martes, 17 de marzo de 2015

Jorge Luis Borges entrevistado a fondo

   El periodista de RTVE Joaquín Soler Serrano realizó una entrevista al más internacional de los escritores argentinos. El programa se grabó con ocasión de la presencia en España de Borges para recoger el premio Cervantes de 1980. Este documento videográfico es esencial para conocer la personalidad profunda del representante del realismo mágico.
   Borges siempre se había mostrado hermético por su inclinación a la ironía y a los juegos de palabras. La habilidad del periodista en la gestión de los tiempos y de los silencios crean un clima íntimo. Este clima permite que aflore con naturalidad la psicología del genial escritor.
   De su contenido destaca las palabras de admiración a su madre, recién fallecida, y su reconocimiento de que, a pesar de ser un sabio, no había sido feliz.

jueves, 22 de enero de 2015

Miguel Hernández, el poeta que al fin fue perdonado y perdonó (y II)

Dibujjo realizado por Antonio Buero Vallejo durante
una visita a Miguel Hernández en la prisión

   Ante el anuncio de que su mujer y su hijo estaban en la miseria, la impotencia del poeta se plasmó en Nanas de la cebolla. Pero a esta impotencia, se iba a unir otra: Se agravó una tuberculosis que padecía Miguel con anterioridad.
   El penal de Alicante, que era una institución de último rango, disponía de una enfermería, que no reunía las condiciones para atender a un enfermo grave. En el corazón del poeta, el rencor estaba reclamando su protagonismo.
   Enseña el Catecismo de la Iglesia que “Sólo Dios perdona los pecados” (CEC 1441). Y que si pedimos perdón por los nuestros, debemos también perdonar a los que nos han ofendido, porque “el Amor, como el Cuerpo de Cristo, es indivisible” (2840). Con la ayuda de Dios, el poeta tenía que perdonar y también, pedir perdón. Pero la evolución de su enfermedad estaba apremiando el final.
   Después de “Nanas de la cebolla”, que completaba un libro de encuadernación rudimentaria, los poemas de la cárcel posteriores fueron difíciles de ordenar para los estudiosos. Miguel los escribía en notas sueltas y salían de la prisión con las visitas más colaboradoras.
Casa museo en Orihuela
Uno de estos poemas, posiblemente el último, tiene por título “Eterna sombra”. Este poema es el resultado de un ejercicio introspectivo, para el que tenía tiempo en prisión.
   Como resultado de este ejercicio, observa en su alma la oscuridad más desolada.
   Yo que creí que la luz era mía / precipitado en la sombra me veo.
   En su interior sólo ve dientes. Para el poeta, como hemos visto, son símbolos del arma de un soldado. Introduce otra imagen: Las manos cerradas, los puños apretados representan la rabia.
   
   Sólo el fulgor de los puños cerrados,/ resplandor de los dientes que acechan.
   Dientes y puños de todos los lados
Miguel en la plaza de Ramón Sijé
en Orihuela en 1936
   Y los dos últimos versos de su vida, si no en orden cronológico, por la dificultad que señalábamos, sí en un orden lógico, dan a los acontecimientos un giro de 180 grados.
    ... en la lucha, una luz
   Pero hay un rayo de sol en la lucha / que siempre deja la sombra vencida.
  De estos versos se desprende la existencia de un perdón generador de paz para el poeta. Así su alma, ayudada por la irrupción de alguien que desprende luz, “por un rayo de sol en la lucha”, acabó con todos los rencores. Y luego vino la paz. Y después de la paz, el poeta falleció. Esto ocurrió según el certificado médico, como consecuencia de la tuberculosis que padecía.
   Los primeros pasos de Miguel y Josefina como novios, primero, y luego, como matrimonio, Ramón Sijé los había protegido en gran medida. Pero las amistades en el Cielo tienen algo de misterio: a qué intercesor debemos atribuir un favor o una gracia. En cualquier caso eran dos compañeros de escuela que habían prometido volver a verse.
   El momento había llegado.

miércoles, 21 de enero de 2015

Miguel Hernández, el poeta que al fin fue perdonado y perdonó (I)


 Y volverás a mi huerto y a mi higuera:

Por los altos andamios de las flores    

pajareará tu alma colmenera                

  Miguel Hernández (1935)                      

