamos, sí en un orden lógico, dan a los acontecimientos un giro de 180 grados.
    ... en la lucha, una luz
   Pero hay un rayo de sol en la lucha / que siempre deja la sombra vencida.
  De estos versos se desprende la existencia de un perdón generador de paz para el poeta. Así su alma, ayudada por la irrupción de alguien que desprende luz, “por un rayo de sol en la lucha”, acabó con todos los rencores. Y luego vino la paz. Y después de la paz, el poeta falleció. Esto ocurrió según el certificado médico, como consecuencia de la tuberculosis que padecía.
   Los primeros pasos de Miguel y Josefina como novios, primero, y luego, como matrimonio, Ramón Sijé los había protegido en gran medida. Pero las amistades en el Cielo tienen algo de misterio: a qué intercesor debemos atribuir un favor o una gracia. En cualquier caso eran dos compañeros de escuela que habían prometido volver a verse.
   El momento había llegado.

miércoles, 21 de enero de 2015

Miguel Hernández, el poeta que al fin fue perdonado y perdonó (I)


 Y volverás a mi huerto y a mi higuera:

Por los altos andamios de las flores    

pajareará tu alma colmenera                

  Miguel Hernández (1935)                      

En Madrid en 1935
   Por su trabajo de pastor, tan vinculado a la tierra, Miguel tenía pronta la queja. Así en su juventud, llevaba tres heridas:
   … la de la muerte, la del amor, la de la vida.
   Y ante ellas su determinación era clara: No perdonaba al Universo que confabulaba para arrancar a sus seres queridos.
    Por esto sus heridas nos sitúan en el tema del perdón. Este artículo tiene como objeto realizar un recorrido por estas heridas a través de sus poesías más conocidas. Y su reto es saber si el poeta perdonó y pidió perdón en el umbral de su vida. Pero para saber su fin, antes debemos comenzar por el principio.
   Una niñez pobre
    El poeta nació en una familia de pastores de Orihuela. Pese a su origen humilde, pudo estudiar en el colegio de los jesuitas con una ayuda por su consideración de “niño de bolsillo pobre”.
    Pese a tener facilidad para aprender, tempranamente tuvo que dejar el colegio. Y lo hizo para unirse a sus hermanos, realizando el trabajo de pastor. Al dejar el colegio de los jesuitas, conservó la amistad con otro niño: Ramón Sijé.
   En su juventud, sorprendía a quien le conocía su carácter alegre y generoso. “Donde había un dolor, allí él estaba”, dirá más tarde Aleixandre. Entonces conoció a Josefina, una costurera cinco años más joven que él, pero en la práctica más adulta.
   El trabajo de pastor cobra factura al joven poeta
  Después de conocer a su novia, Miguel Hernández se descubre de carácter tosco e influenciable. Este carácter se iba a resolver en la tragedia de su vida.
   Miguel decidió trasladarse a Madrid para darse a conocer como poeta. En la capital residían Neruda, Alberti  y más tarde Aleixandre.
    En este ambiente, frecuentó las fiestas y el romance fugaz. Y finalmente, dejó de practicar su Fe.
Ramón Sijé en Orihuela
   Pero en su pueblo permanecía su novia, Josefina, a quien le seguían llegando noticias por medio de otras personas. También había quedado el amigo del colegio, Ramón Sijé, quien por carta le llamaba la atención sobre su conducta, tan alejada de sus intenciones iniciales. 
   Ramón le precedió en la muerte. En el poema “Elegía a Ramón Sijé” el poeta expresa la profundidad del dolor por la pérdida del amigo:
   … que por doler me duele hasta el aliento.
   Y se despide de él, al modo que lo hacen los escolares a fin de curso; con esa intensidad del momento, pero conscientes de volverse a ver:
 … que tenemos que hablar de muchas cosas/ compañero del alma compañero.

    La guerra civil
    Llama la atención que el poeta muestra mayor dolor, no por los peligros de la guerra que amenazan a sus compañeros que han quedado en Madrid, sino por la muerte de su amigo de la infancia, quien en las cartas le decía las verdades, sin ninguna adulación.
Miguel y Josefina Manresa en Jaén en 1937
   Además de este amor por su amigo, al poeta le caracteriza una fuerte preocupación social. Esta inquietud la canalizó alistándose en el ejército republicano, en el que luchó durante toda la guerra. Aunque realizó una breve interrupción para casarse con Josefina y tener su primogénito, que falleció a los pocos meses.
    Un pastor en la cárcel
  Terminada la contienda, poco después de nacer su segundo hijo, Miguel fue apresado y encarcelado. El motivo, atravesar clandestinamente la frontera de Portugal. Recibió entonces la carta de Josefina en que le decía que apenas podía amamantar a su hijo porque sólo comía pan y cebolla, lo que dará lugar a una nueva composición.
   Los dientes es un arma
   Así cuando en “Nanas de la cebolla” se refiere a los dientes, se refiere al arma que lleva en la guerra el soldado, las “ferocidades” del soldado. Y cuando la dentadura está cerrada, está indicando odio, rabia, “frontera de los besos”.
    Al octavo mes ríes /con cinco azahares.
   Con cinco diminutas / ferocidades…
   A estas heridas espirituales, se iban a unir ahora las físicas. De hecho, nos estamos alejando del final soñado para cualquier hombre pero, como se preguntaba un Obispo francés de su época: Tanta belleza, ¿podía estar tan alejada de Dios?
Publicado en Aleteia, 14-1-201

Serrat canta a Miguel Hernández

    El poeta de Orihuela compuso a su hijo recién nacido las Nanas de la cebolla, una de las canciones de cuna más bella de todos los tiempos. Pero también, una de las más reivindicativas. Si no la que más.
    Joan Manuel Serrat la cantó, no sin cierta provocación, sin un mínimo de la cual la comunicación entre el artista y el espectador sería imposible, recorriendo las principales dictaduras militares de los 80.
     Por cierto, si decimos de Unamuno que es "el escritor vasco" y no "del país vasco", ¿por qué decimos de Miguel Hernández,  el "poeta de Orihuela" y no el "poeta oriolano"?. 
   

   Por cierto, ¿Saben a que generación literaria perteneció Miguel Hernández? 
   Nos vemos pronto.