Cómo contestó Chesterton
a los que se oponían a la familia
A Jaume
Vallcorba. In Memoriam
Gracias por
haber editado con oficio a Chesterton en castellano
Tras la I Guerra Mundial existía un descenso demográfico en toda
Europa. Algunos partidos habían propuesto una ampliación del divorcio. Entonces
Chesterton publicó el libro La
superstición del divorcio (1918), que venía a desarrollar el esquema inicial
de Herejes (1905). El objeto de este
artículo es exponer su filosofía sobre la institución de la familia.
Sostiene Chesterton que la
variedad de miembros en la familia, supone una riqueza, pero también provoca divergencias.
La
discreta tendencia a evadirse
En momentos de dificultad, imaginamos
cómo sería nuestra vida de haber nacido en otra familia, o de habernos casado
con otra persona. Pero no lo podremos saber nunca, a menos que sigamos su
consejo: “bajar por la chimenea a cualquier casa, al azar”, y relacionarnos lo
mejor que pudiéramos con la gente que hubiera en ella. Y esa es exactamente la
definición de nacer.
Intentamos seguir con nuestro
plan de huida. Entonces lo llevamos a cabo volcando nuestro amor en personas
que se hallan en el extremo opuesto del planeta, por ejemplo proporcionando
alimentos a madres pobres de Africa. Esto nos dará algunas ventajas: aquellas
personas no se enfadarán si llevamos una mancha en la corbata. Tampoco nos arruinarán
el domingo con un plan inoportuno. De esta manera con ese plan de huida, uno sigue
el principio de alejarse de su casa y tiene pronta la justificación: dice que
huye de su familia porque es aburrida. Falso; huye de su familia porque es de
largo muy excitante. Y es excitante porque es exigente. Y es exigente porque
está viva.
El
divorcio no es solución
Finalmente si del marido hablamos,
tendrá dos posibles evasiones. El suicidio y el divorcio. Son los dos viejos
consejeros que acompañan a todo desesperado. El divorcio libera del matrimonio
y el suicidio ... también. Pero se distinguen estadísticamente, pues el fin de
la vida sólo es uno, mientras que en los países con legislación divorcista, el amor muere cada día.
Sin embargo, el fin del romance
no tiene porqué hundir el barco, porque el matrimonio no se sustenta en ese sentimiento,
sino en una promesa formal que hicieron marido y mujer. Por eso al hombre que
se divorcia, no le acusa de romántico, sino de traidor, diciéndolo no porque el
barco se haya hundido, sino porque lo ha abandonado uno de sus capitanes. Lo
que se deshace el divorcio no sólo es esa promesa, sino también el corazón del
que ha permanecido fiel a lo que prometió.
Conscientes de lo que deshacen,
quienes promueven el divorcio a la vez proponen una contramedida que compense las
pérdidas y los alimentos. Eso supone un doble acto de fe: en el talonario y en
un buen abogado. Y respecto a los que piensan que la traición y la tragedia se
curan con dinero y un abogado, no pondríamos la mano en el fuego por la honorabilidad de su pasado.
El
amor como sacrificio
Pero el escritor inglés
considera desacertado el cliché romántico
del amor como sentimiento. En realidad es algo más esforzado: A nuestra mujer
la hemos de amar simplemente porque “está allí”, por el hecho
“ser-nuestra-esposa”. A nuestro padre lo hemos de querer meramente por la razón
“ser-nuestro-padre”. Y amando a la Humanidad que nos ha sido dada, lo hacemos a
toda. Es decir, en familia vivimos el Evangelio. Por ello los ataques a la
familia en realidad tratan de prevenir todo Cristianismo.
Para
buscar soluciones, cada una de sus palabras se dirige a elevar el ánimo, igual
que cada árbol, aunque sus ramas vayan en diferentes direcciones, apunta al
cielo. Por ello continuaremos presentando recetas familiares en la dirección
que apunta.
La familia según Chesterton: Futuro imperfecto.