En Madrid en 1935
   Por su trabajo de pastor, tan vinculado a la tierra, Miguel tenía pronta la queja. Así en su juventud, llevaba tres heridas:
   … la de la muerte, la del amor, la de la vida.
   Y ante ellas su determinación era clara: No perdonaba al Universo que confabulaba para arrancar a sus seres queridos.
    Por esto sus heridas nos sitúan en el tema del perdón. Este artículo tiene como objeto realizar un recorrido por estas heridas a través de sus poesías más conocidas. Y su reto es saber si el poeta perdonó y pidió perdón en el umbral de su vida. Pero para saber su fin, antes debemos comenzar por el principio.
   Una niñez pobre
    El poeta nació en una familia de pastores de Orihuela. Pese a su origen humilde, pudo estudiar en el colegio de los jesuitas con una ayuda por su consideración de “niño de bolsillo pobre”.
    Pese a tener facilidad para aprender, tempranamente tuvo que dejar el colegio. Y lo hizo para unirse a sus hermanos, realizando el trabajo de pastor. Al dejar el colegio de los jesuitas, conservó la amistad con otro niño: Ramón Sijé.
   En su juventud, sorprendía a quien le conocía su carácter alegre y generoso. “Donde había un dolor, allí él estaba”, dirá más tarde Aleixandre. Entonces conoció a Josefina, una costurera cinco años más joven que él, pero en la práctica más adulta.
   El trabajo de pastor cobra factura al joven poeta
  Después de conocer a su novia, Miguel Hernández se descubre de carácter tosco e influenciable. Este carácter se iba a resolver en la tragedia de su vida.
   Miguel decidió trasladarse a Madrid para darse a conocer como poeta. En la capital residían Neruda, Alberti  y más tarde Aleixandre.
    En este ambiente, frecuentó las fiestas y el romance fugaz. Y finalmente, dejó de practicar su Fe.
Ramón Sijé en Orihuela
   Pero en su pueblo permanecía su novia, Josefina, a quien le seguían llegando noticias por medio de otras personas. También había quedado el amigo del colegio, Ramón Sijé, quien por carta le llamaba la atención sobre su conducta, tan alejada de sus intenciones iniciales. 
   Ramón le precedió en la muerte. En el poema “Elegía a Ramón Sijé” el poeta expresa la profundidad del dolor por la pérdida del amigo:
   … que por doler me duele hasta el aliento.
   Y se despide de él, al modo que lo hacen los escolares a fin de curso; con esa intensidad del momento, pero conscientes de volverse a ver:
 … que tenemos que hablar de muchas cosas/ compañero del alma compañero.

    La guerra civil
    Llama la atención que el poeta muestra mayor dolor, no por los peligros de la guerra que amenazan a sus compañeros que han quedado en Madrid, sino por la muerte de su amigo de la infancia, quien en las cartas le decía las verdades, sin ninguna adulación.
Miguel y Josefina Manresa en Jaén en 1937
   Además de este amor por su amigo, al poeta le caracteriza una fuerte preocupación social. Esta inquietud la canalizó alistándose en el ejército republicano, en el que luchó durante toda la guerra. Aunque realizó una breve interrupción para casarse con Josefina y tener su primogénito, que falleció a los pocos meses.
    Un pastor en la cárcel
  Terminada la contienda, poco después de nacer su segundo hijo, Miguel fue apresado y encarcelado. El motivo, atravesar clandestinamente la frontera de Portugal. Recibió entonces la carta de Josefina en que le decía que apenas podía amamantar a su hijo porque sólo comía pan y cebolla, lo que dará lugar a una nueva composición.
   Los dientes es un arma
   Así cuando en “Nanas de la cebolla” se refiere a los dientes, se refiere al arma que lleva en la guerra el soldado, las “ferocidades” del soldado. Y cuando la dentadura está cerrada, está indicando odio, rabia, “frontera de los besos”.
    Al octavo mes ríes /con cinco azahares.
   Con cinco diminutas / ferocidades…
   A estas heridas espirituales, se iban a unir ahora las físicas. De hecho, nos estamos alejando del final soñado para cualquier hombre pero, como se preguntaba un Obispo francés de su época: Tanta belleza, ¿podía estar tan alejada de Dios?
Publicado en Aleteia, 14-1-201

Serrat canta a Miguel Hernández

    El poeta de Orihuela compuso a su hijo recién nacido las Nanas de la cebolla, una de las canciones de cuna más bella de todos los tiempos. Pero también, una de las más reivindicativas. Si no la que más.
    Joan Manuel Serrat la cantó, no sin cierta provocación, sin un mínimo de la cual la comunicación entre el artista y el espectador sería imposible, recorriendo las principales dictaduras militares de los 80.
     Por cierto, si decimos de Unamuno que es "el escritor vasco" y no "del país vasco", ¿por qué decimos de Miguel Hernández,  el "poeta de Orihuela" y no el "poeta oriolano"?. 
   

