martes, 20 de mayo de 2014

El que pierde gana: Greene conoce su oficio.


       Los lectores de Greene suelen decir que el mayor goce de leerlo, el mayor placer, no está en sus grandes obras, como El poder y la gloria o El tercer hombre, sino en las pequeñas. En los libros que escribía deprisa por necesidad, haciéndolo para ganar dinero para su propia manutención. El que pierde, gana nos sitúa en este ámbito.
     Bertran es un hombre maduro. Perdió sus ilusiones durante años de monotonía como contable en unas oficinas. Después de enviudar, va a casarse con su novia Cary, una joven católica, llena de vitalidad y enamorada. Ella quiere casarse en la pequeña iglesia de su barrio.
     Gom, el Presidente de la empresa llama un día a Bertran a su despacho y le hace una propuesta. Les invita a un crucero por la Riviera francesa en su yate. Como tendrán escaso tiempo, deben renunciar a la pequeña boda romántica deseada por Cary, ir a Mónaco y esperar el yate allí. Mientras esperan, pueden aprovechar para que les case el Alcalde de la ciudad monegasca y hacer alguna apuesta en su casino.  
      ¿Puede una desatención sin importancia aparente, una renuncia en una cosa pequeña, llevar al desamor de una pareja?, ¿Es capaz la respuesta de una persona a un dilema sencillo matar la felicidad de dos seres humanos? 
      El adulterio, la compulsión en los juegos de azar y, en general, la autodestrucción personal son muy familiares a Greene. El especialista en escritores conversos, J. Pearce, lo definía como "un alma torturada, un gran escritor". Por otro lado, la decisión heroica, el acto de moral de renuncia a uno mismo en beneficio de otra persona, el acto redentor, son unos planteamientos muy habituales en el escritor inglés.
John Gielgud
        Si un día, el jefe de la oficina, le manda ir a su despacho y le hace una oferta, como regalarle acciones de la sociedad, ascenderle, invitarle a pasar un fin de semana en la finca que tiene en la montaña, es posible que Vd. se sienta inquieto. Es normal: Tiene motivos para ello.
 El que pierde gana (1955) es un relato concebido directamente para el cine. La cinta está dirigida por Ken Annakin y adaptada por el mismo Graham Greene (G.B. 1956). Se realizó un remake, Strike is rich protagonizado por los shakespearianos  Robert Linsa y Jonh Gielgud (G.B. 1990).
     
        En una reseña, se indica una curiosidad. Nos hallamos ante un relato de Greene que termina bien, es decir, vence el valor del matrimonio y el amor. Ciertamente, es una peculiaridad en su obra. No es habitual en Greene el happy end. Posiblemente sólo tiene otra obra con un desenlace de Esperanza. El poder y la gloria (1940).
       En El que pierde gana, Green, buen conocedor de su oficio, plantea el conflicto y enfila con decisión, sin perífrasis y con un ritmo análogo al de competición deportiva, hasta su desenlace. De hecho, el título parece hacer referencia a algún tipo de deporte que implica competición.
        Los libros buenos de Greene son muy buenos. Pero los malos, son mejores.

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