   Por cierto, ¿Saben a que generación literaria perteneció Miguel Hernández? 
   Nos vemos pronto.

martes, 20 de enero de 2015

Platero y yo: La búsqueda por Juan Ramón Jiménez del origen de la belleza observada




   Platero, el tierno burro que vive en la memoria de muchos escolares hoy adultos, cumple cien años. Tal día como hoy del año 1914, el libro del poeta andaluz Juan Ramón Jiménez vio la luz en una pequeña imprenta madrileña. Pese al tiempo transcurrido, Platero y yo continúa rebelándose como una auténtica puerta entre culturas de lengua española pues varias de sus generaciones han aprendido a leer con él.
  Sin embargo, considerando este relato como una puerta, su autor no accedió a ella desde un conocimiento cristiano de las cosas. Porque tan sólo oculto en ellas, en la naturaleza, Juan Ramón descubría a su dios. Un “dios” con minúscula. El objeto de este artículo es saber si, observando la naturaleza, el autor de Platero y yo consiguió la meta de todo ser humano: conocer a Dios. Por tanto el reto será si Juan Ramón pudo al fin cambiar la ortografía del nombre buscado, “el nombre de todos los nombres”.
   Los caminos del poeta siempre van en una dirección: de la naturaleza observada hasta el origen de su belleza. Ciertamente se puede argumentar que para conocer a Dios, otro camino hubiera resultado más corto y directo: el de las enseñanzas de la Iglesia. Pero Juan Ramón no tuvo la fortuna de otros niños que reciben la formación cristiana de sus padres, de catequistas o de algún buen amigo.
   Por esto tuvo que ir por caminos inciertos y expuestos a peligros como, en su caso, las emboscadas de la melancolía. Para combatirla, el poeta camina con un compañero. Uno dócil, manso y suave. Sin embargo, tiene un problema: al ser peludo, no hay quien le invite adentro de las casas. Esto nos lleva a un episodio del libro.
     En la naturaleza cada cosa tiene su origen…           
   En la cena infantil de Moguer, los niños se divierten. Al pensarse solos, adoptan el papel de adultos. “Las niñas comían como mujeres; los niños discutían como algunos hombres”. Las madres están alrededor charlando. Una de las niñas sale como un rayo a los brazos de su madre. Los otros niños al punto, rompen a gritar y a correr. Todos a los brazos de sus respectivas madres. En la ventana asoma el rostro de Platero, que sólo quería unirse a la fiesta, sin asustar.
   De esta forma muestra el poeta a las madres. Son brazos tranquilos, de pureza; mansos para los niños después de aventurarse.
   Pero no son sólo brazos. También son pechos que alimentan, incluso en ocasiones sin saber de qué, de forma que con sólo unos zapatos y un vestido ya tienen príncipes.
   Y aún así, algunas de ellas son heroicidad. Por ejemplo, las que en Moguer tienen niños tontos por la meningitis, “a quienes no llega nunca el don de la palabra”, abandonadas por los maridos, se los han quedado sólo para ellas, para las madres.
   Y al igual que los hijos proceden de las madres, en Moguer el agua del río viene de “fuente vieja”. De esta fuente mana la “pureza que une tierra y cielo en un solo cristal de esplendor”. Es decir, en la superficie del agua se reflejan las figuras que están más arriba: los tristes burros de carga, las personas que pasan.
   … sus objetos reflejan el Cielo
Juan Ramón en Puerto Rico el día que le
concedieron el Nobel de Literatura
   Cuando el poeta dice que “Platero se bebe cada noche dos cubos de estrellas”, nos está diciendo que se bebe dos cubos de agua. En el fondo del cubo se refleja el cielo nocturno. De hecho Juan Ramón Jiménez no es un idealista, sino al contrario. Pues un hombre que mira estrellas en el fondo de cubos de agua, en realidad busca cielos, y quien busca cielos, se mire por donde se mire, busca a Dios.
   … Y el sol atrae todas las cosas
   En ocasiones, en el Platero la naturaleza cambia, se transfigura. Así el Sol de otoño se hace sagrado a la vista del poeta. El sol en Poniente se muestra grande, dios que se hace visible y se hunde en la raya de mar que trasciende todo el mundo conocido, pues está detrás de Huelva, y va “más allá de Moguer, de su campo tú y yo, Platero”.
   Y a lo sagrado que representa el sol, todo le rinde el silencio como homenaje, y cuando está en el Poniente, todas las cosas le son atraídas como en éxtasis. Y esta atracción en realidad se dirige a alguien.
    De hecho también a Cristo se le ha atribuido este símbolo, Sol de Justicia, que recapitulará todas las cosas al final conforme  rebela el Nuevo Testamento (Efesios 1,10). Pero más cerca que este Sol están los niños.  
   El Cielo es un mundo de niños
   Es difícil encontrar fotografías de Juan Ramón sonriente, salvo cuando aparece con algún pequeño. Por ejemplo en la escuela de Puerto Rico donde acudía para leer a los niños ciegos. En Moguer los pequeños van a la miga, a la guardería. Y lo hacen para desasnarse. Y el poeta está empeñado en matricular a su ignorante compañero: “Si tú vinieras, Platero, con los demás niños, a la miga, aprenderías el a, b, c, y escribirías palotes”.
Juan Ramón en una escuela de Puerto Rico en 1957
   En cuanto al poeta, siempre sigue este lema: lo mejor, para los niños. Así el cielo también está reservado para ellos. Como “el niño tonto, que desde la calle de San José se fue al cielo”. El Cielo pues, se diría que es “un mundo de niños, que le está rezando a la tierra un encendido rosario- así define Juan Ramón a las estrellas- de amor ideal”. O la joven tísica cansada de caminar y que, al subirse a Platero, parecía un ángel “camino del Cielo”. Y la pregunta que se hace ante los niños: “¿habrá un paraíso de los pájaros? ¿Habrá un vergel verde sobre el cielo azul?”. La respuesta a preguntas como estas iban a llegarle pronto.
   Una vivencia sobrenatural
   La esposa del poeta, Zenobia Camprubí, había traducido al español más de cincuenta títulos de Rabindranah Tagore. Por esto, la cercanía con este místico oriental presagiaba en Juan Ramón un encuentro especial en el otoño de su vida. Así durante un viaje en barco desde los Estados Unidos hasta Argentina, el poeta andaluz tiene una vivencia arrebatadora.
    En una carta explica Juan Ramón como “de pronto, al poner el pie en el estribo del coche …, lo sentí, es decir lo vi, lo oí, lo gusté, lo toqué. Y lo dije, lo canté en el verso que él me dictó.”
   Si se trató de una experiencia mística, o una previsible aproximación a la Fe, o como ha dicho la crítica racionalista, un encuentro consigo mismo, con su conciencia de existir, poco podemos afirmar. El poeta es de rico mundo interior, pero de temperamento hermético, por lo que no comparte las circunstancias de esta vivencia. Sin embargo, tenemos algunas certezas. Entre ellas, que fue una experiencia gozosa:
   “… dios deseado y deseante, el dios de la belleza, de lo hermoso, conciencia mía de lo hermoso”.
   El mismo relato de Platero y yo es la esperanza de su nuevo amigo
   En este encuentro descubrió que toda su poesía anterior es como un mundo que le ha ido preparando a esa otra persona. Y esta vivencia arrebatadora se presagia por tanto en el Platero, por ejemplo en la transfiguración de Moguer en rosas que caen a la hora del ángelus:
   “Parece, Platero, mientras suena el Ángelus, que esta vida nuestra pierde su fuerza cotidiana, y que otra fuerza de adentro, más altiva, más constante y más pura, hace que todo, como en surtidores de gracia, suba a las estrellas, que se encienden ya entre las rosas… más rosas”.
   Sin duda la intuición del lector resolverá los flecos que el poeta no quiso explicar.
   Pues dice Ortega que todo estilo estético implica una opción ética y, según Fernández Berrocal, la de Juan Ramón fue la dejar eternidades, “constancias del alma humana”, haciendo del escribir del poeta, como de su vivir, un poema.
   Y no fue su vida un poema sólo buscado o intentado, sino que al final, su vida resultó un poema conseguido. Por ello, pudo escribir su verso con D mayúscula:
   El Dios. El nombre conseguido de los nombres.



                 

domingo, 14 de diciembre de 2014

"Los cuatro amores"

   Este artículo se publicó recientemente en aleteia. Y en esta prestigiosa web dio sus primeros pasos. Ahora es un honor presentarles en este blog:

   “Los cuatro amores” de C. S. Lewis
   Los tipos de amores, del más bajo al más alto, explicados por un escritor converso
   Los amores tienen cada uno una forma. Se levanta cada uno sobre la base de un amor más básico. La forma de uno será sillar del siguiente. Y así sucesivamente. El amor en su forma es análogo al modo con que las palabras se hilvanan unas con otras hasta formar las frases de un libro.
   Y cuando se trata de uno de C. S. Lewis, sabemos de antemano que versará sobre lo que anuncia. No tiene trampa, ni cartón: Todo está a la vista. En Los cuatro amores, la palabra amor, por ejemplo, aparece nada menos que  1.001 veces. El vocablo afecto lo hace en 242 ocasiones. Y amistad o amigo, en 466. Este ensayo, por tanto, hace honor a la honestidad de su autor.
    La virtud irlandesa de Lewis
    Junto con las Confesiones de San Agustín, Los cuatro amores es la obra más incisiva que haya escrito un converso. Aunque se bautizara en la Iglesia de Inglaterra, C. S. Lewis tiene la hospitalidad característica de su tierra. Por esto en sus páginas se sienten como en casa los cristianos de todas las confesiones.
     Del defensor de la Fe …
    La gran aportación de Los cuatro amores, la podemos hallar en la evolución de Lewis como escritor. Al hacerse cristiano, inicialmente escribió como apologista: buscó la demostración de las verdades divinas desde sus primeros principios.
    Si su vida fuera un banquete, después le llegaron los platos fuertes. Así, las amistades, que en su caso siempre fueron hombres, porque no creía en la amistad entre hombre y mujer.
   Aunque sí en el amor matrimonial. De hecho el fallecimiento de su mujer, tras una larga enfermedad, le provocó un inusualmente largo proceso de duelo. Pero este duelo, aunque ya se hallaba próximo al atardecer, no consiguió estancar su vida.              
    … al escritor del Amor
    Conforme evolucionaba la vida de Lewis, también experimentaba un cambio en los motivos literarios: De aquella primigenia demostración de las verdades de la Fe se desplazó a la exposición del Amor.
    El mérito de Los cuatro amores, más allá de su literalidad y peculiaridades, es precisamente situarnos en la centralidad del Amor en el mensaje cristiano.
   Carta de amores
   Esta centralidad hace que los amores vayan en ascenso, en un sentido de la criatura al Creador.
   También en este artículo lo abordaremos en el mismo orden que lo hace el autor y, de esta forma, llegaremos al final hasta al Amor de Dios. Pero en el festín de la vida comenzaremos por el primer plato.
                                                                          Afecto
El amor de las madres necesita dar y ser necesitado.
   Es principalmente el amor de los padres por su prole. Lo tenemos en común con los animales, lo cual por sí mismo no implica nada bueno ni malo, tomando en cuenta la distancia, claro. Está allí donde hay calor, lametones y olor a vida nueva. Así la madre que cuida al bebé. También la perra o la gata, a sus cachorros.
   Lewis se detiene en el amor de las madres. Este sigue un determinado principio. Es un amor que da, que necesita dar. No se agota sin embargo en ese dar, sino que precisa ser necesitado. Y cuando deja de ser necesitado, el planeta está lleno de madres que dicen que sus hijos no van a verlas o que no las llaman… Y esto porque es el más expansivo de los amores.
   Y es el más expansivo, porque es el más común de ellos. Por esto se extiende más allá de las relaciones maternofiliales. Y nos acerca a multitud de personas. Es el paradigma de amor que hace compañeros.                              
    En contraste, los otros amores son más selectivos.
                                         
                                             Amistad
La amistad, un plato fuerte en el
banquete de la vida

   Es el que surge entre los compañeros. Nace entre personas que realizan la misma actividad. Así entre los que desempeñan la misma profesión o entre los que tienen un pasatiempo en común. Pero no todos serán amigos, ¡gracias a Dios! Sólo lo serán, de entre los compañeros, quienes compartan una visión común o cuando en aquel grupo, se descubra una persona a la otra.
   Aunque es un amor selectivo, no somos nosotros los que elegimos a nuestros amigos. Es la Providencia la que lo ha hecho desde el amanecer de los tiempos. Por esto la amistad es un instrumento mediante el cual Dios revela a cada uno, como en un festín, las bellezas de todos los demás. En el festín es Él quien ha preparado la mesa. Luego ha elegido los invitados. Y es Él, en fin, a quien deberíamos permitir siempre que lo presidiera.
   De este festín tan espiritual y desinteresado, del que los griegos llegaron a entender que era el más parecido al divino, pasaremos a otro más corpóreo y sexualmente definido.
                                                      Eros
Eros, el amor de los que
están enamorados
   Es el amor entre el hombre y la mujer, concretamente la clase en que se encuentran los que se dice comúnmente que están enamorados.
   En este amor particular nos encontramos con los pasajes más opacos de Lewis. Hemos visto que cuando murió su mujer, experimentó un largo proceso de pérdida. Esto se debe a que pensaba que no la volvería a ver más.
   Y no la iba a ver de nuevo por el propio convencimiento de Lewis en el sistema propuesto en Los cuatro amores. En esta escala, el amor Caridad provoca, al asumirlos, que se extingan todos los amores inferiores. Esto incluye el amor matrimonial o eros.
   Por esto cualquier despedida es definitiva siempre. De ahí lo oneroso del duelo de su mujer. Y este es el motivo también por el que ve un cierto elemento trágico, de destino, en el desarrollo de los amores inferiores.
   Por tanto para Lewis, eros es una tragedia. Y lo es en el sentido de que se dirige a un destino inevitable: O bien se convierte en demonio, en cuyo caso los enamorados se van agrediendo hasta destruirse; o bien lo dirigimos a Dios y, entonces, eros es absorbido por un Amor superior.

 Caridad

    Es la misma sustancia de Dios, de la que la Escritura dice: Dios es Amor. Es el único que podemos decir, al menos sin perder la decencia, que con este Amor basta.
   En este sentido, San Agustín escribió: Nos hiciste Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti. Por esto entre todos ellos, este es el Amor suficiente.
   Y al ser suficiente sale al rescate de los otros amores cuando fallan, especialmente en el caso de eros, y los absorbe y ordena, haciéndolos perdurar.
La Caridad es escasa en este mundo
   Debemos precisar aquí qué entiende Lewis por Caridad. Para él se trata de un concepto muy sustancial. Sus primicias no son lo que entendemos por rezar, estar en su presencia o quererle. Para Lewis la Caridad es estar en la plenitud de comunión con la sustancia divina. Es estar en el Cielo. Sus anticipos son algunos trances místicos. Por esto se trata de un amor muy escaso.
   Es tan escaso que desconocemos si lo hemos degustado en nuestra vida. Por tanto mientras haya tiempo, nuestra tarea será hacernos conscientes de su ausencia. Con lo cual tenemos un defecto y una ventaja: Al hacernos conscientes de algo, por ejemplo cuando recordamos un sueño, nos damos cuenta de que estábamos un poco despiertos.
   Pero si tuvieran interés en ser más informados de este Festín, deberán Vds. dirigirse a C. S. Lewis y los invitados que están en vela.
Publicado en aleteia el 10-12-2014

viernes, 5 de diciembre de 2014

Las diez mejores películas según The Hollywood Reporter

El padrino
   La revista especializada The Hollywood Reporter ha elegido su lista de las cien mejores películas de la historia del cine. Entre los votantes se encuentran directivos de los principales estudios y los ganadores de los premios de la Academia. A continuación relacionamos las diez primeras de la lista:
El mago de Oz
   1. El padrino (1972).
   2. El mago de Oz (1939).
   3. Ciudadano Kane (1941).
   4. Cadena Perpetua (1994).
   5. Pulp Fiction (1994).
   6. Casablanca (1942).
   7. El padrino 2 (1974).
   8. E.T. (1982).
   9. 2001: Una odisea del espacio (1968).
   10. La lista de Schindler (1993).
Ciudadano Kane
   La práctica totalidad de las cintas son producciones americanas. No aparece una extranjera hasta el número 60 con la francesa Amelie (2001). En el número 88 se encuentra la producción inglesa Slumdog Millonaire (2008). Y en el 100, la última, la nipona El séptimo samurai (1954). Además, es obviada completamente, una habitual en otras listas similares: El Acorazado Potemkin (1925). 

   Dicen que el tiempo es el mejor crítico. Y el mejor es aquel que acaba colocando las obras en el lugar que le corresponden. Además la publicación es de prestigio. Pero como en toda lista, habrá que dejar las conclusiones en reserva.